Capítulo 7

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| Más que su jefa |

Estaba cansada, había llegado a las 8:00 de la noche a la casa. Se había lanzado la colección de primavera y eso implicaba trabajo en exceso para Andy. Emily hacia estrictamente lo que no requería el mínimo esfuerzo, mientras ella estaba obligada a atender mil llamadas, sacar citas y como si fuera poco, suplir todas las inagotables pretensiones de Miranda.

Era un alivio llegar a descansar después de tantas horas de estrés.

Ahora estaba empezando a adaptarse a ese lugar. Era sin duda un lugar deslumbrante, pero no era su estilo. Se sentía ajena a ese lugar.

Su lugar favorito era el jardín, un lugar pequeño y sencillo que con su diversidad de flores lograba atrapar la mirada trasparente de una Andrea dulce e inocente a pesar de cualquier cosa.

Al caminar por la casa una y otra vez, vio que dentro de la primera habitación había una puerta que daba al patio. Pensó que se trataba del baño interno pero descartó la posibilidad pues el baño de esa recámara estaba del lado opuesto a esa puerta. Colocó su mano derecha en el pomo de la puerta para abrirla pero tenía seguro. Corrió a buscar las llaves que el chófer le había dado y ninguna encajaba. Era extraño que Miranda no le mostrara esa habitación como le enseñó el resto de la casa. Sintió intriga, pero era mejor no mezclarse en ese asunto, sus razones tendría para reservar esa información.

Los días pasaban con normalidad y Miranda no había vuelto a la casa desde la vez que se la enseñó. Andrea se tomó el atrevimiento de llamar a Lily, su mejor amiga, y el día anterior lo disfrutaron juntas. Extrañaba tanto sus salidas al bar, un establecimiento tranquilo que quedaba cerca del lugar donde vivía. Nate, ella y Lily eran grandes amigos, estaban siempre juntos, pero desde que Andrea consiguió el empleo en Runway nada había vuelto a ser igual, ni siquiera ella misma.

Esa noche tenía solo una bata negra de tiras delgadas, sin sostén, el cabello suelto y descalza. Se encaminó a la cocina y se sirvió té. Se sentó en el sofá de centro y suspiró. ¿Qué sería de su vida? ¿Se la pasaría siempre así? ¿Qué podía pasar si... No dio chance de más preguntas pues el sonido de la puerta arruinó su serie de cuestionamientos.

Segundos después vio entrar a Miranda, imperiosa como siempre.

-Espero no sea de sobra mi... "visita". -Dijo al llegar cerca a Andrea.

-No, Miranda. Esta es tu casa yo solo...

-Me parece perfecto. -Pronunció sin dejarla terminar. - ¿Todo va bien aquí?

- Sí, la casa es hermosa y todo me gusta. Gracias. - Dio una tímida sonrisa a Miranda, pero no sabía si esta la estaba viendo pues sus lentes negros le impedían ver la dirección de su mirada. -Pero...

Sí, tenía sus ojos puestos en ella.

- ¿Qué? Hmmm. Puedo suponer qué quieres preguntar. - Acotó Miranda.

Andrea quiso ignorar el tema de la misteriosa puerta pero su intriga fue más fuerte.

- En el primer cuarto hay una puerta que no abre. Busqué todas las llaves que me entregó tu chófer y las probé pero ninguna sirvió. ¿Olvidaste darme esa llave o...

- No. No lo olvidé. No te di las llaves de esa puerta porque solo yo las manejo. Solo yo puedo decidir quién entra ahí. -La interrumpió una vez más. Se quitó la chaqueta y la tiró sobre la mesa de centro. Andrea la observaba.

- Quiero entrar ahí. -Pronunció de impulso.

Miranda levantó una ceja sugestivamente y se quitó los lentes.

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