Capítulo 11: Su salvador

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La limpieza del mercado inició tan pronto terminó la pelea y todo gracias al programa de limpieza de Hamada's Technology and Medicine Company (HTMC), creada por las constantes quejas del público por la destrucción de propiedad pública y privada en los enfrentamientos de los BH5.

Hiro, con traje puesto, se dirigió al edificio donde minutos atrás había escondido a Miguel y para su sorpresa este seguía ahí. Con cuidado de no espantarlo, se acercó al músico que al verlo, corrió a su encuentro.

- ¿Ya se terminó todo? ¿Hiro está a salvo? -el héroe no tuvo tiempo de decir ni hola cuando ya estaba siendo atacado por las mil preguntas del músico sobre "su bienestar".

- Tranquilo, él está a salvo y estoy seguro de que está esperándote. Vamos. -respondió con tranquilidad Murasaki mientras le ofrecía su mano al menor. Este la tomó sin pensarlo dos veces, después de todo este sujeto lo había salvado y también a Hiro.

Lo realmente gracioso de la situación surgió cuando Murasaki encendió los propulsores de sus botas y se llevó volando al músico. Al inicio, este se sostuvo con fuerza del cuello del héroe casi ahogándolo en el proceso; estuvo así por un par de minutos y solo cuando consiguió relajarse, dejó de ahorcar a su salvador.

- ¡Ay, lo lamento tanto! ¡Si seré bruto! -se auto sermoneaba el músico mientras pensaba en las palabras correctas para pedir disculpas por su idiotez.

- Descuida, la primera vez puede dar algo de miedo. Me pasó igual. -y Murasaki decía la verdad. La primera vez que voló en Baymax sintió que el corazón se le saldría del pecho junto a todos sus demás órganos.

- ¡¿En serio?! -en los ojos del músico apareció un peculiar brillo; como si le emocionase saber que él se sintió igual en su primera vez. Era adorable a decir verdad.

- Sí, me tomó algo de tiempo pero apenas me acostumbré, se convirtió en mi medio de transporte favorito. -generalmente Hiro odia hablar de sí mismo con otras personas pero algo en Miguel le daba la confianza suficiente como para querer hablarle de cosas tan privadas como esa.

- Creo que tienes razón. -soltó repentinamente el menor. Hiro se volteó a verlo y la escena con la que se topó lo tomó por sorpresa en todos los sentidos.

Miguel se veía relajado y su gran sonrisa lo reflejaba. Parecía disfrutar de las hermosas vistas y del aire moviendo su cabello, ahora ligeramente desordenado. Su agarre se había suavizado pero obviamente aún se sostenía con firmeza del cuello de Murasaki e incluso, ocasionalmente, intentaba alcanzar las nubes con la punta de sus dedos. No estaba seguro de la razón, pero no podía evitar sentir ternura ante esta imagen.

Tal vez ser su amigo no era mala idea. ¿Quién sabe? Tal vez esa alegre actitud podría ser contagiosa y una buena influencia para él.

Llegaron al mercado y con rapidez Murasaki se despidió, excusándose con que tenía asuntos que atender pero que esperaba pudieran volver a verse. En mejores y más seguras circunstancias, desde luego.

Voló lejos de la vista de Miguel, se cambió y regresó como si nada al auto donde el menor ya lo esperaba listo para partir.

- ¡Hiro! ¡Gracias a la virgencita que estás bien! -a penas entró al auto, Miguel lo abrazó con fuerza para seguidamente, comprobar con sus propios ojos que estuviese completo.

- ¿Q-Qué haces? -el repentino abrazó y posterior chequeo aturdió ligeramente al genio que apenas si podía digerir todo.

- ¡Ay, lo lamento! Es solo que estaba muy preocupado por ti. Sé que ese héroe dijo que estabas a salvo pero no iba a estar tranquilo hasta comprobarlo por mí mismo. -esa bendita sonrisa otra vez. No importaba cuántas cosas que él odiase hiciera el menor, con esa sonrisa era incapaz de enojarse con él.

¿Por qué no le dices? [Higuel]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora