Wattpad Original
Te quedan 15 partes más de forma gratuita

Capítulo uno

58.3K 2.8K 1.2K
                                    

Antes de comenzar, gracias por estar aqui

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Antes de comenzar, gracias por estar aqui. Nos leemos cuando sus votos me impresionen y me alienten a actualizar, comenten mucho y disfruten de la lectura, hay un premio para la que encuentre algo que les compartí hace mucho, dentro de este capítulo. Besos, G. 

Los gritos de mi hermana captaron la atención de todas las personas que estaban a su alrededor, solté la maleta que arrastraba, por la impresión que me dio verla a escasos metros de distancia, repetía mi nombre con la voz entrecortada, mientras me acercaba a ella con pasos rápidos.

Me dolía la cabeza como consecuencia de la preocupación y la falta de sueño que me aquejaba, cada paso que dí, empeoró el malestar que no me dejaba tranquilo, no tenía ánimo de sonreír. Mi hermana me miraba con los ojos llorosos, cuando estuve frente a ella, tiré la mochila que cargaba sobre los hombros, respiré profundo preparándome para lo que se aproximaba, y abrí los brazos aguardando por ella, que saltó hacia mí con la misma efusividad de siempre, riendo entre lágrimas sin dejar de gritar.

—¡Santi! Te he extrañado muchísimo —confesó entre sollozos, la abracé con más fuerza al percibir como su cuerpo daba pequeños saltas, a causa del llanto que se hacía más intenso.

—Princesa, tranquila.

—No sabes lo mal que la he pasado sin ti, Sebastián no tiene idea de que hacer, te necesitamos tanto.

—Ya estoy aquí —respondí a la vez que intentaba en vano romper el abrazo, Sandra me sujetó con más fuerza al darse cuenta de mi intención.

—Tardaste mucho, han sido las dos semanas más horribles de mi vida.

—Sandra, ya cálmate —pedí irritado, el agotamiento provocaba que mi paciencia disminuyera notablemente.

—Tengo miedo, si papá se muere no me va a quedar nada, seré huérfana Santi.

—Princesa —susurré abrazándola protectoramente, por mucho que me fastidiara, tenía una necesidad fortísima de consolarla, verla frágil era mi debilidad—. Todo va a estar bien, papá saldrá de esta como lo ha hecho siempre, ya estoy aquí, me haré cargo de todo, no tendrás porqué preocuparte.

—Promete que papá se pondrá bien.

—Lo prometo.

—Te quiero mucho, no te vuelvas a ir nunca.

—Tú te fuiste primero —respondí un poco más tranquilo al escucharla suspirar con alivio.

—Te dije te quiero, debes responderme.

—Yo también te quiero muchisimo, ahora suéltame que debemos apresurarnos, tengo que hacer mil cosas, quiero ver a papá.

La solté poco a poco, escuchando como se quejaba de mi supuesta frialdad, mientras caminábamos la detuve por un segundo para darle un beso en la frente, que silenció sus reclamos y la hizo sonreír. Aún confuso por el viaje y las circunstancias en las que se presentó, seguí caminando a su lado, solo asintiendo a todo lo que salía de su boca.

El desastre del que me enamoréDonde viven las historias. Descúbrelo ahora