La luz entró con fuerza por la ventana dando directamente en los ojos de Hiro, que despertó con el terrible dolor de cabeza y algo de mareos. ¿Qué había ocurrido anoche? Solo recordaba charlar con los mexicanos, tomar algunos tragos y luego todo se volvió negro. Se examinó a si mismo y notó que no tenía puesta su chaqueta ni sus zapatos; notó también con extrañeza que las sábanas no le eran conocidas al igual que todo lo demás en esa habitación.
¿Dónde demonios estaba y cómo fue que llegó ahí? No conocía ese lugar y pronto comenzó a ponerse nervioso. Intentó salir con rapidez de la cama pero un terrible dolor lo hizo tambalearse, seguido de un intenso de deseo de vomitar. Como pudo, buscó con la mirada lo que podría ser el baño y a penas lo vio, corrió hacia él.
Su garganta le ardía, sentía la boca seca, el dolor de cabeza era insoportable y aún se sentía algo desorientado. Sosteniéndose de las paredes, regresó a la habitación en búsqueda de su ropa y fue en ese momento que la puerta se abrió, poniendo al nipón en alerta.
- ¿Hiro? ¿Estás despierto? -la voz era de Miguel sin duda alguna. Ahora que lo pensaba y veía con más detenimiento el cuarto, eso parecía tener sentido.
- ¿Miguel? ¿Qué pasó? -preguntó con dificultad mientras se sentaba en la cama, el ardor en su garganta combinado con la sed le hacían difícil hablar.
- Ten, te sentirás mejor. -Miguel le ofreció un vaso de agua y una pastilla que Hiro no dudó en aceptar.- Y respecto a lo de anoche, te embriagaste y como no sabíamos dónde vivías ni cómo contactar a Clarice, decidimos traerte a nuestro departamento.
- Ya veo. -no sabía qué más podría decir, entendía el accionar del menor.
En medio de ese tranquilo silencio, Miguel se sentó en la cama frente a Hiro con una mirada algo extraña, quizás diversión.
- ¿Qué sucede? -preguntó confundido pero el contrario no respondió, simplemente comenzó a mostrar una sonrisa que iba creciendo con cada segundo, poniendo nervioso a Hiro.- Oye, ya en serio. ¿Qué ocurre? ¿Tengo algo en la cara?
Entre irritado y avergonzado, Hiro comenzó a tocar su cara en busca de alguna anomalía pero no había nada. Ante dicho comportamiento, Miguel no puedo más y comenzó a reír suavemente mientras negaba con la cabeza. Hiro estuvo a punto de reclamarle pero Miguel fue más rápido y antes de notarlo, el menor tenía su mano posada sobre su cabeza.
- Tu cabello... -dijo Miguel con una dulce sonrisa mientras acomodaba los rebeldes mechones.- Tal parece que no quiere cooperar.
Hiro se perdió en los ojos del menor y aquel ojuelo que se asomaba en su rostro, pero pronto se forzó a regresar a la realidad. Parpadeó un par de veces y pensó en apartarlo, pero no llegó a moverse cuando su cerebro le hizo notar algo imposible: no deseaba alejarlo.
Era la primera vez en años que el tacto de alguien ajeno no le causaba asco o un ataque de pánico; se sentía cómodo, tranquilo...
SEGURO
No supo lo que pasaba a su alrededor ni cuánto tiempo se había quedado en esa posición hasta que el propio Miguel lo trajo de vuelta. Hiro sintió que moriría ahí mismo de la vergüenza pero afortunadamente el menor no lo notó.
- Bueno, ya te dejo para que te arregles. Espero que te gusten los tamales. -el castaño se levantó de la cama y justo antes de salir, volteó a verlo nuevamente con una hermosa sonrisa capaz de derretir la Antártida.- Me divertí mucho ayer.
Ya estando solo en la habitación, Hiro tuvo total libertad para sufrir un mini corto circuito. Su cabeza de por si ya le dolía por el alcohol pero lo que acababa de pasar solo empeoró su malestar.
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¿Por qué no le dices? [Higuel]
FanfictieHan pasado 11 años y las cosas parecen haber quedado en el olvido, pero solo los involucrados saben que no es así. Aun existen peligros al asecho; un paso en falso y todo podría quedar reducido a cenizas. Pero es en medio de este caos que un par de...