- ¿Está todo listo cómo pedí? -preguntó Hiro de forma distante a su secretaria.
- Ah... S-Sí señor. Tal como lo solicitó, su agenda fue despejada por el resto del día. -respondió con nerviosismo la pobre muchacha junto al genio.
- Bien. Si alguien llama, dígale que estoy ocupado y que lo atenderé mañana. -sentenció con firmeza mientras se disponía a salir de su oficina.
Era conocido por todos como un hombre serio, DEMASIADO honesto, formal, frío incluso con su novia, distante, práctico y realista. Incluso había ocasiones en que la sola mención de su nombre provocaba pavor entre sus empleados pero había algo que ninguno de ellos podía negar: El señor Hamada amaba a su tía y haría lo que fuese por ella.
La prueba de eso era que dos veces al mes desocupaba por completo su agenda para poder visitarla y ayudarla en su café. Nada realmente cansado ni extravagante; solo como en los viejos tiempos. (Excepto porque ahora no atendía a los clientes :V)
Subió a su carro y condujo hasta el Lucky Cat y al llegar notó que había elegido un buen día pues desde afuera se podía ver lo abarrotado que estaba. Estacionó en su antiguo garaje y se dispuso a entrar al que fue su hogar por años.
Saludó a uno que otro cliente frecuente del café que lo vio crecer, como la hija de la señora Matsuda que al verlo lo saludó con una gran sonrisa. Llegó sin mayor problema a la cocina donde una atareada Cass se movía de un lado a otro.
- Hola tía Cass. -saludó con simpleza. Al verlo, la mujer se emocionó tanto que casi deja caer la bandeja que llevaba consigo, pero afortunadamente uno de sus empleados la ayudó para evitar algún accidente.- ¡Wow! Con cuidado tía Cass.
- ¡Hiro! Cuanto me alegro de verte. -dijo mientras le daba un fuerte abrazo, de esos que te quitaban TODO el aire de los pulmones, pero el genio no se quejó en ningún momento.
Luego de lo ocurrido hace 11 años con la mafia Rojo, Lindsey y la noticia de que Tadashi seguía con vida, se sentía afortunado de tener a su tía con él. Ella era todo lo que le quedaba y pensaba ayudarla siempre que pudiese.
- ¿Hiro? -pero aquella voz logró arrebatarle parte de la alegría de ver a su tía.- ¿Y ese milagro? ¿No me digas que tan pronto llegó el día de visita?
- Hola Kim. -saludo lo más cortés que pudo, haciendo hasta lo imposible por esconder su ligero disgusto. Cada que se topaba con ella, acababa metido en una situación incómoda.- Y sí, es hoy.
- Vaya que eres muy oportuno, Hamada. Estamos hasta el cuello de trabajo hoy y una mano extra no nos vendría mal. -dijo con una amable sonrisa que la tía Cass secundó.
Nada había que pudiese hacer Hiro más que aceptar en silencio lo que el "destino" le tuviese preparado. Es decir, obvio no creía en esa tontería del destino que no eran más que eventos basados en sus decisiones con posibles resultados razonables y fácilmente deducible si usaba la lógica. Porque de otra forma, estaría aceptando que todo lo que ocurrió con Tadashi, Lindsey y la mafía ya estaba escrito; y él no pensaba aceptar semejante estupidez.
¿Qué si estaba siendo infantil y cerrado? Capaz, pero tenía sus motivos. No era fácil lidiar con lo que él pasó y culpar al resto; escudarse con la lógica era su mejor opción.
Estaba metido en sus pensamientos hasta que la voz de su tía lo trajo de vuelta, sacándole un pequeño sobresalto.
- ¿Escuchaste Hiro? -el genio no pudo evitar sentir pena por estar tan distraído. Su tía notó esto y con una cálida sonrisa, se dispuso a repetirle todo a su sobrino.- Dije que necesitamos algunos suministros y quisiera que fueras por ellos al mercado.
