Urania era el ser humano que más cerca había estado de Blanca jamás. Esta última apartaba al resto, con terror y... ¿dolor?
Pero, si era tan cercana era a ella, ¿por qué no podía decirselo y ya?
"Urania, creo que me gustan las mujeres"
— Blanca, ¿te pasa algo? —le preguntó.
— Uri —respondió. Estaban sentadas, dentro del baño del colegio, intentando esconderse del resto de los estudiantes—, tengo que irme. No me siento bien. ¿Creés que pueda ir a tu casa hoy por la tarde? Necesito hablar de algo importante.
— Claro —dijo Urania— Esperá, Blanca, ¿estás llorando?
No se atrevió a mirarla, tampoco a responder. Simplemente se puso de pie y salió de ahí, corriendo para que nadie viera sus ojos despedir aquella agua.
***
Cuando Cameron despertó, estaba en la enfermería escolar. Un lugar pobremente adornado aún con temática de halloween.
— Está adornado desde el pasado año —alguien habló y Cameron se alteró, no había notado la presencia de nadie— Soy Urania. Vi como te pegó y te traje a la enfermería con Dylan.
Después de ese extraño episodio con Blanca, Urania había decidido observar la clase de natación y había llegado en el momento justo.
— ¿Tengo un moretón? —Cameron ignoró lo que la chica le había dicho.
Esta le alcanzó un espejo y rió.
— Te metiste con Dylan. Tenés un moretón y un millón de problemas.
Cameron maldijo al ver una marca morada en su mejilla derecha.
Luego recordó qué había estado haciendo antes de quedar inconsciente. Observar a Toby.
Sin más, se puso a llorar. ¿Todo llegaba a ese chico?
— Cameron —Urania se acercó— ¿Qué pasa? Cam, mirame.
Eso hizo.
— Vos también lo sabés, Urania.
— No. ¿Es por lo que ellos dicen?
— Empiezo a creer que lo que ellos dicen es verdad.
La joven asintió y se sentó en la camilla.
— ¿Toby?
— Toby.
— Eso no es un motivo para llorar. Digo, ¡te gusta un chico! ¿Qué es lo malo de eso? A la mierda ellos.
— Es más que eso, Ariana.
— Es Urania —corrigió esta, pero Cameron siguió hablando.
— No es solo lo que todos piensen. Es imposible. Dylan me lo dijo, aunque ya lo sabía, a Toby le gustan las chicas. Dios, ¡ni siquiera sé por qué me preocupo, no estoy seguro de si me gusta o no! ¿Alguna vez sentiste esto?
— Eso no, pero...
— ¿Te gusta alguien?
— ¿Jurás no decírselo a nadie?
Cameron le tendió la mano, en forma de trato. Urania la tomó y se dieron un corto apretón.
— Patrick —susurró.
***
Patrick estaba abrochando su camisa de manera apurada y desprolija.
Otra sesión de besos vacía.
— Estás despeinada —declaró mirando a su más reciente juego.
— No me digas —dijo Candace, arreglando sus medias largas.
No había sido diferente esa vez. Candace era preciosa, pero aún todo era vacío.
Como ella.
Como el.
Ninguno de los dos había sentido nada. Ni siquiera deseo o diversión. Solo un poco menos de vacío. Nada suficiente.
Pero eso estaba bien porque, después de todo, ellos no eran chicos para el amor.