Elizabeth se encontraba en la oficina del director: el lugar más perfeccionado de la escuela, claro.
Tenía ropa prestada y, así mismo, una manta que la protegia de un frío que no sentía.
- Entonces, ¿no tenes ni una sospecha?
- Le dije que no pude ver nada.
El señor Bernasconsi, director de aquel instituto, se romovia nervioso en su costosa silla forrada de cuero.
- Elizabeth. Esto es un grave problema. Es un delito, uno terrible. Fuiste secuestrada, maltratada y eso paso en mi colegio. Necesito que pienses.
Poco a poco, un nudo se formó en su garganta. Sintió sus ojos vidriosos, y unos grandes deseos de desaparecer.
- ¿Puedo ir al baño?
Cuando el señor mayor de cabello oscuro, con algunas canas y varios lunares en su rostro le dio el permiso, Elizabeth se levantó y dirigió al baño que poseía el despacho de tal.
En cuanto entró, se vio reflejada en un gran espejo y el verse a si misma le provocó un gran susto.
Tenía moretones en su cuello, clavícula, y mejillas. Su rostro estaba repleto de rasguños y tenía un ojo inflamado. En el alto derecho de su frente había un corte medianamente profundo que ardía muchísimo.
Elizabeth no supo como reaccionar frente a su reflejo. Así que, como solía hacer, se quedo allí parada pensando en,
Ya saben,
Nada.
***
Según el estudio de Andy, los labios de Candace se sentían suaves.
Según el sentido de Candace, los labios de Andy sabían a cigarrillo.
Según Caroline, los dos se veían asquerosos besándose. O, tal vez, lo asqueroso era el sabor de las lagrimas que aquella escena lograba desatar.
Candace y Andy seguían besándose, a "escondidas" en el salón de química. Pero Caroline los había encontrado. Y, observarlos por la ventana de la puerta, era realmente doloroso.
Cuando se separaron, jadeando, Andy preguntó:
- ¿Te gustaría venir al baile conmigo?
Entonces Caroline no pudo soportarlo más.
Y se fue.
***
Blanca esperaba sentada en el baño a que Urania decidiera salir de este.
Diez minutos habían pasado y la chica seguía encerrada en un cubículo.
- Uri -se quejo y resopló a la vez- es tard...
La puerta se abrió y Blanca descubrió por qué Urania había tardado tanto. Sus ojos estaban irritados y le costaba respirar. Sonrió, como si nada hubiera pasado.
Luego levantó la vista y miro su reflejo en el espejo del baño. Sin darse cuenta, frunció el rostro e intentó reprimir las lagrimas.
Blanca se acercó y, con su bolso, golpeó el espejo. Este se quebró en decenas de pedazos y ya no fue posible verse en el.
- Gracias -susurró Urania.
Después de agradecer, optó una pose erguida y respiró con normalidad.
Blanca estuvo a punto de decir que debían irse, pero en ese mismo instante alguien entró, violentamente, al baño.
Caroline entró y, sin siquiera mirar, se encerró en un cubículo.
Urania miró a Blanca y, mediante señas, le indicó que la dejaría con ella. Acto seguido, se dio vuelta y salió del baño.
- Car -era la primera vez que le dirigía la palabra. Su respiración era acelerada y sus manos sudaban de una manera poco normal.
Caroline salió y la miró.
- No entiendo por qué me abrazaste.
- Puedo ser... tu amiga.
***
Cameron estaba observando nuevamente la clase de natación. Toby se movía de forma elegante y sofisticada. Cada centímetro que avanzaba era digno de ver.
- Ay, enamorado -Dylan se sentó al lado de Cameron y suspiró- ese ojo no se te ve bien.
- Puedo irme, si te molesto -dijo sin atreverse a mirarlo.
- De hecho, podemos hablar.
Cameron siempre lo había sospechado. Dylan era otro chico duro que necesitaba un amigo.
- ¿Sobre Lía?
- Quiero ser diferente. Diferente a esto. Quiero merecerla. Quiero que realmente me ame. Como yo la amo a ella.
- Quiero que Toby me vea como yo lo veo a él.
Dylan se paró y Cameron lo imitó.
- ¿A dónde vamos?
- Fuera.