Kyüseishuu

Trust

La cosa se pone algo seria n.n ya veréis por qué lo digo (; aunque el título da una pista sobre lo que pasará.

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En los siguientes 9 días vi la pasión del peliverde hacia su trabajo. La forma en que leía libro tras libro sobre medicina y plantas. El cómo estudiaba casi sin descanso para mejorar y así poder ayudar a más personas.

Me pareció increíble. Y es por esa razón que cuando me pidió el poder recorrer el bosque y así estudiar más de cerca las distintas hierbas, no pude negarme.

Por supuesto que la mayoría de las veces soy yo quien le acompaña, no por nada es mi futura pareja y soy yo quien tiene el deber de protegerle y cuidarle. Durante este tiempo nos hemos estado conociendo mejor, ya no peleamos como el primer día, aunque tampoco diría que nos llevamos de las mil maravillas. Ambos tenemos mucho carácter y en ocasiones nos dejamos llevar demasiado por nuestro orgullo y testarudez, pero en su caso es más porque está nervioso ante mi presencia y la mayoría de mis acciones.

He notado que piensa y analiza demasiado las cosas. Le cuesta mucho el desconectar en la mayoría de las ocasiones. Y es por ello que tiendo a sorprenderle con mis besos o caricias. Me he dado cuenta que eso suele callarle y su cuerpo se relaja de todo el estrés que conlleva el estar siempre analizando cada pequeño detalle y suceso.

Además que también era una forma de lograr que se acostumbrara a mi persona antes. El estar físicamente juntos le hará ser consciente de mi presencia, pero en un buen sentido, no de forma intimidante.

Ese día, después de nuestro usual recorrido por el bosque, la situación llegó a un nuevo nivel cuando me dijo todas esas cosas tan... malditamente sexys. No me considero alguien que se regodea cuando le dirigen un cumplido, no soy tan banal, pero es cierto que con la actitud que el peliverde tiene... un alago suyo significa mucho dado que no es de los que los dará si no lo piensa sinceramente.

Me sentía eufórico cuando confesó lo que pensaba de mí, o bueno una parte de sus pensamientos, y sin darme cuenta ya lo tenía acorralado contra la cama de nuestra habitación. Otro hecho que me hacía sentir extasiado. Nuestra habitación. Puede que en un comienzo el de ojos esmeralda no estuviera del todo de acuerdo en compartir cuarto, o la cama más concretamente, pero ahora he notado como este se acomoda en el suave y mullido colchón sin verse lo más mínimamente incómodo.

Y cuando le abrazo por las noches para juntar nuestros cuerpos todo lo posible, él simplemente se acomoda mejor hasta dejar su rostro contra mi pecho. Mi corazón palpita con mayor velocidad cada vez que el peliverde hace algo que demuestra su aceptación hacia mi persona y lo que nuestra relación conlleva. Definitivamente, estamos yendo hacia la buena dirección.

Pasamos gran parte de lo que restaba de día en la cama, besándonos casi sin descanso. Sus labios de por si atrayentes con su ligero color rosado, ahora me parecían lo más tentador del mundo pues se encontraban hinchados y de un profundo tono cereza. Su cabello estaba ligeramente desordenado, su color verde un claro contraste con el blanco de las sábanas. Y sus ojos... dios se apiade de mí. Sus ojos se encontraban brillando de excitación, sus pupilas dilatadas daban a entender lo perdido que estaba en las sensaciones que le provocaba a su cuerpo con mis acciones.

No obstante, mi mayor perdición, fue su sonrisa. Puede que él no se haya dado cuenta, pero con ese gesto me dio a entender todo lo que necesitaba saber. Quería estar conmigo. Quería quedarse a mi lado. Y el sentimiento que me embargó fue tan abrumador que sentí que lloraría en ese mismo momento. No tuvo que decirme nada... todo mi ser gritaba lo que su boca no había pronunciado. Me sentí feliz y completo cuando nuestros labios volvieron a juntarse, esta vez siendo él quien acabó con la distancia.