EXTRA

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¡Tenía que hacerlo! Un 10 años más tarde (aunque en realidad son casi 12 XD)

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- ¡MOCOSO VEN AQUÍ! - ese grito se oyó por toda la mansión causando que a mucho de los que la habitaban les recorriera un escalofrío por todo el cuerpo, excepto, claro está, por la pareja del hombre que acababa de vociferar quien solo rió divertido.

- ¡Mamá, papá está gritando de nuevo! - exclamó divertida una niña de siete años, sus cabellos era dorados como el sol, ondulados hasta por debajo del hombro, sus ojos de un cautivador color esmeralda, su piel fina y pálida como la porcelana, y sus mejillas eran adornadas por adorables pecas.

- Lo sé Kazumi... ya lo he oído, pero... ¿sabrías decirme a quién está gritando? - cuestionó sonriendo maliciosamente el mayor.

- Hmp, eso es difícil de decir... papá llama 'mocoso' a Enki, Izuki y Kijou... - comentó ella frunciendo el ceño. El contrario tuvo que contener las ganas de reír pues ese gesto que hacía la niña al pensar profundamente algo era tan parecido al de su progenitor que le parecía adorable e hilarante a la vez.

- ¡Yo lo sé, yo lo sé! - habló desde la puerta una voz femenina, claramente emocionada. Cuando ambos dirigieron su mirada hacia allí se encontraron con una pequeña niña de cabello corto y ondulado, este era rubio excepto por las puntas que eran de un color verde musgo, sus ojos eran más brillantes que los mismos rubís, su piel también era pálida.

- ¡Miki! ¿Dónde estabas? - preguntó la ojijade haciendo un puchero.

- Fui a preguntarle al tío Denki si jugaría con nosotras al vampiro y las princesas. - respondió la ojirubí orgullosa de su idea. La rubia dio saltitos en su lugar emocionada.

- ¿Y qué dijo? - inquirió impaciente por la respuesta.

- Por supuesto que dijo que si tonta... tío Den nunca nos dice que no. - fueron sus palabras burlonas.

- Me alegro por vosotras preciosas, pero Miki no dijiste a quién le gritaba Kacchan. - recordó el peliverde mayor.

- ¡Ah! ¡Es verdad! Papá estaba persiguiendo a Kijou... pero no se por qué. - dijo la pequeña que al igual que su hermana tenía 7 años, puesto que eran mellizas.

- Mmm... creo que yo tengo una ligera idea del por qué... - murmuró el mayor riendo al tiempo en que negaba con la cabeza con suavidad ante las acciones de su marido.

- ¿Qué, qué, qué? - corearon las dos niñas, pero su madre no les respondió. Este se levantó del sofá y se encaminó hacia la puerta, saliendo del estudio del rubio a paso tranquilo. Suspiró al notar el ligero aire frio que recorrió su cuerpo una vez en el pasillo. Siendo ya invierno, la temperatura había bajado considerablemente y es por ello que él había tomado la rutina de refugiarse en el estudio de su pareja donde podía leer cómodamente envuelto en la calidez de la chimenea y el aroma de su ojirubí.

- Niñas, ¿no ibais a jugar con Denki? - desvió la conversación y supo por el brillo en los orbes de las pequeñas que estas dejarían el tema. No tardaron mucho en salir corriendo en dirección al cuarto de juegos donde de seguro el rubio mayor les esperaba para jugar.

Él caminó por el pasillo siguiendo el aroma de su pareja, poco después se encontró con Eijirou quien sentado en el sofá de la pequeña salita de estar miraba la televisión y hablaba animadamente con un niño de cabellos verdes ondulados y unos curiosos ojos verdes que se difuminaban hacia dentro hasta llegar a un tono rojo profundo.

- Eiji, Izuki. - llamó la atención de ambos quienes no tardaron en girara verle. El pelirrojo se rascó la nuca de forma nerviosa mientras que el niño saltó del sofá y corrió emocionado hasta él, donde saltó a su brazos. - Cariño, sabes que ya estás algo grande para saltarme encima ¿verdad? - inquirió, pero de todas formas alzó en sus brazos al niño de 10 años quien sonriendo le abrazó por el cuello y enterró el rostro en este para respirar su aroma.

KyüseishuuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora