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Tenía que ser honesta, la única razón por la que se encontraba en aquella fiesta era para poder ver y hablar con Finn, no había ninguna otra razón. Extrañaba a Finn y eso era todo.

Por suerte, esta vez no había llegado temprano como en otras ocasiones, la música ya empezaba a sonar cuando ella estaba fuera del departamento que Jack y Gaten compartían, aún no entendía cómo era posible que los vecinos jamás se habían quejado de sus ruidosas fiestas.

La puerta se abrió, dejando ver a Jack, no tenía mucho que la había visto, pero él igualmente sonrió con alegría al ver a la castaña, quizás era porque desde hace una semana que no la veía con algo que no fuese ese suéter con manchas de comida y su cabello despeinado.

Mills, ¿cómo estás? ¿Te sientes mejor? —preguntó Jack.

—Creo que sí —ella sonrió —. ¿Finn ya esta aquí?

El chico rió y dejó pasar a Millie. —Aún no, pero seguramente llegará en un par de minutos, a Gaten se le escapó mencionar que quizás estarías aquí —explica, caminando hacia la cocina y entregándole un vaso con limonada a la castaña — y Finn de inmediato dijo que estaría aquí.

Ella asintió con una pequeña sonrisa y fue a sentarse en uno de los sofás, estaría ahí hasta que viese a su amado Finn entrar por la puerta.

[✰]

Los minutos pasaron y ella comenzaba a aburrirse, definitivamente Finn no tenía intención alguna de llegar temprano a la fiesta, tendría que esperar más para poderlo ver, para poder disculparse con él.

Pero sus pensamientos se esfumaron y de inmediato levantó la cabeza cuando la puerta se abrió y su risa se escuchó. Se puso de pie y con una sonrisa camino en dirección a la puerta, lugar donde se encontraba Finn y Jack, puesto que el castaño era quien lo estaba recibiendo y dejó de caminar, su sonrisa se esfumó cuando una chica de cabello rubio entró acompañada detrás del pelinegro.

Miró a la chica con atención, jamás la había visto, pero sabía que era amiga de Finn, pues había llegado junto a él y el chico parecía estarla presentando a Jack. Podía sonar tonto, pero lo único que pasó por su cabeza fue que Wolfhard quizás había encontrado ya a alguien más.

Se dio la vuelta y camino hasta la cocina, para tomar otro vaso de limonada, pero su acción fue interrumpida por Romeo, quien tomó la muñeca de la chica y la obligó a girarse.

¿Tu otra vez? —preguntó Millie, molesta.

¿El repartidor de pizzas, Millie? ¿De verdad?

Frunció el ceño con confusión, no entendía a lo que se refería, pero segundos después entendió, Romeo estaba molesto porque ella había estado saliendo con Finn.

La castaña lo ignoro por completo y se soltó de su agarre.

—¿Qué tiene él que no tenga yo? Tengo todo y más de lo que tiene él.

—¿Lo ves? Es esa actitud de mierda que te hace ser malditamente odioso —dijo ella.

¿Es eso? ¿Mi actitud? ¡La cambiaré!

—Tu eres idiota —Millie ríe —. Tu actitud es únicamente una razón más, la realidad aquí es que me engañaste, me engañaste con la primera chica más linda que yo se te puso enfrente y, cuando fui a terminar contigo, ni siquiera te importo —sus ojos comenzaban a cristalizarse, quería a Finn en ese momento —. Ahora que ella te dejo, vienes a buscarme a mi, pero no pienso perdonar nada de eso, Romeo.

Pizza || FillieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora