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En un parpadeo su bayard ya se había convertido en una eficiente arma cuando el conteo en retroceso del entrenamientos estuvo en cero y empezó la acción, disparando con una puntería aterradoramente perfecta, lo cual lo convertía en un peligro a causa del humor que se cargaba en esos instantes.

Se encontraba furioso, furioso por todos y de todo. No aguantaba ni el más mínimo sonido a su alcance. 

—Lance, ¿Estás escuchando el plan? —Dentro de la pregunta se había sentido la irritación de la alteana. 

—Allura claro qu-.  .  .

¡Por Dios, Lance! — El gritó había resonado por toda la habitación, cortando cualquier palabra que pensaba soltar y sobresaltándolos en sus puestos— Concéntrate de una vez. Esto es la guerra, no un juego.

Su arma pasó de ser un francotirador a una gran y liviana espada que pudo utilizar con agilidad, acabando con cada dron de manera rápida en cuanto se aproximaban cerca suyo con el fin de atacarle. 

Después de un breve momento en silencio, el cuarto de entrenamiento colocó cinco robots para un combate cuerpo a cuerpo. Ya había acabado con el primero, faltaban cuatro.

—P-pero, Allura... —Odiaba cuando su voz solo se podía limitar a un estúpido susurro asustadizo. 

—Nada de peros, Lance. La princesa tiene razón— La voz autoritaria de Shiro resonó con fuerza haciéndolo callar. Lo estaba mirando con desaprobación.

Su ceño se frunció al verse acorralado por uno de los robots, pero en un hábil movimiento bajó su mano, donde se posicionaba el mango de la espada, para poder clavársela con destreza en medio de su pecho, dejando inservible al robot.

Ahora solo quedaban tres. 

—Shiro...— Se le hacía cada vez más patético el tener que hablar entre susurros achantados cuando se trataba en esas situaciones.

El silencio se había hecho presente en la sala, nadie decía nada y aún así se sentía la tensión en el ambiente. Tan hostigante, tan deprimente, tan mortal.

—Deberías de concentrarte más en las misiones— A pesar de que la voz que dijo en eso no sonaba a manera de reproche, sino como un incentivo. Una puntaza de dolor se había colado en su pecho—. Así el equipo tendrá mayor rendimiento.

—Coran—Su voz salió con un toque de sorpresa, con el fin de disimular la tristeza que se entrelazaba en cada letra de su nombre.

Posicionó sus pies firmemente en el suelo, con uno delante del otro preparado para salir a correr hacía los robots que lo acorralaban. Soltó un gruñido casi gutural al sentir el sudor bajar por si sien y hacer un poco más dificultoso el agarra de la espada.

Cuando estuvo a pocos metros de ellos, apoyó su peso de su cuerpo en la pierna que tenía detrás, agarrando un poco de impulso en un improvisado salto. Alanzando su mano derecha, donde tenía la espada agarrada con firmeza y deslizándola hacía adelante, para cortar la cabeza de uno de sus adversarios en un solo movimiento.

—Coran tiene razón— Aún se sentía la tensión en ese reducido espacio, y el tono desinteresado de la mayor hacía que un sentimiento claustrofóbico naciera dentro de su pánico interno—. Soló concéntrate, no es difícil.

Cayó al suelo, colocando la rodilla de la pierna a la cual le había dado impulso en el suelo, tambaleándose por la brusquedad de sus precipitadas acciones, sin embargo, su mano libre fue un apoyo para su equilibrio en el momento de poner las puntas de sus dedos de manera superficial  en el suelo.

𝐋 𝐈 𝐄 𝐁 𝐎 𝐘    [Editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora