— ¿Qué hay, Andy? —Caroline se sentó al lado de su único y mejor amigo. La escalera en la cual se habían sentado estaba húmeda por la reciente lluvia, pero ambos lo ignoraban.
— ¿Que qué hay? —respondió este, dandole una última calada a su cigarrilo, antes de tirarlo al suelo y aplastarlo con su pie izquierdo— Mierda y más de eso.
— Esa es la actitud —utilizó el encendedor de Andy para encender uno de los tantos cigarros que ese mismo robaba para ella.
Derrotada por el cansancio, Caroline apoyó la cabeza en el hombro de su amigo.
— ¿Cómo estás, Car? —le preguntó este.
Antes de que Caroline pudiera responder, Patrick apareció frente a ellos.
— Oh —declaró— Andy, Caroline. Encontraron mi escondite.
La chica suspiró.
— Bien. Ni salteandonos clases logramos fumar en paz.
Ocurrió rápido, tanto que incluso se asustó. Fue extraño, algo que nunca hubiera imaginado. Pero pasó.
De pronto, Andy tomó la cara de Caroline con una mano y con la otra acarició su abdomen. La besó, de una forma extravagante y apasionada.
Duró unos segundos; tal vez diez, tal vez quince.
Cuando se separaron, descubrieron a un Patrick sorprendido, observandolos con atención.
— Da igual, no sabía que estaban ocupados. Pueden quedarse, me voy yo —se dió la vuelta y caminó con apuro.
Cuando estuvo lo suficientemente lejos, Caroline soltó el aire que había sostenido hasta el momento.
— ¿Qué fue eso?
— Solo una mentira, Car. Y funcionó. Se alejó. ¿Viste su cara? ¡Lo creyó, Car! ¡Creyó que queríamos besarnos en esta maldita escalera! Te dije que era un tonto.
"Lo creyó, Car. Una mentira. Solo una mentira."
Como si nada hubiera pasado, Andy encendió otro cigarrillo y esperó a que lloviera una vez más.
***
Elizabeth se encontraba, una vez más, caminando por aquellos insufribles pasillos.
Nadie en la escuela hacía caso omiso a su ropa llamativa o a su actitúd de desinterés.
Cada paso significaba un susurro.
"Mira que linda es"
"Lo tiene todo"
Se equivocaban. Siempre lo hacían.
***
Cameron se encontraba en el sector de natación observando la clase de natación que nunca se había atrevido a tomar.
Le gustaba ver cómo los cuerpos se volvían libres en el agua.
Entre todos los nadadores, divisó a Toby. Suspiró al verlo, ¿qué iba a hacer? ¿Realmente le gustaba? Tantos rumores lo habían confundido. Cameron estaba en medio de la verdad y los chismes.
— Enamorado —dijo una voz detrás de él.
Se volteó. Ahí estaba Dylan, un chico mayor que él cuyo cuerpo tatuado transmitía cierto miedo a gran parte de los estudiantes de aquel instituto.
— Serás idiota, mariposa. ¿Crees poder ocultarlo, princesita? Yo lo veo. Pero, lamento decirte que a Toby le gustan las chicas. Hablo en serio, busca por otro lado.
— Dylan —dijo de repente Cameron—, se que estás acá para ver a Lía. Tranquilo, no voy a decír nad....
Se calló al ver cómo el chico que tenía frente a él se volvía una furia.
Antes de poder retroceder, sintió cómo un puño golpeaba su cara. Y, sin mas, todo se tornó negro.