Elizabeth caminaba por el campo del colegio. Por el horario que era se encontraba vacío.
Le gustaba caminar así en esas horas, sin nadie que susurre realidades imaginarias.
Como que lo tenía todo, por ejemplo.
Ella no tenía nada, y ese era el problema. Nada más que su bello rostro y cuerpo perfecto. Nada más que odio que la gente le tenía.
Pensó en sentarse, en el suelo, a no hacer nada. (Porque eso lo era todo en su vida, nada)Pero, sin previo aviso, alguien la tomó por la espalda.
Unas manos desconocidas le taparon la boca.
Otras le ataron una venda a los ojos.
El resto simplemente la tomó por distintas partes del cuerpo.
Elizabeth no tenía idea de cuantas personas había allí, sosteniendola y arrastrandola a quién sabe dónde.
De pronto escuchó el ruido de un auto, seguido por el acto que aquellas manos realizaron al subirla a tal.
Estaban secuestrandola.
No intentó gritar, y tampoco resistió.
Ya saben. Nada.
***
Un cigarrillo.
Dos cigarrillos.
Tres cigarrillos.
¿Había creído Caroline que ese beso era verdadero?
Porque no lo era, claro estaba. Al menos no para Andy.
Cuatro cigarrillos.
No había sentido nada.
Absolutamente nada.
Cinco cigarrillos.
Ya estaba acostumbrado a ello.
Seis cigarrillos.
Al vacío.
***
Toby se encontraba en el vestuario de hombres del sector de natación.
Primero se secó, exausto por tanto entrenamiento.
Luego, poco a poco, se vistió.
Había visto como aquel chico...Dylan, creía recordar, golpeaba a Cameron.
Cameron.
¿Que sucedía con ese chico?
Lo había atrapado observandolo muchas veces el último semestre. Corrían, incluso, rumores de un posible interés en tal.
— Da igual —le susurró al espejo— El capitán del equipo de natación no tiene tiempo para preocuparse en ello.
Ni en ello, ni en nada.
Toby era un chico lleno de palabras, a punto de explotar.
Temía que las palabras se volvieran tan pesadas que, en algún momento, lo undieran en el fondo de la piscina.
***
Caroline se miró al espejo.
Solo una mentira, Car.
El día, luego de aquel beso, había transcurrido de manera pesada.
Ahora se encontraba en su casa, mirando en aquel espejo su reflejo.
Su maquillaje estaba corrido, ¿por qué estaba llorando?
Lo creyó, Car.
Sin poder resistirse, le gritó a su reflejo.
"Inútil. ¿Para qué quiero verte? Simplemente esfumate."
Creyó que realmente queríamos besarnos.
***
— No sé desde cuándo —Blanca sollozaba como nunca antes lo había hecho— Desde ella, supongo.
— Tranquila, Blanca —la consolaba Urania— No llores, no llores. Esto no es malo. Por favor, no estés así, no vale la pena.
Su piel palida había tomado un tono colorado a causa de tanto llanto. Tenía la cabeza undida en una almohada y solo alzaba la vista para hablar.
— ¿Quién es, Blanca? ¿Quién te gusta?
Se incorporó y contuvo el llanto, para poder hablar de forma clara.
— Caroline. Caroline Kate.