El desastre del que me enamoré

Capítulo Siete

Este capítulo se comenta, está largo a como les gusta, dejen el fantasmeo y voten. Disfruten de la lectura. 

—Solo nos queda esperar su evolución, continuar el tratamiento bajo el que estaba y cuidar su corazón.

—¿Entonces el trasplante queda descartado? —preguntó Sebastián muy concentrado en todo lo que decía el doctor frente a nosotros.

—En este momento su corazón no soportaría una intervención así, vamos a apostar por el tratamiento.

Los tres asentimos a la vez en el mismo silencio tenso en el que habíamos estado, Sandy fue la primera en ponerse de pie cuando el doctor salió de la habitación, mostrándose nerviosa.

—¿No creen que es muy pronto para que lo pasen de nuevo a este cuarto? ¿Y si tiene otra crisis? No sé, pero deberíamos consultarle a otro médico, papá tuvo varios infartos.

—Princesa si el doctor dice que ya está mejor debemos confiar en él, de verdad no ha tenido una sola crisis, he pasado a su lado estos días y su mejoría es notoria —explicó Sebastián.

Bostecé por cuarta vez consecutiva mientras mi hermana caminaba de un lado a otro en el pequeño espacio de la habitación, estiré las piernas buscando una posición más cómoda para dormir aunque fuese por breves minutos. El sonido de las voces de mis hermanos era cada vez más lejano a medida que mis párpados que se sentían pesados se cerraban.

Estaba agotado física y mentalmente, sintiéndome culpable por estar ausente en un momento tan importante, los días sin dormir me estaban cobrando factura dejándome distraído como no lo fuí nunca.

—¡Santiago! —el grito de mi hermana provocó que me sentara de golpe, me quité los lentes antes de pasar las manos por mi cara en un intento de espabilarme— ¡Estabas dormido!

—No —dije bostezando de nuevo.

—¿No? ¡Estabas roncando! ¿Cómo puedes dormir en una situación así? Papá está delicado, deberíamos obligar a los doctores que lo tengan más tiempo en terapia intermedia, me pasé leyendo toda la noche acerca de casos como el de papá y

—Supongo que la información que leíste en algún sitio de internet, es más completa que todo lo que estudiaron los doctores a lo largo de sus carreras ¡Sandra deja de ser tan negativa! Por un demonio atraes desgracias.

—¡Santi Sebastián me gritó!

—No le grites —con la poca energía que tenía, lo señalé en un gesto de advertencia.

—Santiago no te duermas de nuevo.

—Lo siento princesa, estoy agotado de verdad, los he escuchado a los dos, y Sebas tiene razón, papá está mejorando confiemos en los doctores, ellos saben lo que hacen.

Aunque soné seguro y convincente no logré calmarla, ambos continuaron con esa discusión que se caldeaba cada vez más, tomé la almohada que días atrás Manu le llevó a Sebastián, y busqué otra posición para dormir. Ignoré los chillidos de Sandy, y las maldiciones que soltaba mi hermano, caí en un sueño profundo que solo terminó cuando alguien sacudió uno de mis hombros.