IX

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Narra Alucard
Alucard salió de sus aposentos y se dirigió a la sala del consejo, tenía su armadura blanca que lo cubría hasta el cuello, como era de esperar su armadura tenía su estandarte personal en todo el pecho el cual era un pentagrama ensangrentado, en el hombro derecho tenía el Estandarte de su patrón: Lucifer, el cual consistía en dos alas negras y finalmente al costado izquierdo, Alucard tenía un báculo de mensajero color plateado que simbolizaba su puesto como el heraldo de la muerte, su capa color carmesí bailaba con cada paso que él daba. En menos tiempo del que Alucard estimaba, llegó a la puerta de la sala del consejo del emperador o como eran conocidos “Los 7 Caballeros del Rey”, la puerta era de aproximadamente siete metros de altura con dos metros de grosor, pesaba alrededor de catorce toneladas y estaba hecha del metal más fuerte conocido: El Acero Ártico un tipo de mineral que solo se encontraba en lugares donde las temperaturas eran menores a cien grados centígrados, era extremadamente difícil de manejar, era el metal más fuerte y duradero de todo el mundo conocido por lo que las armas fabricadas con el eran extremadamente codiciadas.
Alucard abrió las puertas y entró en la sala, pasando por alto todas las estatuas de grandes e influyentes nosferatus pasados, pero se detuvo en la parte de los tesoros ganados en batalla a observar uno en específico ya que este le recordaba a su padre, era un cofre de oro puro que medía dos metros de largo y tenía tallado en su tapa dos ángeles tocando una trompeta. Su padre le había contado que había pertenecido a Moisés y que había sido uno de los primeros botines que le había quitado a los humanos. Alucard suspiro con nostalgia y continuó su camino hasta la mesa principal la cual era una mesa con siete asientos dispuestos en forma de “U”. Allí ya se encontraban sus lugartenientes que los ayudaban a gobernar entre ellos: su fiel amigo Nicola di Iceblood, que llevaba una armadura gris que de alguna forma hacía juego con su cabello albino sin embargo no había envejecido ni un segundo al igual que Alucard. Ambos habían vivido mucho en los últimos doscientos cuarenta años desde la vez que se re encontraron justo antes de que empezara la segunda guerra de las razas, desde entonces habían sido inseparables, los dos lucían como humanos de aproximadamente veinte años y para ser sinceros, Alucard desearía tener la vida de un adolescente humano, sin preocupaciones, sin el peso de una profecía en su espalda pero lamentablemente esa era su vida y tenía que asumirla.
Alucard se dirigió a la cabecera de la mesa donde habían cinco personas ya ubicadas en sus respectivos puestos. Nicola estaba a su lado derecho y al lado izquierdo de este se encontraba Dante da Blackwater, un hombre robusto, canoso que había sido el capitán de la guardia real desde que Alucard tenía memoria, era el hombre fiel y de confianza de su padre. Al lado de Dante estaba Julia, ella era mitad vampiro y mitad transformista, debido a su ascendencia era de estatura baja pero al igual que Alucard, había sufrido demasiado sin embargo siempre traía consigo una sonrisa. Al lado izquierdo de Alucard se encontraba su viejo amigo, el que lo había ayudado y apoyado para superar la muerte de Annabeth: Lucifer; y finalmente al lado izquierdo de él estaba Arthur di BloodHall, un hombre que por algún motivo siempre le había causado escalofríos a Alucard y sinceramente no sabía porque se encontraba entre los caballeros de su padre.
- Caballeros, creo que este consejo necesita sangre nueva por lo que he tomado la decisión de renovar el consejo con gente de mi entera confianza.
- ¿Sugiere que no somos de fiar, su majestad?- Dijo Sr Dante cauteloso
- Para nada, Sr Dante – habló Lucifer mientras se balanceaba en su silla y comía unas uvas que Alucard no tenía ni idea de dónde las había sacado – lo que Alucard quiere decir es que nunca es bueno que los miembros del consejo sean siempre los mismos nosferatus; además Sr Dante, si no me equivoco – lo miró fijamente y dijo en un susurro – Y nunca lo hago – Lucifer se levantó y caminó por la sala hasta llegar al frente de Sr Dante – El Emperador tiene derecho a escoger a sus caballeros y los aquí presentes somos caballeros de Vlad de Valaquia, El Primer Emperador que falleció y no de Alucard de Valaquia, el Actual Emperador.
- Yo solo sugiero que el emperador conserve a los mismos miembros, mientras se acostumbra a gobernar.
- Con todo respeto Sr Dante, llevo toda mi vida preparándome y educándome en cada rincón de nuestro territorio solo para ser apto para gobernar y si mal no recuerdo, Hell’s Door es la ciudad más próspera de todo el imperio y está a mi cargo. Sin embargo, Sr Dante usted dejará de ser un caballero del consejo, pero conservará su puesto como comandante de la guardia imperial por lo que podrá intervenir en el consejo si a su juicio no soy un buen gobernante.
Sr Dante asintió.
- A continuación, nombraré a los nuevos caballeros del consejo del emperador
“- Caballero de Uno: Lucifer Fili Aurorae
- Caballero de Dos: Castiel Inspicienti
- Caballero de Tres: Nicola Di Iceblood
- Caballero de Cuatro: Robert Di Azuzo
- Caballero de Cinco:  Ártica Di Iceblood
- Caballeros de Seis: Elizabeth Di Ross
                                                                    ”

- El título del caballero de Siete quedará disponible hasta nuevo aviso, los antiguos caballeros que no hayan sido nombrados serán terratenientes por lo que doy por terminada esta breve sesión del consejo – Alucard se levantó y se dirigió a la puerta-   Sr Nicola venga conmigo
Nicola se levantó y lo siguió en silencio hasta las puertas del castillo
- ¿A dónde nos dirigimos su majestad?
- A nombrar a un caballero del consejo que no pudo asistir a la ceremonia en Hell’s Door – Me detuve en seco por lo que Nicola también- Y Nicola
- ¿Si?
- No me llames Majestad
- Pero...
- Nicola, te conozco desde hace más de trecientos setenta años es más que obvio que te puedes saltar el protocolo.
Me transformé en un grupo de murciélagos y sobrevolé el cielo nocturno junto con Nicola en dirección hacia el oeste de Castel Blood.

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