VII

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Narra Alucard
Alucard se encontraba en la sala del trono del purgatorio, la cual no perdía su esplendor con el paso de los años. Detrás de él se encontraba un vitral hermoso de color rojo carmesí en que habían pintado unos colmillos ante puestos a una luna creciente; las columnas del salón eran inmensamente altas o eso pensaba cuando era un niño. Ya mayor, Alucard era consciente que las columnas no eran más altas de cincuenta metros. Se encontraba en el imponente trono de su padre, a cada lado suyo se encontraban estandartes que mostraban su emblema personal el cual era un pentagrama dibujado en sangre, el mismo que usaba para invocar a Lucifer. Alucard siendo el emperador, de vez en cuanto tenía que recibir a su pueblo y escuchar sus peticiones, pero en aquellos momentos su mente no estaba allí, esta se encontraba hace unos cien años en la segunda guerra de las razas cuando tuvo su primer encuentro con la muerte.
“Alucard se encontraba en su tienda de campaña junto con Robert di Azuzo, su primo, quien tenía su típica sonrisa además de su fiel espada; al otro lado estaba Nicola di Iceblood, él se balanceaba en su silla, con su cabellera albina moviéndose con él. Nicola parecía un no- muerto debido a su piel blanca como la luna y su característico color de cabellera, y lo que más llamaba la atención eran sus ojos color rojo oscuro; era callado, pero a la vez muy inteligente y un gran estratega. al lado derecho de Nicola estaba su melliza Ártica, quien era la versión femenina de su hermano físicamente hablando, aunque sus ojos eran de color dorado como los de Alucard. Ártica se caracterizaba por ser supremamente imperativa y agresiva. Y finalmente al lado opuesto se encontraba Elizabeth di Ross, quien estaba sentada observando el mapa del territorio Nosferatu. Levantó su cabeza cuando Robert habló y Alucard pudo observar sus hermosos ojos violeta que contrastaban con su cabellera color azabache. Elizabeth llevaba su armadura de batalla color dorada al igual que todos los altos mandos del ejército del príncipe, pero a ojos de Alucard ella era la única persona que le quedaba hermoso.  Los cinco se encontraban discutiendo el plan de ataque al campamento enemigo.
- Sugiero que ataquemos al amanecer con el sol a nuestras espaldas, los cegaremos y tendremos el doble de ventaja - Dijo Nicola después de meditar un tiempo
- Yo digo que ataquemos ahora, cortemos sus cabezas, les pongamos un listón y se las demos como presente a Lycon – Hablo Ártica golpeando la mesa ocasionando el derrame de la copa de vino de Robert
- ¡Pero ¿Qué te Pasa Ártica?!
- ¿Acaso te molesto Robert? – Se levantó de su asiento y empezó a hablar como bebé para molestar a Robert – ¿Al bebé se le derramó la copita?
- Ya verás – Robert también se levantó de su silla
- ¡¡Ya Basta!! – Anuncio Alucard
- Pero ella empezó – Robert señaló a Ártica
- Y yo lo termino – se sobo la cien, a veces sus generales (Considerada su familia) se comportaban como niños – En cuanto al ataque ¿Qué consideras oportuno Elizabeth?
- Deberíamos dividir las cohortes en dos y hacer un movimiento en pinza antes del amanecer; al ser mayores en número deberíamos tener la ventaja
- ¿Nicola?
- Podría funcionar, Alucard, si la cohorte número uno dirigida por ti toma el frente principal
- Bueno, votación – El voto fue unánime – Bien atacaremos en cuatro horas antes de que amanezca, Robert prepara la segunda cohorte; Nicola la tercera, ustedes se ocuparan del flanco derecho; Ártica y Elizabeth las cohortes cuatro y cinco, ustedes se ocuparan del flanco izquierdo, Yo preparare la primera y me encargare del frente.
Dicho eso, sus generales asintieron y se retiraron, por su parte Alucard se dirigió a su propia tienda, al llegar se sorprendió ya que una chica morena con el pelo oscuro se encontraba en su cama.
- Oh por Drácula, le he dicho a Robert que deje de hacer esto – Dijo para sí – Lo siento, puedes irte
- Nadie se deshace de mi lindo – dijo acercándose a Alucard, tocando su pecho seductoramente
- ¿Quién eres? – Dijo rápidamente Alucard ya que se había dado cuenta de que ella no era una prostituta
- La Muerte -  Alucard iba a decir algo como “¿Vienes por mí?” pero ella tocó suavemente sus labios callándolo – O una manifestación de ella. Soy una Parca, yo decido si vas arriba o abajo y cuando. Pero antes de que preguntes no he venido por ti
- ¿Entonces a qué viniste?  emm ¿Muerte?
- Dime Tessa
- Tessa…
- Quería conocer al campeón del diablo, ha tenido mucho trabajo gracias a ti – La Parca o Tessa abrazo a Alucard por el cuello
- Emm ¿Lo siento?
- No hay por qué disculparse, Lindo. De hecho, tengo una propuesta para ti ¿Quisieras trabajar para mí?
- ¿Qué tendría que hacer?
- Hacer uno que otro favorcito para mí – dijo caminando por la habitación- Nada sin importancia
- ¿Y qué gano yo?
- Pues primero podrás manejar cualquier cosa que sirva para matar a la perfección y tendrías un nuevo título “El Heraldo de la Muerte”- Tessa se acercó a él - ¿Y qué opinas?
- Acepto – Tessa lo beso sellando el pacto, aunque duró más de lo necesario
- Bien Heraldo mío sal y hazme sentir orgullosa
Alucard salió al campo de batalla”
- ¡¡Alucard!!
El grito lo trajo a la realidad
- ¿Qué decías Elizabeth? – Miro directamente a sus ojos Violeta
- Decía Alucard que mañana es la primera reunión del consejo
- Ah Gracias Pequeña
- ¡Tenemos la misma edad! – dijo mientras salía y le mostraba el dedo índice
- Nunca cambias Elizabeth di Ross

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