¿Adiós?

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Se acostó en la cama sin dejar de sonreír. Llevaba un buen rato haciéndolo que dolía, sin embargo no podía evitarlo.

Llegó a casa feliz. Cenó junto a su familia feliz. Se dio un baño y fue a la cama feliz. ¿Pero es que cómo no estarlo? ¡Él y su Hyung se habían besado! Sentía las mejillas arderles en fuego. Y es que... Tan solo recordar las manos de él bajo su ropa, acariciándole... ¡Dios que no podía dejar de reproducir eso en su mente! Agregándole las sensaciones que le hizo sentir mientras hacía eso... Todo rojo como un tomate admitió que esperaba que se repitiera pronto. Por un momento pensó que eso llegaría a más, pues ninguno se detenía. Ninguno pensaba.

Y lo mejor de todo. Era mutuo. Lo que sentían por el otro no era solo de amigos... Y eso lo puso más feliz que nunca.

Tardó en quedarse dormido. Pues su mente había estado ocupada en una sola persona. Lo mejor de todo es que él apareció en sus sueños. Como en una historia de amor llegaba por su ventana a la media noche para acostarse a su lado y abrazarle fuertemente. Se divirtieron y conversaron bajo las sábanas. Para así después decir al otro lo que sentían. Y apenado recordó lo que pasó después.

Lo que no supo TaeHyung fue el que HoSeok no cruzó aquella ventana para abrazarle mientras dormía sólo en sus sueños. Pasó en la realidad. El mayor se alejó de su lado cuando vio que faltaba poco para que amaneciera. Dejó en la mesita de noche otra carta junto a una linda pulsera que él mismo hizo y pensaba hacerla después para dársela en su cumpleaños. Desafortunadamente no se pudo.

Salió de ahí sintiendo un dolor en su pecho. Tenía que irse.

Kim despertó cuando el sol ya adornaba el azul cielo con una sonrisa en sus labios. Misma que desapareció al leer la carta de su Hyung. No podía captar aquello. No reaccionaba. Al despertar lo primero que hizo fue ir a buscarla en los bolsillos de su pantalón. Frunció el ceño. No podía creerlo.

Vio a su lado algo que llamó su atención. Una linda pulsera con sus iniciales y una hoja doblada. Otra carta. La leyó. Sin importar que estuviera en pijama salió de su casa rápidamente ignorando los llamados de sus abuelos.

Se paró frente aquella casa. La puerta estaba cerrada. Temblando a pasos lentos se acercaba. Temiendo que no hubiera nadie ahí. Aún su mente necia pensaba que tal vez era sólo cosa suya. O no se atrevía a aceptarlo.

—Oye, chico —Giró un poco al darse cuenta de que le hablaban a él. Era un chico más o menos de su misma altura —Si buscas a alguien ahí... —Habló dudoso. Además le miraba preocupado —Ellos ya se fueron hace unas horas —Presionó sus labios para no echarse a llorar frente a ese chico. Quien se le acercó para colocar una mano en su hombro —No te reprimas... Hazlo

Y le hizo caso.

SILENCIO / HopeVDonde viven las historias. Descúbrelo ahora