Capítulo 10: Tecnología robada

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Salí con rapidez del café y subí a mi auto en espera de Miguel que llegó con una gorra y lentes de sol. No dije nada y fingí indiferencia mientras arrancaba el auto. Si bien nunca antes lo había pensado, ahora me arrepiento de haber comprado un auto para dos.

El viaje fue tranquilo los primeros dos minutos hasta que de pronto comenzó a jugar con la ventana. Quise ignorarlo pero el ruido logró irritarme con más facilidad de la normal y no pude contenerme.

- ¿Puedes parar de hacer eso? Vas a malograrlo. -dije con seriedad y algo de enojo. Inmediatamente alejó su mano del botón quedándose estático.

- Lo siento. -respondió quedadamente para luego guardar silencio. ¡Gracias!

Al rato comenzó a mirar en diferentes direcciones, como buscando algo a la par que jugaba con sus manos. Creí que se quedaría en eso nada más pero me equivoqué; comenzó a jugar con la visera. ¿Es que acaso le pica la mano o que demonios?

- ¿Qué ustedes los mexicanos no se pueden quedar quietos? くそ! それはあなたにとってどれほど難しいですか?-no es normal en mí explotar tan fácil ni tan seguido pero es que es simplemente imposible. Este chico es irritante hasta cuando respira.

- Lo lamento, ya me quedo quieto. -por alguna razón no le creo nada, pero tendré que darle el beneficio de la duda por ahora.

Tal vez ahora si estará quieto. Han pasado 20 gloriosos minutos de silencio en los que ni se ha movido; simplemente el paraiso. Pero tan pronto como comencé a relajarme, este va y la caga prendiendo mi estéreo y cambiando de emisora en emisora. Quiero detenerlo pero no puedo, estamos a mitad de la carretera y un simple descuido nos puede costar la vida.

Ok, necesito calmarme. ¿Quién sabe? Capaz elige una buena emisora y se quede quieto lo que resta del maldito viaje.

Pero claro, olvidé un pequeño detalle. ¡Esa opción nunca fue posible! ¿Y por qué? Pues eligió algo en español que supongo es de su país; para nada mi estilo. Y la cosa fue a peor cuando de pronto se puso a cantar al compás de la maldita canción.

- Soy un hombre muy honrado que me gusta lo mejor. Las mujeres no me faltan ni el dinero ni el amor. -su voz era buena, eso no lo niego. Pero sinceramente no puedo soportar este tipo de canción- Gineteando en mi caballo por la sierra yo me voy. Las estrellas y la luna ellas me dicen donde voy.

Mis ganas de apagar el estéreo se hicieron simplemente peores pero tenía las manos atadas por estar conduciendo. Puedo jurar que tengo un pequeño tic en mi ojo; este desgraciado ya lo vio y lo está ignorando.

- Me gusta tocar guitarra, me gusta cantar el son. Mi mariachi me acompaña cuando toco mi cancion. -el maldito sigue cantando y eso solo empeora mis nervios- I like to take my drinks, brandy is the best. Also white tequila with its salt gives flavor. -para sorpresa mía, comenzó a cantar en inglés y por lo que escuché, confirmé que la canción hablaba de alcohol. Como todas las canciones de ese tipo.

Para mi suerte, llegamos a un semáforo en rojo y tan pronto como paramos, apagué esa molesta música. Ya he tenido suficiente por un día de esto.

- ¡Suficiente! ¡Mira, maldito, no estoy de humor para tu mierda ahora mismo! -estaba tan alterado que me fue imposible contener aquel grito. Puede que suene cruel pero en verdad que me está alterando de una forma poco normal.

- Sorry chino, yo na' más quería hacer ameno el viaje. No tienes porque emperrarte. -dijo con cara de inocente. ¡¿Por qué de todos me tuvieron que enviar con él?!

- Pues entonces no hagas nada que me provoque. -y con ello cerré la discusión.

Cuando llegamos al mercado, realizamos las compras que tía Cass nos encargó y aunque odie admitirlo, fue bueno venir acompañado. Las compras pesan demasiado pero Miguel es capaz de cargarlas con una facilidad poco humana. Supongo que tiene buen estado físico.

¿Por qué no le dices? [Higuel]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora