Capítulo 5.

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Elizabeth se encontraba en la oficina del director: el lugar más perfeccionado de la escuela, claro.

Tenía ropa prestada y, así mismo, una manta que la protegia de un frío que no sentía.

- Entonces, ¿no tenes ni una sospecha?

- Le dije que no pude ver nada.

El señor Bernasconsi, director de aquel instituto, se romovia nervioso en su costosa silla forrada de cuero.

- Elizabeth. Esto es un grave problema. Es un delito, uno terrible. Fuiste secuestrada, maltratada y eso paso en mi colegio. Necesito que pienses.

Poco a poco, un nudo se formó en su garganta. Sintió sus ojos vidriosos, y unos grandes deseos de desaparecer.

- ¿Puedo ir al baño?

Cuando el señor mayor de cabello oscuro, con algunas canas y varios lunares en su rostro le dio el permiso, Elizabeth se levantó y dirigió al baño que poseía el despacho de tal.

En cuanto entró, se vio reflejada en un gran espejo y el verse a si misma le provocó un gran susto.

Tenía moretones en su cuello, clavícula, y mejillas. Su rostro estaba repleto de rasguños y tenía un ojo inflamado. En el alto derecho de su frente había un corte medianamente profundo que ardía muchísimo.

Elizabeth no supo como reaccionar frente a su reflejo. Así que, como solía hacer, se quedo allí parada pensando en,

Ya saben,

Nada.

***

Según el estudio de Andy, los labios de Candace se sentían suaves.

Según el sentido de Candace, los labios de Andy sabían a cigarrillo.

Según Caroline, los dos se veían asquerosos besándose. O, tal vez, lo asqueroso era el sabor de las lagrimas que aquella escena lograba desatar.

Candace y Andy seguían besándose, a "escondidas" en el salón de química. Pero Caroline los había encontrado. Y, observarlos por la ventana de la puerta, era realmente doloroso.

Cuando se separaron, jadeando, Andy preguntó:

- ¿Te gustaría venir al baile conmigo?

Entonces Caroline no pudo soportarlo más.

Y se fue.

***

Blanca esperaba sentada en el baño a que Urania decidiera salir de este.

Diez minutos habían pasado y la chica seguía encerrada en un cubículo.

- Uri -se quejo y resopló a la vez- es tard...

La puerta se abrió y Blanca descubrió por qué Urania había tardado tanto. Sus ojos estaban irritados y le costaba respirar. Sonrió, como si nada hubiera pasado.

Luego levantó la vista y miro su reflejo en el espejo del baño. Sin darse cuenta, frunció el rostro e intentó reprimir las lagrimas.

Blanca se acercó y, con su bolso, golpeó el espejo. Este se quebró en decenas de pedazos y ya no fue posible verse en el.

- Gracias -susurró Urania.

Después de agradecer, optó una pose erguida y respiró con normalidad.

Blanca estuvo a punto de decir que debían irse, pero en ese mismo instante alguien entró, violentamente, al baño.

Caroline entró y, sin siquiera mirar, se encerró en un cubículo.

Urania miró a Blanca y, mediante señas, le indicó que la dejaría con ella. Acto seguido, se dio vuelta y salió del baño.

- Car -era la primera vez que le dirigía la palabra. Su respiración era acelerada y sus manos sudaban de una manera poco normal.

Caroline salió y la miró.

- No entiendo por qué me abrazaste.

- Puedo ser... tu amiga.

***

Cameron estaba observando nuevamente la clase de natación. Toby se movía de forma elegante y sofisticada. Cada centímetro que avanzaba era digno de ver.

- Ay, enamorado -Dylan se sentó al lado de Cameron y suspiró- ese ojo no se te ve bien.

- Puedo irme, si te molesto -dijo sin atreverse a mirarlo.

- De hecho, podemos hablar.

Cameron siempre lo había sospechado. Dylan era otro chico duro que necesitaba un amigo.

- ¿Sobre Lía?

- Quiero ser diferente. Diferente a esto. Quiero merecerla. Quiero que realmente me ame. Como yo la amo a ella.

- Quiero que Toby me vea como yo lo veo a él.

Dylan se paró y Cameron lo imitó.

- ¿A dónde vamos?

- Fuera.


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