LA MÚSICA ES MI RELIGIÓN (2)

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Desde muy chico me habían contado mil historias y algunas parecían increíblemente fantásticas, como que una vez una gran inundación invadió la Tierra y que gracias al llamado de Dios se había construido una enorme arca diseñada para salvar a cada una de las especies que habitaban este planeta.

También había escuchado decir que un hombre había separado el océano por la mitad, además de que Jesús había sido sacrificado y resucitado dentro de su gruta sagrada, donde al día siguiente, los campesinos ya no encontraron su cuerpo, sino un montón de vendas acumuladas.

Sin olvidar ni dejar de mencionar que hasta me habían contado que una mujer se había convertido repentinamente en una estatua de sal por desobedecer a los cielos, todo esto según las Santas Escrituras que solía leer cada día y luego me gustaba trasladar a mi cuaderno de catequesis.

Por entonces, yo creía en esas historias, estaba convencido de que todo aquello era cierto, porque me lo leían mis padres, me lo recordaban en la Iglesia y en la escuela también hablaban de lo mismo, por lo tanto estas eran cuestiones prácticamente indiscutibles en mi hogar y hasta por esos años no me molestaba mucho que así fuera, porque yo tenía apenas unos pocos años y todavía era muy chico como para tomar decisiones propias o ejercer algún tipo de control en ciertas ideologías implantadas en el seno familiar.

Yo creía y simplemente eso, había entendido que la fe era la prueba viviente de la existencia de un ser superior, que todo acto milagroso se iniciaba con el simple hecho de creer y que sólo con eso podía cambiar el mundo en un abrir y cerrar de ojos.

Sí dejábamos que Dios entrara en nuestras vidas y le ofrecíamos nuestra devoción, él nos llevaría hacia aquel paraíso prometido donde todo era brillante, lleno de una inexplicable paz y un amor tan puro como sublime, donde el dolor no existía y sólo había espacio para la salvación.

Puede que por propia ingenuidad o aquella nostálgica y temprana inocencia que guardaba en mi interior, yo creía en una vida mejor, aunque nuestra condición social era verdaderamente humilde, supongo que ni siquiera podíamos ser catalogados como una familia de clase media baja, así que seguramente por eso también nuestras plegarias eran lo único que teníamos, un poderoso apego a la religión, a la creencia misma y la esperanza de que nuestras vidas fueran así menos miserables.

Los Bailey éramos pobres, muy pobres y así lo percibía a diferencia de los demás chicos de mi edad que parecían tener tantas cosas que yo no tenía ni podía pretender tener, ni siquiera en mis sueños más felices.

Entre el Rio Wabash y el lugar donde estaban instaladas la mayoría de las fábricas, se encontraba ubicada nuestra casa, en la Calle 24, allí era donde solía haber un silencio muy sórdido, insondable, intenso, que a la vez se confundía con una inesperada tensión flotando en la atmósfera.

Un poco provocado por lo estricto que era Stephen Bailey, el hombre que hasta aquel entonces creía que era mi padre y otro tanto por lo monótono y aburrido que era Lafayette, donde la calma y la quietud hacían de aquel pueblo, un lugar que en ocasiones parecía no tener ni un sólo espíritu errante.

Stephen realmente nos provocaba un inmediato terror por lo irascible y violento que se ponía si lo contradecíamos, hacíamos o decíamos algo que a él no le gustaba o no le parecía correcto, por eso siempre tuve una visión un poco distorsionada de cómo debían funcionar las cosas dentro de una familia considerada 'normal' porque para mí, sólo existía una imagen masculina dominante y amenazante que nos atemorizaba de sobremanera evidenciando sobre todo su brutalidad conmigo.

Parecía que su hobby era liberar sin límites su insensata ira contra mi débil cuerpo, mi frágil y delgada contextura física, ya que aún yo era un simple chico apenas, indefenso y confundido, me provocaba tanta repulsión, pero a la vez me era imposible contrarrestar esos impulsos de rabia que me generaban ese inmenso dolor, tanto físico como emocional, entonces crecí pensando que eso estaba bien porque mi madre lo respetaba mucho, lo escuchaba y complacía aunque lo único que yo deseara era salir corriendo de ahí.

Estas frecuentes agresiones y golpes recibidos, mucho habrán tenido que ver en la formación de mi personalidad y espíritu desde muy pequeño sin ningún tipo de dudas, en mis primeros años era especialmente un poco tímido e introvertido, me costaba bastante hablar en público o expresar mis inquietudes en casa, donde la mayoría del tiempo me la pasaba leyendo en mi habitación.

CAPITULO I: SILENCIO. LA MÚSICA ES MI RELIGIÓN.

இڿڰۣ-ڰۣ—

Continuará...

De a poco voy metiéndome en esta nueva herramienta que es Wattpad y quiero agradecer muy especialmente a Jaz Riera, que estuvo aconsejándome, que ella haya sido mi primer guía en este nuevo camino que para mi es tan importante, me da mucha alegría y confianza, ya que es a la primera que escuché hablar de Wattpad y la tiene súper clara, fue muy humilde y generosa conmigo, valoro mucho a la gente así... ademas de a mi amiga Luli Marini que es una maga, ahora esta diseñando la portada de mi segundo libro X Girlfriend, pero ya me tomaré mi tiempo para hablar de ella, porque se merece mucho mas que unas simples lineas! 

Agradezco sus comentarios, votos y pasaré muy prontito por aqui, trataré de hacerlo mucho mas seguido! GRACIAS!!!! <3 

Lucy

Nota: Gracias Flor por tu foto divina con mi libro en tus manos! 


Cualquier fragmento de esta publicación, incluido el diseño de cubierta, puede ser reproducida, sólo mencionando su titulo y nombre del autor como fuente principal de este trabajo.

Muchas gracias! L.D.

MR ROSEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora