Capítulo 7

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[Punto de vista Krist Perawat]

Todo el mundo desea algo…

Por muchos años lo único que deseé fue a este hombre que ahora me besa con locura. Quería conocerlo aunque pareciera imposible para un pueblerino como yo. Que me perteneciera solo a mí y no a esas tantas chicas con las que él trabajaba y quienes le coqueteaban con descaro. 

Sé que lo que este hombre siempre ha buscado en su pareja es alguien fiel y sumiso, a una persona que le pueda secar las lágrimas cuando tenga momentos desesperados. A alguien con buena apariencia pero de corazón noble. La típica figura de mujer hogareña. He adoptado cada una de esas características que a decir verdad no me son tan afines pero estoy dispuesto a interpretar este papel por él. 

¿Se habrá dado cuenta de que sus labios son los primeros que me han besado? No importa las experiencias que tuviera, jamás dejé que nadie me besara y hoy por fin. Justo como lo había planeado, mi primer beso le pertenece. Al ídolo tailandés adolescente: Singto Prachaya. A ese chico alto de piel morena y cuerpo esculpido por los mismos dioses. Estoy logrando lo que muchas fanáticas anhelan pero jamás lograrán.

Por muchos años lo que yo he deseado es vengarme de él. Hacerlo pedazos hasta hacerlo sentir el dolor que él me causó. Destruirlo y dejarlo implorandome perdón. Pero ahora…

[Punto de vista Singto Prachaya] 

Hace años que no hacía esto. Ceder a mis deseos es un lujo que había quedado en el pasado. Pero hoy lo hice. No pensé en mi madre, ni en mi padre enfermo, ni en mi situación financiera. Solo tenía unas malditas ganas de besar a este chico y así fue.

Es la primera vez que beso a alguien del mismo sexo pero ni siquiera eso me hizo pensarlo dos veces. Más que a un hombre o una mujer en este momento me encuentro besando a este ser que me atrae de una manera anormal. Siento su torpeza lo cual no sé si se deba a la sorpresa de mi acción o a que se trate de su primer beso; lo que sería extraño. Pero bueno, Krist es todo menos común. 

Le dije que lo odiaba. Y es así. Porque me hace ir sobre mis principios. Apreto su cuerpo contra la pared. Todo él es suave en comparación a mi cuerpo. No es delicado como una mujer sino en su propia manera mística. La mejilla que acaricio parece ser de porcelana. Siento sus manos aferradas a mi cintura con fuerza. Solo juego con sus labios, saboreándolos una y otra vez. A pesar de que lo deseo, no voy más allá de esa barrera.

Cuando nos separamos, un poco de mi saliva había quedado en sus labios haciéndolos brillar. El beso se detuvo pero nuestros rostros y cuerpos seguían cerca. Respirábamos aceleradamente y el aire caliente de su aliento chocaba contra mis labios. Parecía que iba a hablar pero se tragó sus palabras. Miraba en turnos de mis ojos a mis labios. Yo lo miraba como poseído directo a los ojos. 

Podría quedarme observando su rostro todo el día. No pensaba en nada más. Llevé mi mano a sus labios y con mi dedo pulgar limpié la humedad que había quedado. No dije nada ni él tampoco. ¿Esperará algo de mí en este momento? 

-¿Señor?- ambos miramos en dirección a la puerta cuando escuchamos a mi secretaria llamar. 

-¿Si?-dije aclarando mi garganta. 

-La señorita Fang lo busca. -casi de inmediato Krist dio un salto y comenzó a arreglar su ropa que había quedado desordenada. Además de terminar de tomar los papeles que habían caído. 

-Si, que pase. -guardé mi distancia lo más pronto que pude, además de alisar mi traje y fue cuestión de segundos para que ella entrara. 

-Mi amor, espero que no te moleste que haya venido sin avisar. -en un inicio no se había dado cuenta de que Krist estaba allí.- Perdona, ¿los interrumpí? -la pregunta que era casual hizo que las orejas del chico se pusieran de un rojo intenso. 

Soy tu más grande admirador - Peraya / Krist SingtoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora