Capítulo 5

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| Más que su jefa |

Miranda estaba frente a la casa de Andrea. ¿Qué diablos hacía allí? Justificó la repentina acción con la preocupación "natural" por ser Andrea personal laboral cercano, pero tal vez había otro trasfondo y el interés iba mucho más allá.

El lugar era totalmente a contraste con los lujos y ostentación de Miranda Priestly. Demasiado modesto, sencillo y totalmente barato. Además; parecía peligroso, altamente inseguro. En muchas ocasiones Andrea salía tarde de Runway y andar por ese lugar a aquellas horas era riesgoso.

Dios, no podía imaginar el temor de Andrea en esa situación.

Ladeó su cabeza y antes de tocar a la puerta, titubeo un poco. Suspiró y decidió hacerlo. No había llegado hasta aquel lejano lugar para nada.

- ¿Aquí vive Andrea Sachs? -Preguntó Miranda al chico que abrió la puerta.

- Sí, es aquí. -Respondió mirando a la elegante mujer. Frunció el ceño y se recostó a la puerta.

- Soy Miranda Priestly, la jefa de Andrea, ¿puedo verla? - Preguntó quitándose los lentes de sol.

- Me parece el colmo que haya venido hasta aquí. Andrea pasó demasiado enferma todo el fin de semana y ayer regresó peor de su maldito trabajo. No hay que hacer magia para saber que fueron sus exigencias las que causaron eso. -Gritó molesto.

El chófer de Miranda salió en su defensa de inmediato y ella lo detuvo.

- No es necesario. -Le dijo levantando su mano para frenarlo. -solo he venido a ver cómo está.

- Está dormida en este momento. -Respondió a secas.

- ¿Puedo pasar? -Preguntó con tacto. En su naturaleza no estaba rebajarse, pero sabía que debía actuar con mesura si no quería perder el tiempo invertido en llegar hasta ahí.

Nate hizo un gesto de fastidio pero accedió a que entrara. Miranda le ordenó su chófer que se fuera. Entró y miró con disimulo todo a su alrededor, definitivamente Andrea no podía seguir viviendo en ese lugar.

El teléfono de Nate sonó y después de contestarlo murmuró una maldición.

- Me han llamado de mi trabajo y no tengo opción. Debo ir. Espero su visita no se prolongue y pueda irse cuanto antes, señora Priestly. -Dijo él con desagrado. -Andrea está en la última habitación, a la derecha.

Tomó unos paquetes de encima de una vieja mesa que había en el lugar y salió.

Miranda de inmediato se dirigió a la habitación que Nate le había dicho y al abrir la puerta pudo ver a Andrea. Estaba dormida. Se veía pálida, sus características mejillas sonrosadas estaban blancas, sus labios no tenían su color natural y su cabello castaño oscuro estaba esparcido en la almohada. No lo podía negar, Andrea era hermosa, ni aquel malestar lograba opacar la belleza en su rostro inocente.

Se acercó a la cama y se sentó al borde. Dejó su cartera en una mesa de noche que había cerca y con la yema de sus dedos tocó con suavidad la frente de Andrea. ¡Estaba ardiendo! Sintió culpa. Andrea le había dicho que no podía salir con la lluvia porque había estado enferma y a ella no le importó.

Movió bruscamente su cabeza y trató de alejar cualquier sensación de condolencia. Andrea Sachs era su asistenta y su trabajo era ese, atenderla.

Dejó deslizar sus dedos por el suave rostro de Andrea y con su dedo trazó líneas imaginarias en el labio inferior de la chica. ¡Dios, la deseaba tanto! Aquellas facciones inocentes solo incitaban al pecado.

- ¿Miranda? -Preguntó Andrea con voz débil, empezando a abrir totalmente los ojos.

La editora al escuchar la voz quitó de inmediato sus dedos y se irguió, adquiriendo una postura de seriedad.

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