| Más que su jefa |
Algunos meses habían transcurrido y nada había cambiado. Miranda continuaba siendo la dama dragón de siempre y Andrea continuaba siendo tal vez su juguete de paso.
Andrea no comprendía por qué no podía tocarla. Miranda nunca lo permitía, casi siempre, al tener sexo, la tenía atada de manos y cuando no lo estaba tenía prohibido acariciarla. Eso era un verdadero suplicio. Sentía que estaba con ella sin estarlo. Se sentía usada, pero no le importaba, se conformaba con el placer que Miranda estaba dispuesta a brindarle. Aunque no podía negar que moría de ganas por tocar su rostro, sentir su cuerpo, estar con ella de verdad... como la primera vez.
Sus excitantes encuentros no cesaron en ningún momento y sus tratos hostiles con Andrea y el resto del mundo tampoco.
- Maldita sea, ¿nadie vino dispuesto a hacer su trabajo hoy? -Gritó Miranda, molesta. -Quiero a Patrick en mi línea de inmediato.
Todos fingieron estar haciendo algo para no ser víctimas de la ira de la editora.
- Ya, tengo a Patrick. -Dijo Emily con aires de victoria.
Hacía todo lo que podía para agradar a Miranda y llenar sus expectativas, pero al parecer nadie llenaba las expectativas de ella. Su perfeccionismo contrastaba con la mediocridad que suele verse en casi toda la gente.
Runway estaba de cabeza, esa tarde sería la competencia con la colección de Runway francesa y Miranda había trabajado muchos meses para ello. No podía darse el gusto de que Jacqueline Follet, la editora de la revista "competencia" ganara.
Andrea estaba desesperada. Pasaba de un lado a otro haciendo las mil cosas que le encargaban, sumando el abuso de Emily que por ser "la primera asistente" creía que estaba exonerada de casi cualquier labor que no fuera manejar el itinerario y extravagantes gastos de Miranda. Pero ella que nunca fue mujer de peleas, prefería hacerlo todo.
- ¿Ya buscaste las faldas Calvin Klain que Miranda pidió, Andrea? -Preguntó Emily limando sus uñas.
- Pero te lo ha pedido a ti. - Respondió, frunciendo el ceño.
- No es cierto... pero ya sabes, 'Andy'. La asistente uno no está para esas cosas y...
- ¡Rayos, yo iré! -La interrumpió, molesta.
Emily sonrió victoriosa y fijó su vista en el ordenador. ¡Dios, disfrutaba tanto ya no ser la número dos!
Andrea tardó un tiempo prudente en buscar las faldas Calvin Klain que Miranda había pedido y luego regresó para su infortunio, encontrándose con muchas otra cosas que hacer.
- ¡Andrea! -Llamó la editora.
- Dime, Miranda. -Respondió con la respiración acelerada.
Apenas acababa de llegar, había llevado las faldas donde Nigel y ahora iba de regreso a su puesto.
- Iré donde Nigel un momento, pero a mi regreso. - Miró el reloj en su mano derecha. -Dentro de 15 minutos para ser exacta, quiero mi entrecote en mi escritorio.
Andrea asintió y regresó a su puesto. Atendió un par de llamadas y salió de inmediato por la comida de Miranda. Afortunadamente todo el personal del distinguido restaurant conocía el pedido especial de Miranda y no tuvo que hacer el mínimo esfuerzo para describir el plato.
En exactos 14 minutos estuvo de vuelta. Corrió a la oficina de Miranda, colocó el plato en perfecto orden sobre su escritorio en compañía de una soda. Suspiró satisfecha por su trabajo y regresó a su puesto.
Miranda tan puntual como siempre, estuvo en su oficina a la hora que había dicho.
- ¿Qué hace todo esto aquí? Por Dios, no almorzaré aquí. Tengo un almuerzo con Jacqueline Follet. -Dijo en un volumen lo suficiente alto para ser escuchada afuera.
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| Más que su jefa |
Dla nastolatkówMiranda Priestly era todo lo que una mujer desearía ser. Era simplemente perfecta. Tenía glamour, clase, prestigio, belleza, fama y una cuenta estimada con muchos ceros a la derecha. No tenía esposo, no tenía hijos, tenía amplia libertad. ¿Qué más d...