MR ROSE

EN EL NOMBRE DEL PADRE

     Sí bien algo se había quebrado, manchado y abandonado en aquello que era mi fe después de muchos sinsabores y desilusión, es cierto que uno no deja de creer de un día para el otro, así que por un tiempo se trató de una transición que se paseaba entre vaivenes.

Tal así que dé a momentos llegaba a invadirme una especie de llamado que me pedía que resistiera, que aún no debía alejarme y necesitaba tener eco en lo poco o nada que aún quedaba de eso dentro de mí, guardando tan sólo un poco de todo aquello en lo que creí alguna vez.

Parecía imposible entender como después de lo que había atravesado, aún ese algo desconocido que llevaba internamente, no podía despegarse con facilidad de todo lo que habían sido tantos años de convicciones religiosas, aquello que había construido y levantado en forma de plegarias y que con toda mi inocencia había pedido y rogado muchas veces empapado en llanto.

Pero a su vez, era ese algo místico el que aún me permitía inexplicablemente sentarme a conversar con Dios, al menos por un rato mas, antes de dejarme vencer por la incredulidad y la desesperanza que llevaba en el corazón, llevándome casi en un murmullo a repetir: 'Espíritu Santo, inspírame siempre lo que debo pensar, lo que debo decir, lo que debo callar, lo que debo hacer'.

Por más que me causara mucho más dolor sincerarme conmigo mismo y empezar a sentir como mis creencias iban debilitándose, de repente me encontré sentado entre las primeras filas de la pequeña y humilde Iglesia del pueblo, me dolía el cuerpo, me sentía algo cansado y desanimado.

Hundido así en mi tristeza y pidiéndole a Dios un respiro además de rescatar algo de piedad para mi complejo ser, aunque aún era muy joven, sentía que la vida había sido muy dura conmigo, sin mencionar siquiera los golpes y recuerdos que confirmaría más tarde.

Pero sin embargo yo estaba ahí, con mi alma hecha pedazos, tratando de sostener la cabeza y sin dejar de suspirar, expresé mis primeras palabras, aunque estuviera allí, vacío y en pleno aislamiento, le preguntaba '¿Donde estas?' Una y otra vez.

Porque después de todo lo que me contaron, nunca había sentido que Dios se ponía de mi lado, ese era mi rezo y mi pregunta sórdida en medio del desierto de mi ánimo, latiendo en mi pecho, presente en mi cabeza, en mis ojos y en mis lágrimas, la soledad finalmente siempre había sido mi mejor amiga y era de esperarse que esta vez no fuera distinto.

'Un enfrentamiento más y seré libre', me dije a mi mismo, mientras con los dedos entrelazados sostenía un rosario muy apretadamente entre las manos, 'un discurso mas y no vuelvo a pisar nunca más Indiana', pero aunque no estaba seguro del todo, había algo más en el fondo, no se trataba sólo del hecho de no ser su verdadero hijo, existía como una especie de alucinación brutal, algún tipo de sometimiento y no sólo de un mensaje velado.

Entonces ya decidido a fugarme, volví a tener esa especie de flashes que me perturbaron durante toda mi infancia y parte de mi adolescencia, aunque no eran imágenes nítidas, se colaban entre mis sueños volviéndose pesadillas y eran visiones horrendas de abuso y sumisión, no entendía bien si se trataba de un simple temor o un trauma real, pero me provocaban una tremenda repulsión y aborrecía el hecho de no comprender porque me habían perseguido y acosado hasta ese entonces, durante toda mi existencia.

Verdaderamente necesitaba liberarme de aquella incógnita sin resolución, esa trama de espanto en la cual estaba en juego mi propia sanidad mental, muchas veces lo odiaba porque existía una rivalidad muy profunda entre ambos, demasiada agresión y diferencias entre Stephen y yo, aunque ahora había crecido y ya no era ese chico dócil que asentaba con la cabeza y cumplía todas las reglas que arbitrariamente él había determinado, estaba más que claro que ya no iría a aceptar un inmerecido ataque más.

