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Año 250 DR

Eliza y Jake caminaban a través de los largos y oscuros túneles subterráneos de la fortaleza. Para Eliza había parecido una excelente idea explorarlos, los dos jóvenes licántropos eran iluminados únicamente con una pequeña antorcha, donde el fuego ardía débilmente. Las paredes estaban húmedas y desprendían un putrefacto hedor; el aire se encontraba denso y helado, lo que generaba que el ritmo de los pasos de ambos chicos aumentará mientras caminaban lo más juntos posible para intentar entrar en calor, pero esto parecía ser en vano, puesto que la armadura estándar de un soldado raso del ejército de Lycon no era muy cómoda y caliente.

Jake comenzaba a arrepentirse de haber dejado que su amiga lo convenciera de ir a ese lugar. Aunque tampoco podía quejarse, él también tenía un exceso de curiosidad por conocer que se hallaba en aquel lugar que estaba señalado en el mapa.

El mapa antiguo lo habían encontrado enterrado bajo el viejo sauce que estaba sembrado en aquel deteriorado, oscuro, frío y triste jardín. Él y Eliza, desde pequeños tenían la extraña manía de buscar tesoros ocultos y con el tiempo fueron perfeccionando sus técnicas para no ser descubiertos.

Mientras caminaban, Eliza intentaba seguir el viejo mapa al pie de la letra, pero era difícil teniendo en cuenta que la pequeña antorcha, apenas si iluminaba. De un momento a otro una ráfaga de viento los golpeó, provocando que ambos tropezaron y que la joven cayera al musgoso, frío y muy asqueroso piso de piedra.

- ¿Qué fue eso? - Preguntó Eliza con un poco de susto en su voz

-Habrá que averiguarlo - Dijo Jake mientras le extendía la mano a su mejor amiga para ayudarla a levantarse.

Retomaron su camino esta vez liderado por Jake. Habían perdido la noción del tiempo a medida que iban caminando. De un momento a otro, un grito desgarrador resonó por todo el lugar. Sonaba como si estuvieran torturando a alguien de la peor y más sádica forma; el grito era horrible, de esos que hielan la sangre y hacen que se te erice la piel. Eliza y Jake se quedaron paralizados del susto. Minutos después, recuperaron el control sobre sus cuerpos, y sin motivo aparente, empezaron a correr en la dirección de donde venía.

Siguieron los agonizantes gritos hasta una puerta que medía en promedio unos seis metros, fabricada en madera de roble y reforzada en acero templado. Ambos forzaron la entrada, lo cual no fue tan difícil dado que la puerta tenía la apariencia de ser un poco vieja. Ya adentro vieron una habitación, la cual era amplia y espaciosa, pero todas las paredes estaban recubiertas totalmente de sangre seca y fresca.

En el centro se hallaba un hombre alto, aproximadamente de un metro con ochenta y cinco centímetros; era robusto, pero sin excederse; portaba un atuendo negro mate como una noche sin luna y su capa era roja carmesí la cual tenía manchas de un líquido del mismo color y cubría su cara con una capucha. En su mano derecha se encontraba una espada larga negra brillante, lo cual indicaba que era de plata oscura; esta tenía un rubí rojo en la empuñadura; en su mano izquierda tenía una copa de cristal con el mismo líquido oscuro que se hallaba en las paredes. Por último, de su espalda colgaba lo que parecía ser otra espada envainada.

Eliza estaba embobada viendo al hombre, el cual desprendía un aura de poder y atracción equiparable a la de un dios griego. Estaba a punto de lanzarse, pero Jake interrumpió sus "pensamientos".

- Eliza, mira sus pies - La joven de ojos avellana obedeció y bajó la mirada a sus pies.

-Eso .... eso es... - dijo ahogando un grito de terror y Jake tragó saliva

- Si, es un lobo - afirmó el joven pelirrojo observando con terror la escena. El lobo estaba en el piso, seguramente desmayado por el dolor. Tenía cicatrices por todo el cuerpo, le faltaba un ojo, sus orejas habían sido mutiladas al igual que su cola y sus patas se encontraban en un ángulo fuera de lo común; además, parecía una fuente de sangre.

El hombre pareció percatarse de su horror.

- Ah ¿Esto? - dijo con un tono tratando de restarle importancia a su atrocidad y patio su semiviva víctima - es un... viejo amigo. Pero no importa, vine hasta aquí, Jake y Elizabeth, por una profecía la cual está por cumplirse. Solo espero que la nueva generación sea... distinta y pueda cumplir con su deber- dicho eso el hombre desapareció como si su propia sombra se lo hubiera tragado sin dejar rasgo alguno de su presencia a excepción del lobo y del charco de sangre bajo este.

Jake y Eliza se quedaron cortos de palabras por un momento y no sabían si pasar un segundo más en aquella sala lúgubre con el cadáver de ese viejo lobo. De cierta forma ninguno de los dos deseaba hablar, pero rápidamente se formaron preguntas en sus mentes ¿Quién era ese hombre? ¿De qué profecía estaba hablando? ¿Lo habían visto antes? ¿Por qué de qué otra forma conocía sus nombres? Muchas preguntas y ninguna respuesta. Eliza fue la primera en hablar y en menos de diez minutos le había comentado todas sus preguntas a Jake.

- Tiene que ser un Vampiro – Rápidamente dedujo su compañero- De eso no hay duda, su aroma era inconfundible, pero....

Eliza entendía a lo que se refería. Un vampiro no podía entrar en territorio de lobos y viceversa, de otro modo sería una violación del tratado de Roma, lo cual se desencadenaría en otra batalla igual de sangrienta y devastadora como la segunda guerra de las razas

- Pero un vampiro no puede entrar aquí. Aparte de la ley, las fronteras están selladas desde hace años. Solo un vampiro con mucho poder lo haría –Respondió Eliza se estaba quedando sin pistas, pero de repente recordó lo mencionado por el hombre- La Profecía, supuestamente eso fue lo que lo trajo aquí.

- Tienes razón. Debemos ir a Wolfberg y comentarle a Lycon, y de paso podremos ir a visitar la gran biblioteca – Jake empezó a dar saltitos como una niña de ocho años a la cual le van a comprar su dulce favorito

- A veces pienso que eres más femenino que yo –dijo Eliza más para sí misma que para Jake-. Bueno, de todos modos, salgamos de aquí me da miedo ese lobo.

Si –miro al lobo mientras se dirigía a la salida del lugar- estamos totalmente de acuerdo.

Jake y Eliza lograron salir al exterior, pero se sorprendieron al ver que no estaban en Wolf Rock, la cual era una región rocosa y que en ninguna su ciudad natal sino en una playa. Las olas chocaban en las rocas cosa que nunca ocurría en Wolf Rock, por lo que ambos quedaron totalmente desorientados.

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