Capítulo 6

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| Más que su jefa |

- Llegamos, señorita. -Dijo el chófer, mirando a Andy por el espejo retrovisor.

- Está bien. Muchas gracias. -Respondió con una pequeña sonrisa.

El hombre bajó las maletas de Andrea y luego abrió la puerta del carro. Ella salió y sus ojos se abrieron desmesuradamente. Ese lugar era realmente de ensueño. Se había imaginado un pequeño departamento en algún edificio, pero en realidad era una casa, bastante amplia en comparación al cubículo donde ella vivía y muy ostentosa.

Fue detrás del chófer y al llegar a la puerta este le dio las llaves.

- Espero sea de su agrado, señorita. -Comentó él.

- ¿A quién podría disgustarle? Esto parece el paraíso. -Respondió riendo. -Y solo dime Andrea.

- Andrea. - Le secundó.

Él se fue y ella abrió la puerta.

Era impresionante. La casa por dentro era mucho más hermosa. Los muebles, cuadros, flores... era realmente lujosa.

Rodó las maletas y al dar la vuelta dio un pequeño salto al ver a Miranda sentada en un sofá.

- Tomaste la mejor decisión. Sabía que aun tenias algunas neuronas en uso. -Comentó mirándola de pies a cabeza.

- Esto es... demasiado hermoso. - Contestó, sujetando el extremo de su camisa, era una costumbre nerviosa.

- Lo es. -Estuvo de acuerdo. -Vamos, te enseñaré el lugar. -Dijo levantándose.

Miranda se veía tan perfecta como siempre, tenia un vestido de Prada negro ceñido a su cuerpo y sus inolvidables tacones rojos. Andrea inevitablemente dejó perder su vista en la esbelta figura de ella, mientras caminaba detrás.

- No es muy grande, pero tiene todo lo que necesitas. Hay dos recámaras, esta es la primera. -Dijo abriendo la puerta de la habitación.

Andrea estaba tan impresionada con ese lugar. Era hermoso. La recámara estaba totalmente decorada. La cama era gigante y los edredones eran blancos, el guardarropas inmenso. Había un espejo al lado del guardarropas y un peinador.

- Es bastante amplia. -Dijo siguiendo los pasos de Miranda.

- En realidad no lo es tanto. Es mucho más grande esta. -Abrió otra puerta y la decoración de esta era totalmente distinta. -Esta es tu habitación.

A diferencia de la primera recámara, esta era más colorida, la cama era un poco más grande y el peinador de esta era blanco, no negro. El edredón era rosa y habían dos guardarropas. Además habían algunas rosas.

- ¡Dios, es hermosa! -Exclamó mirando cada detalle en la habitación.

- Sigamos. Falta enseñarte la cocina, la sala de juegos, sala de estar, jardín, biblioteca. Como te dije, es pequeña pero tiene todo lo que necesitas.

Andrea rodó los ojos, la exigente dama dragón insistía en que esa casi mansión era "pequeña".

El recorrido siguió y Andrea a cada tanto estaba más encantada con ese lugar, era hermoso y acogedor. Aunque la extravagancia no era algo de ella, ese lugar conservaba un ambiente entrañable. Le gustaba.

- Creo que no puedo aceptar esto. Es mucho, me parece demasiado costoso, con tantos lujos, yo no tengo el dinero sufic...

- ¿Has golpeado tu pequeña cabeza con el pavimento? He dicho que no debes pagar nada. -La interrumpió con voz fuerte.

- Pero me siento mal así. No puedo simplemente quedarme en esta casa sin pagar nada por ella, yo...

- El asunto está cancelado. Vivirás aquí y no debes preocuparte por nada que no te incumba. - Pronunció imperativa.

- No aceptaré vivir aquí sin dar un pago por esto. Tal vez lo que gano no alcanza para lo que cuesta la estadía en este lugar pero quiero que descuentes un porcentaje de mi sueldo. - Respondió sin titubear. -No sé, el porcentaje que estimes conveniente.

- Será como quieras. No tiene caso discutir ese tema. Plasmaré en un documento el porcentaje de tu sueldo que equivaldría al alquiler de este lugar. ¿Nate es tu novio? -Preguntó, cambiando radicalmente su expresión.

- Él es solo, solo un amigo. Es un amigo de siempre. Nos conocemos desde pequeños. -Respondió nerviosa. Miranda parecía demasiado molesta.

- No lo parece, Andrea. Estaba reclamando como si tuviera derechos sobre ti. -Dijo en voz baja, pero amenazante.

- Estás malinterpretando su preocupación. Él solo estaba molesto porque decidí ir a trabajar estando enferma y notoriamente llegué mucho peor. No tiene ningún interés sentimental en mí, somos amigos solamente. Somos amigos desde hace muchos años, Miranda. -Contestó tímidamente y luego bajó la mirada. No conseguía mirarla directamente a los ojos por mucho tiempo.

- Sea lo que sea, no quiero que estés cerca de él. Yo no nací ayer y sé cuando hay dobles intenciones. Él no te quiere solo como amiga. -Pronunció enfática, con mucha molestia.

- ¿Habría algún problema con que él quisiera más que mi amistad? -Preguntó con temor.

- Claro que sí. No quiero que nadie más te toque. -Se acercó a ella peligrosamente. - o te bese. - murmuró contra los labios de Andrea, sin tocarlos. - ¿Sabes para qué es esta mesa amplia?

Preguntó sin ceder en la cercanía y tocando tras sí la mesa de billar. Estaban en la sala de juegos ahora.

- Es... para jugar. -Respondió cerca a los labios rojos de su jefa.

- Exactamente y eso haremos. Jugaremos. - Acotó antes de lanzarse a sus labios.

Andrea se perdió en aquellos labios suaves y por impulso intentó colocar sus manos temblorosas sobre el cuello de Miranda.

- No me toques. No hagas nada que no te pida. -Dijo entre el beso.

Andrea asintió y cerró los ojos. Miranda con destreza la agarró del trasero y la subió a la mesa, ella apoyó sus manos en esta y dejó que Miranda lamiera con voracidad su clavícula. Ya sus senos estaban duros y su centro empezaba a humedecerse.

- Túmbate en la mesa. -Ordenó, desabrochando los botones del atuendo de Andrea. Ella obedeció de inmediato y su corazón empezó a latir más aprisa.

Sus senos blancos quedaron al descubierto, no llevaba sostén y Miranda realmente disfrutaba de eso. Quitó con desespero la falda negra de su asistente, sacó su tanga, flexionó sus piernas y luego las separó totalmente. Andrea sintió mucha vergüenza, nunca había sido observada tan íntimamente por nadie y menos por una mujer, pero el placer era mucho mayor. Estaba excitada y el líquido en su centro era prueba de ello.

Andrea empezó a gemir y Miranda quiso disfrutar con mayor volumen de aquel sonido, por esa razón escondió su rostro entre las piernas de Andy, pasó la punta de su lengua por su clítoris y con su dedo hurgaba dentro y fuera de su feminidad.

Andrea gritó sin reparos cuando sintió una succión fuerte en su clítoris.  Llevó sus manos a sus senos y empezó a tocarlos.

Su respiración estaba descontrolada, su pecho subía y bajada. Su centro latía de placer y segundos después se retorcía por completo a causa del orgasmo.

Gemía y jadeaba. Sintió como su centro se lubricaba con su propio líquido y cerró las piernas por impulso.

- No quiero que tengas ningún tipo de relación con Nate. -Advirtió antes de cerrar la puerta de la sala de juegos de un golpe haciendo retumbar la habitación tras sí.

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Holaaaaaaaaaa. Disfruten de la lectura. 

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