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No iré a la estúpida fiesta —volvió a decir Millie.

La castaña se encontraba recostada en su sofá favorito de la sala, tenía una manta sobre sus piernas y en la mesita de centro había varios botes de helado apilados en dos filas. Ella llevaba puesto un suéter que le quedaba bastante grande y tenía manchas de helado, su cabello estaba revuelto y sus ojos aún estaban cristalizados. Tenía el control de la televisión en una mano, mientras que con la otra tomaba una cuchara del helado de chocolate y la llevaba a su boca.

Dejó la cuchara en el bote de helado y tomó su celular.

Lo siento, Jack. Pero interrumpes mi semana de películas y llanto... mierda, no tenía una semana de estas desde hace tanto.

Estaba por colgar la llamada, pero el castaño volvió a hablar.

No has salido de tu casa desde la semana pasada y nos has pedido a Gaten y a mi que te comprásemos helado más de tres veces, así que, ven a la fiesta o te olvidas de que te llevemos dos botes más de helado.

—¡Eso es chantaje!

—Me importa poco si es o no chantaje, tienes que venir a la fiesta y punto —dijo el chico, para después cortar la llamada.

Millie lanzó el celular al otro sofá y se cruzó de brazos. Miró su bote de helado y suelta un suspiro al notar que únicamente le quedaba la mitad.

No quería ir a una fiesta en ese momento y aún más sabiendo que Finn seguramente iría.

Bueno, lo quisiera o no, tendría que ir a la tienda. Así que, se puso de pie y fue a su habitación, se vistió con el primer pantalón y blusa que encontró, no le importaba ni un poco que la roba combinaba o no, sólo iría a la tienda a comprar helado, no a una cita con Finn.

Una vez que estuvo lista, abrió la puerta de la entrada y salió.

[✰]

Fue hasta el pasillo en donde se encontraban los congeladores, abrió la puerta del que contenía los helados y tomó un bote de helado de caramelo con nueces, uno de chocolate y otro de vainilla.

Puso el helado sobre la barra del mostrador.

¿Eso es todo, chica linda? —preguntó el chico que la atendía, el mismo chico que la había atendido la última vez que fue ahí con Finn.

Sí —dice, buscando dinero en el bolsillo de su pantalón.

Doce dólares.

La castaña miró al chico con sorpresa y algo de indignación, sólo llevaba tres estúpidos botes de helado.

Siguió buscando más dinero.

¿Hoy no te acompaña tu novio?

Frunce el ceño. —¿Disculpa?

—Tu novio —repite —. El chico alto, cabello ruloso y pecas.

Una sonrisa tonta apareció en el rostro de la chica al recordar a Finn.

No es mi novio.

—¿Ah no? —Millie niega —. Entonces tengo oportunidad.

Millie mira al chico de cabello rubio con atención. No le parecía ni un poco atractivo y, por si fuera poco, las veces que había ido ella a aquella tienda había visto a ese mismo chico coquetear con todas y cada una de las chicas que entraban y salían de esa tienda.

Pizza || FillieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora