Capítulo 13

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| Más que su jefa |

  - Más rápido. -Gritó al chófer.

Miranda salió de bellas artes en cuanto acabó la rueda de prensa.
Acordó con Nigel que no asistiría al almuerzo. Se verían en la recepción del hotel a la hora de tomar el vuelo para regresar a NY.

Cuando por fin llegaron al hotel,  Miranda caminó con prisa hacia la suite de Andrea y con la copia de la tarjeta pudo entrar. Pero lo que temía había acontecido: Andrea se había ido. No había nada de ella ahí. No estaba su ropa, sus zapatos, sus libros... no había nada.

Miranda sintió un desconocido vacío en el estómago, su corazón latió con voracidad y su tez palideció. ¿Qué estaba sintiendo?

Sintió temor de todas las emociones que estaba experimentando. Andrea empezaba a dar emociones desconocidas al petrificado corazón de Miranda y ella tenía tanto miedo, miedo de sentir cosas que para ella estaban prohibidas sentir.

Se acostó en la cama y pudo percibir el olor suave y dulce de Andrea entre las sábanas.
Estaba a punto de ahogarse en el mar de sus emociones.

A la hora acordada Miranda y Nigel se encontraron puntualmente en la recepción para ir juntos al aeropuerto. Nigel preguntó por Andrea y Miranda solo le dijo que había decidido irse, él al ver la rara desolación en la mirada de su jefa decidió no preguntar más.

.  .  .

New York City
De vuelta:

Miranda intentó llamar al número de Andrea cientos de veces pero siempre escuchaba lo mismo a la contestadora: "fuera de servicio".

Antes de ir a la mansión Miranda decidió pasar por la casa que había rentado a Andrea y así poder hablar con ella. No tenía la mínima idea de qué hablaría pero estaba segura de que debía hacerlo.

Abrió la puerta y para su sorpresa Andrea no estaba allí. Revisó los cuartos y no halló nada. La casa estaba como antes: vacía.
¿Dónde rayos estaba? No pensaría irse así como así después de descomponer su corazón. ¡No podía!

Le pidió a su chófer que la llevara a la antigua casa de Andrea y al llegar ahí lo que supo la desarmó por completo.

  - ¿Se encuentra Andrea? -Preguntó Miranda a la chica que salió luego de que ella tocara la puerta.

  - No vive aquí. -Respondió con una sonrisa amable.

  - Pero vendrá, ¿no?- Preguntó con ansiedad.

  - No lo creo. Hemos cerrado el contrato por la compra de esta casa hace poco. Como ve, estamos de mudanza. Hace mucho deseamos adquirir esta propiedad y ella no quería vendarla. Ahora fue ella quien nos llamó y de inmediato vinimos.

Miranda sintió una leve punzada en el pecho.

  - ¿Sabe dónde la puedo encontrar? -Preguntó.

  - No tengo idea de donde podría estar, señora. -Contestó frunciendo los labios. -Ahora con su permiso, voy a seguir ordenando las cosas.

Miranda estaba devastada. ¡Andrea  se estaba escondiendo! Ahora sí empezaba a sentirse como el monstruo que tal vez era.

Cansada en todas las formas fue a su mansión, dejó su bolsa en la sala y se quitó los tacones. Se recostó en la cama y meditó en lo que era su vida. Tras tantos logros y éxito seguía sintiendo un maldito sinsabor. Su vida parecía provista de todo pero en realidad era carente de muchas cosas. Riquezas intangibles que ella no podía comprar.

Nunca a su vida había llegado alguien como Andrea. Alguien que la quisiera sobre todas las cosas, sobre ella misma. Que viera en ella más que inflexibilidad. Andrea supo aferrarse a todo lo que ella era, no buscaba su dinero, no pretendía usarla como etiqueta. Andrea había sido la única persona que se había interesado en lo que ella era y no en en todo el imperio que había formado; no obstante la dejó ir. Eso era muestra de lo derrotada que podía llegar a ser y lo más lastimoso es que era tarde para pensar en eso.

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