Aquella petición era sencilla y Hiro realmente no tenía problemas con hacer las compras.
- Desde luego tía Cass, ¿tienes la lista? -preguntó con una amable sonrisa.
- Aquí está, Hamada. -habló Kimberly mientras le extendía una papel doblado con una extraña sonrisa que logró sacarle un escalofrío al mitad japonés. Algo se traía entre manos esa mujer, ¿pero qué?
Al tomar el papel y desdoblarlo, lo supo inmediatamente. La lista era tan larga como dos hojas bond A4 puestas una sobre otra, y estaban llenas.
- ¡¿Es una broma?! ¿Cómo se supone que cargue con todo esto yo solo? -estaba a punto de tener un ataque ahí mismo y no lo malinterpreten; él amaba ayudar a su tía y al café pero esto era más de lo que podía masticar.
- Oh, por eso no te preocupes Hiro. No irás sólo. -Hiro no supo si alegrarse o asustarse por eso. Él confiaba en su tía pero el temor de que Kim hubiese tenido algo que ver no lo calmaba en lo absoluto.
- ¡Oye Mike, llama al chamaco! -gritó Kim a uno de los meseros que pasaba por ahí. El muchacho entonces corrió de inmediato hacia el almacén para volver unos minutos más tarde acompañado por un chico lleno de harina y polvo.
- ¿Me mandó a llamar patrona? -preguntó el chico mientras se limpiaba el rostro con una toalla. Grande fue la sorpresa para este y el genio cuando se vieron las caras.- ¿Hiro? ¿Pero qué haces..?
- ¡¿Qué hace Miguel aquí?! -lo interrumpió Hiro abruptamente mientras miraba a su tía y a Kim entre confundido y fastidiado.
- ¿No es obvio? -dijo Kimberly como si se tratase de lo más normal del mundo.- Al igual que yo, Miguel se ofreció a ayudas a la señorita Cass.
Al escuchar, Hiro no estaba seguro de cómo sentirse. Por un lado, era noble por parte de Miguel ofrecerse incluso cuando no tenía que hacerlo; pero por otro lado la idea lo incomodaba un poco.
- En fin, ya que la lista de compras en tan extensa Miguel te acompañará. ¿Te parece bien, Miguel? -cuestionó Kim con una gran sonrisa. Por su lado el mexicano, (que no se percataba de la batalla interna del genio) accedió con gran entusiasmo. Esta era la oportunidad perfecta para hacer su amigo y entender porqué es tan amargado. ¿Y quién sabe? Quizás sería capaz de ablandarlo aunque sea un poquito. ¡A darle Miguel, nada de ahuevarse ahora! Toma el toro por los cuernos. (O en este caso, al chino por la greñas. XD)
- ¡Ahuevo, yo si lentro! -exclamó entusiasmado el menor. Hiro iba a reclamar pero la mirada de amenzada de Kim y la feliz expresión de su tía lo detuvieron, ¿qué era lo peor que podría pasar?
- De acuerdo. -sentenció con frialdad para luego comenzar a caminar hacia la salido trasera- Límpiate bien y ven al auto. NO olvides el carrito. -y sin más se retiró.
Tenía un mal presentimiento pero nada podía hacer ahora. Cuanto más pronto terminasen las compres, más pronto podría alejarse de eso mexicano. Miguel apareció con el carrito, lo guardó en el maletero y se sentó en el asiento del copiloto; sin duda en ese momento Hiro se arrepintió de comprar el modelo para solo dos pasajeros.
Este sin duda iba a ser un viaje largo, esperaba poder tolerarlo y no querer estrellar su carro en el intento. Si existía algún dios, le rogaba porque todo saliese bien.
Publicado el 07/08/2020
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¿Por qué no le dices? [Higuel]
FanfictionHan pasado 11 años y las cosas parecen haber quedado en el olvido, pero solo los involucrados saben que no es así. Aun existen peligros al asecho; un paso en falso y todo podría quedar reducido a cenizas. Pero es en medio de este caos que un par de...