Capítulo 2

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 | Más que mi jefa |

- Sabes de maravilla, pero ahora te toca a ti. -Sonrió dulcemente. -Tienes que hacer lo mismo, Andrea. -Murmuró, pasando los dedos por su centro húmedo.- Tenemos toda la tarde...

Continuamos...

Andrea aun tenía mucha vergüenza y ese sutil rubor en sus mejillas blancas lo único que lograba era acrecentar la excitación en Miranda.

- Vamos, ahora es tu turno. -Le dijo a Andrea una vez más.

- Es que no sé qué hacer. No sé cómo complacerte, temo que no te haga sentir como deseas...-A cada palabra, su volumen de voz disminuía y el rubor en sus mejillas se encendía.

Miranda sintió el temor en las palabras de Andrea y su timidez le resultaba deliciosamente provocativa.

como pocas veces en su vida, decidió actuar con comprensión.

- Ya me has complacido. Solo tienes que seguir llevando el ritmo, Andy. -Le respondió acercándose.

Andrea levantó la cabeza y recibió con nerviosismo los cálidos labios de Miranda quien parecía un auténtico depredador tras su presa.

- Tócame. -Murmuró Miranda contra sus labios.

Andrea empezó a dejarse llevar. Estaba sumergida en un mar de sensaciones hasta ahora desconocidas para ella y nunca imaginó que fuese precisamente Miranda quien la introdujera en aquel mundo oscuro.

Tomando un poco de confianza sujetó la cintura de Miranda entre sus brazos y la besó con ganas. Se dio el gusto de introducir su lengua, inexperta y con algunos movimientos torpes, pero resultaba placentero para Miranda tener a su merced una persona tan pura e inocente aun. La excitaba.

- ¿Puedo desnudarte? -Preguntó Andrea bajito, tocando con ternura el rostro de Miranda.

La mujer de cabellos de plata pareció pensarlo algún momento, pero accedió.

- Puedes. -Respondió con la voz agitada y la respiración entrecortada.

Al no recibir una negativa, las manos temblorosas de Andrea empezaron a quitar cada prenda del cuerpo escultural de Miranda, pero antes de dejar caer completamente cada prenda, la asistente se alejaba un poco para mirar muy bien el cuerpo de su jefa. Era una especie de idolatría.

- Estás tardando demasiado, ¿qué tanto ves? -Preguntó Miranda empezando a impacientarse. A ella no le gustaba nada en lo que tuviera que esperar y Andrea se estaba tomando tiempo en demasía.

-Nunca había visto un cuerpo desnudo y menos un cuerpo de una mujer. Es tan... perfecta. -Dijo rápido mirándola directamente a los ojos, para luego bajar la mirada de inmediato.

La editora no esperaba aquella respuesta, por eso no dijo nada, solo esperó a que Andrea observara cuanto quisiera "lo perfecta que era".

Teniendo a Miranda de pie y totalmente desnuda ante sus ojos, el corazón de Andrea latía frenéticamente y su clítoris palpitaba de placer. Quería tocarse, necesitaba tocarse, pero antes le daría placer a Miranda, así como ella se lo había dado. Comenzó lamiendo su cuello y su jefa empezó a gemir, sus gemidos eran música a los oídos de Andrea.

Era delicioso saborear la suave piel blanca de Miranda y para hacerla disfrutar un poco más, bajó a los pechos firmes de ella, estaban duros y urgidos de una caricia. Tomó el seno derecho de Miranda en su boca y succionó con fuerza mientras apretaba su pezón izquierdo. Miranda tiró de sus cabellos y gimió con fuerza, había olvidado el lugar en el que estaban.

Quería prodigarle caricias más íntimas, necesitaba urgar en ella, sentirla. Metió su mano en su entrepierna y halló aquella cueva resbaladiza. Miranda estaba completamente mojada.

Con su pulgar tocó el clítoris de su jefa y ella volvió a gritar, Andrea empezó a acariciarlo y agitarlo. La masturbaba con lentitud y después con rapidez, Miranda no paraba de gemir y a cada tanto tiraba de los cabellos de su empleada.

Andrea se colocó de rodillas ante Miranda. Esta cerró con fuerza los ojos sabiendo lo que venía y los abrió al instante para poder admirar el rostro tierno de Andrea clavado entre sus piernas mientras lamía su sexo. Era su primera vez y la estaba llevando al paraíso, sabía usar muy bien su lengua. Lamía sus pliegues de arriba abajo y ahora empezaba a penetrarla con un dedo. Lo hacía lentamente y Miranda no pudo seguir mirando. Cerró los ojos por impulso.

- Tres dedos más y hazlo rápido. -Pidió con voz firme.

Andrea lo hizo de inmediato. En menos de tres segundos ya tenia cuatro dedos en el sexo de Miranda. Los metía y sacaba con rapidez. Hizo el proceso varias veces y a cada momento sentía más tensión en su jefa. La misma sensación que ella había sentido hacía algunos minutos, antes de que todo su cuerpo convulsionara.

Mientras sus dedos penetraban duro el sexo de Miranda, Andrea decidió pasar agilmente su lengua por el clítoris hinchado de ella. Movía su lengua al ritmo de sus dedos y después lo empezó a chupar. Eso fue suficiente para que segundos después Miranda explotara en un orgasmo. Tuvo que agarrarse fuerte de los caballos de Andrea, de lo contrario habría caído al piso.

El sexo de Miranda latía y sus jugos empezaron a fluir. Andrea decidió levantarse.

- No he dicho que podías levantarte. -Dijo jadeante.

- Es que pensé que...

- ¿Que habíamos terminado? -Le interrumpió. -No lo hemos hecho. Baja ahí y succiona un par de veces.

Andrea sonrió y Miranda levantó una ceja. Todo indicaba que lo que se avecinaba no representaría ningún esfuerzo para Andrea.

Miranda la miró firme y abrió sus piernas. Andrea obedeció. Se colocó otra vez de rodillas ante ella y succionó su centro. Podía sentir el sabor de Miranda en sus labios ya no tan inocentes.

- Es suficiente. -Espetó Miranda.

Andrea se levantó y miraba hacia el piso. Miranda se acercó a ella. Con su dedo índice tocó su mentón y levantó su cabeza. La miró y prosiguió a besarla. Lo hizo lentamente, con paciencia, con tiempo... con premura.

Solo deseaba sentir su propio sabor en los labios de Andrea. Después de un tiempo prudente se alejó y comenzó a vestirse.

. . .

- Vístete y puedes irte a tu casa. Ya es bastante tarde. -Dijo Miranda ahora vestida y sentada en su escritorio con la vista fija en su ordenador. Ni siquiera se molestó en mirarla.

- Y ahora yo como...digo...-Empezó Andrea, sin éxito de concluir ninguna frase.

- Es todo. -Le interrumpió su jefa con tono imperativo.

Andrea sabía que era mejor vestirse e irse. A Miranda no le gustaban mucho las preguntas.

Después de que Andrea saliera en completo silencio de su oficina, Miranda botó aire contenido. "Aquello había sido bueno", pensó.

El asunto con Andrea no quedaría solo allí. Ella ya era un antojo suyo y sus antojos siempre debían saciarse. Siempre.

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¡Hola! Creo que ese capricho de Miranda con Andrea apenas comienza...

Espero les haya gustado. Espero feliz sus comentarios. Muchos besitos desde Colombia. 

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