Capítulo 13

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Narra Vero:

Tras pasar el primer día del año con todos los compañeros, nos tuvimos que despedir de ese precioso paisaje y de las maravillosas vacaciones que nunca en mi vida olvidaré. Igor, Gilberto y Marco se iban a ir a Mallorca a pasar el resto de las navidades con su familia española, pero después de que Marco insistiese una y otra vez para que me fuese con ellos, me uní yo también al viaje, aunque debería estar en mi casa si o sí el día 5 para pasar los Reyes con mis padres y mi hermano.

Durante todo el trayecto estuve como un flan recién hecho, no sé porque estaba así realmente, si era porque iba a conocer a toda la familia de Marco o porque tengo terror a los aviones. Después de una hora de avión, por fin llegamos a Mallorca. Al llegar a su casa, Marco cogió mis maletas y las subió a su habitación, me cogió de la mano y me hizo montarme en el coche. Cuando me quise dar cuenta, estaba entrando por la puerta de un cementerio, así que supuse que me llevaría a la tumba de su madre. Marco me llevó allí para que su madre me conociese. Él le dijo: "Mamá esta es Vero, mi novia. Durante este poco tiempo, ella ha sido la que ha estado ahí para mí y yo para ella, la cuido como tu me enseñaste a cuidar a la gente. Sabes que esta todo el tiempo preguntándome sobre ti, por como eras, como hacías para que la gente te cuidase tanto. Te acuerdas de aquella noche que llegue a casa, tras el europeo sub-16 que en el momento en que te vi te hable de una niña pequeña de rizitos, con unos ojos grandes y brillantes, pues era ella mamá, era Vero y ahora está conmigo. Mamá, la quiero mucho y me hace muy feliz, eso es lo que más me gusta de ella que en cualquier instante te saca una sonrisa". Mientras que Marco decía esas palabras, yo estaba formando un océano en mi cara de tanta agua que expulsaban mis ojos. Justo cuando Marco terminó de hablar con su madre le abracé con todas mis fuerzas, le quité las lágrimas que amenazaban con salir.

Marco se fue al coche a por las flores que había traído para ponerle a su madre, y ahí me puse a hablar con María. Le di las gracias por absolutamente todo, por tener a un hijo luchador, fuerte y perfecto. Por haber educado a un chico con tanto amor para dar. También le confesé que me sentía muy afortunada por estar al lado de Marco y que le quería muchísimo.

De repente escuché un llanto, y al girarme vi como Marco lloraba y como sonreía a la vez mientras que me escuchaba. Me acerqué a él para volver a envolverle entre mis brazos, pero él sólo me besó. Tras ese beso que jamás nadie me había dado, Marco cogió mi cintura y nos acercamos de nuevo a la tumba de su madre. Él se agachó y le dio las gracias por haberme puesto en mitad de su camino.

Al despedirnos de su madre, nos montamos en el coche y pusimos rumbo a una cala que según Marco me iba a encantar, ya que ahí pasaba el tiempo con su madre. Durante todo el camino, Marco conducía con la mirada fija en la carretera, pero hacía suaves movimientos con sus dedos en mi rodilla.

Marco dejó el coche aparcado en el parking de la cala, y me quede enamorada de las magníficas vistas, no me extraña que Marco y su familia pasasen el tiempo aquí y desconectasen.

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Cómo un chico de Mallorca cambió mi vidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora