—Creo que me tomé la botella sola, estoy alucinando —dio un paso hacia atrás, sin dejar de verme con desconcierto e incomodidad a la vez—. Estoy mareada.
Intenté decir algo, reaccionar ante su comentario, pero mi mente se quedó en blanco, lo único que hice fue mirarla por largos segundos, hasta que se tambaleó entre risas absurdas. Fue entonces cuando mis manos fueron directo a su cintura, la sujeté con cuidado, observándola con más atención.
Sus ojos estaban apagados, seguramente adormecidos por el alcohol que había tomado, no dejaba de verme fijamente provocando que mi corazón se acelerara aún más, una sonrisa torpe se dibujó en sus labios mientras llevaba la mano hasta mi barbilla, dejé de respirar al instante que me regaló aquella caricia que había extrañado tanto. Recordé como solía extender la mano y yo acercaba mi rostro solo para verla sonreír.
—No estoy tan borracha, eres tú.
—¡Valen! —la sujeté usando más fuerza al sentir como se deslizaba de mis manos, posó las manos en mis hombros, aferrándose para no caerse—. ¿Cuántos has tomado?
—Mierda, siento que todo me está dando vueltas.
Pasé el brazo por su cintura, instándole a caminar hacia la mesa donde estaba Sebastián, pero no se movió, apartó mi brazo apenas Manuel se acercó, sin pensarlo avanzó hasta él que la dirigió a la mesa abrazándola por la cintura. La sensación que me dejó en el cuerpo después de tenerla cerca, me recordó el porqué dude tanto en asistir a ese lugar, verla había abierto una herida que estaba lejos de cicatrizar.
La atención de todos estaba volcada en ella, reía a carcajadas mientras Manuel le ofrecía agua y Sebastián le daba aire con las manos, la emoción del momento no me dejaba procesar lo que estaba ocurriendo, lo único que entendía era que la había besado, y ella correspondido. Manu se levantó de la silla que ocupaba a su lado, para acercarse a mí que permanecía frente a ellos con los brazos cruzados observando a Valentina.
—Comenzó a festejar desde temprano —explicó—. Estaba muy contenta por lo de su graduación, pero creo que las cosas se le fueron de las manos.
—Estoy seguro que sí, quiero hablar con ella —dije esperando que no me detuviera, le hice un gesto a mi hermano que seguía casi sobre ella, para que me hiciera un espacio entre ambos, Valen alzó las cejas cuando me senté a su lado, la sonrisa que había estado en sus labios desapareció, la preocupación que reflejaba su rostro me hizo sentir muy mal, yo estaba emocionado por tenerla cerca, ella parecía aterrada ante mi presencia.
—Si eres tú.
—¿Estás mejor?
—¿Qué haces aquí? —preguntó mientras se acercaba más a mí, parpadeó varias veces esperando una respuesta que me estaba costando mucho trabajo dar.
—Me invitaste, quería verte, felicitarte.
Cruzó las piernas al mismo tiempo que negaba moviendo la cabeza lentamente, el nerviosismo que sentía que me hacía actuar como un estúpido que no podía dejar de verla.
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El desastre del que me enamoré
RomanceUn escritor difícil y una editora novata unidos por el amor. Santiago está decidido a recuperar a Valentina, para conseguirlo deberá enfrentar las consecuencias que dejó su oscuro secreto. *** Tr...
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