Se la pasaba todo el día borracho y tirado en el sofá, mirando televisión y le gustaba discutir por cada pequeña cosa por más insignificante que fuera con tal de expandir terror, de modo que en la casa nunca había al menos algo de calma mientras Stephen estuviera metido en ella.

Quizás esa era la única forma que tenía de demostrarse dominante y poderoso ante nuestros ojos, cumpliendo con su cometido de vivir inculcándonos temor, logrando amedrentarnos con su simple presencia y entonces supe, lo que era estar parado frente a un hombre miserable.

Porque no me cabían dudas de que eso era él, a quien no le cabía otro sentimiento más que la lástima y ya ni siquiera me daban ganas de ir a escupirle directamente en la cara, porque él era dueño de una condena que se había ganado solo y por merito propio, algo a lo que yo llamo no tener paz.

Pero antes de salir de Lafayette, me juré que se lo diría, que tenía que mirarlo a la cara para sacarme las ganas de expresar el temor a aquello que había vivido alguna vez, seguramente cuando aún era muy pequeño porque no recordaba nada acerca de aquel hecho, pero algo dentro de mí, me afirmaba que había sido así indefectiblemente, casi inconsciente, tan pesado como oscuro, tan triste como posiblemente cierto.

'Vos me robaste todo, todo y sabes de lo que estoy hablando' esas serían tal vez las palabras acusadoras y en un sólo grito ya demasiado demorado, metido en mis meditaciones así como estaba, giré mi cabeza y el templo aún se encontraba vacío, yo estaba solo allí, pero en verdad alguien más se presentó en mi imaginación y de repente me sentí en su compañía.

Cerré los ojos e idealicé un rostro, el de mi verdadero padre y en silencio empecé a hablarle a esa aparición, porque ni siquiera tenía una foto suya, para observar sus facciones y reconocerme en ellas, él me había abandonado, pero no le guardaba rencor, ni reproches, nada de eso, aunque era un imposible, al menos podría decirse que nunca me había lastimado.

Entonces exclamé: '¡Que pena que no estuviste conmigo cuando te necesité!' sin conocer siquiera si estaba vivo o muerto, me hubiese gustado saber mucho antes que existía alguien más a quien podría haber acudido y entonces, ya que se trataba de mi imaginación, me creé un mundo perfecto donde alguien me cuidaba y me daba un abrazo para no caer.

Así fui aceptando mi propio destino, entendía que a veces el amor se desordena y uno no sabe bien porque es así, pero a pesar de todo quería agradecerle, irónicamente en ese momento quería poder decirle gracias, 'Gracias por darme la vida' porque luego de mis veloces y maduros 17 años, llegaba a la conclusión de que la vida era una porquería, aunque lo era de una manera hermosa.

Sólo había una pasión que me mantenía vivo, mi única alegría e inspiración para continuar, rescatando un poco de optimismo y gracias a que tenía un gran sueño por delante, tomé el rosario que me colgaba entre las manos y lo dejé a un costado de mi cuerpo, sobre el banco, levanté la vista por última vez hacia la enorme e iluminada cruz enfrente de mí y en la profunda soledad del sagrado recinto, la imagen de Cristo parecía caerse a pedazos.

Hola amigos! Como están??? YO FELIZ! porque no puedo creer las personas tan lindas que me están leyendo ahora, estoy leyendo los mensajes y comentarios que me dejaron y ya los voy a empezar a contestar uno por uno! Este es un capitulo entero y es uno de los mas emocionantes, ustedes que opinan? 

ANÉCDOTA: Un amiga que es vendedora, aprovechó que no había clientes en la tienda y se puso a leer ese capitulo en el vestidor y cuando llegó alguien a comprar, ella apareció detrás de las cortinas secándose las lagrimas y tuvo que decirle al cliente que era porque estaba leyendo un libro, era este capitulo la que la hizo llorar, sólo un alma sensible puede sentir algo tan profundamente con tan pocas palabras! 

Gracias!!! Los leo y ya les contesto a todos! 

Voy a seguir publicando, no se preocupen! Jaja Beso enorme!!! GRACIAS por sus COMENTARIOS  y sus VOTOS! Rock On! 

Lucy