Aun dudaba de que todo aquello fuese real, y decidí que debía haber sido parte de un sueño, o una dulce pesadilla. Que estaba dormitando y por eso confundí las cosas.
¡Despierta! Chicos como el no deben existir.
-¡Buenos días! Buenos días-mi madre, como siempre entusiasta. Su voz alegre rebotada en el aire como algo fuera de lugar.-Hoy es un gran día- corrió las cortinas dejando entrar el sol.- Mírate Scarlett pareces una vampira hija. Deberías correr las cortinas cuando estés aquí, ya puedo oler la humedad.
-¿Qué hora es?-preguntaba aun conservándome grogui, tapándome con urgencia la molestosa luz que tocaba mis ojos con la almohada.
-Las diez. Ya despierta, hoy el día está lindo vamos de compras. Debes aprovechar tu último fin de semana de vacaciones. Ya el lunes comienza la escuela y no tendrás tiempo para mucho.
-¿Tan pronto? Pensé que aun me quedaba una semana.
-Temo decirte que no es así. Anda hija date un baño, mientras, te prepararé el desayuno-increíble mi madre sonaba emocionada con la idea de pasar un día de chicas… conmigo.
Esto es sencillamente perfecto.
El baño en mi habitación era mi área favorita de toda la casa. ¿Por qué? Nadie podía molestarme ahí. Era solo yo. Y eso definitivamente era preciado. Las paredes turquesa brillante contrarrestaban mi apagada personalidad, mas me gustaban. Me hacían recordar que había algo más aparte del negro y gris, mis dos colores predilectos, lo sé, bastante deprimente. La ducha en la esquina con puertas de cristal corredizas me llamaba con furor. Cerrando los ojos aun conservando deseos de bostezar proseguí a desnudarme. El agua hirviendo comenzaba a correr, mientras yo tomaba mi cepillo de dientes. Al entrar lo dejé caer sobre las baldosas blancas. Maldije. Al agacharme una incómoda sensación me sacudió. Era como si alguien me observaba. Las puertas de la ducha estaban ahumadas por el fuerte vapor que no cesaba así que la vista estaba nublada y difícil. Froté con mi puño quitando el vaho para ganar algo de visibilidad. Vacío. Obviamente no había nadie allí. Aliviada de no encontrarme con extrañas sorpresas más preocupada de mi progresiva paranoia suspiré. Incliné mi cabeza hacia atrás y dejé remojar mi pelo por un largo rato. El agua resbalando sobre mi piel era tranquilidad, estado del cual hace mucho no disfrutaba.
El sonido del chorro era monótono, normal, y lo único que escuchaba. Música para mis oídos. Por tan solo unos minutos sentía que no estaba allí, que mi cuerpo se trasladaba a otra parte, otra realidad, otro mundo.
Volare, oh, oh…
Sorpresa. No era yo la que cantaba.
-¿Lucas?-pregunté ya mostrando una estúpida sonrisa en mis labios. ¿Qué pasaba conmigo y ese chico?
Entonces no inventé tanto, después de todo.
Cantare, oh, oh, oh, oh…
Su voz aterciopelada enviaba circuitos de electricidad por todo mi ser. Manejaba a su antojo mi sistema nervioso. Mis piernas se debilitaban y no ocasionaba otra cosa que no fuera esa incesante punzada en el pecho que colisionaba con la carrera afanada de mi corazón. El aire se volvía ligero y de no ser por la fuerza gravitacional juraría que podría flotar sin pesar alguno.
Es real. La alegría que me dio el saber que si, era cierto, que todo él era de verdad me llenaba de una euforia tan activa comparada con pura adrenalina.
-Lucas no deberías estar aquí. Es una falta de respeto-Dios ¡si que sonaba falsa!
No habló. ¿Por qué no decía nada? Lucas hubiese porfiado eso rápidamente, de esa manera en que solo él sabe ser zafiamente encantador.
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Amanecer de la Noche
RomanceCómo poder regresar a la normalidad cuando nada hace sentido… Cómo poder saber lo que es real cuando se duda de lo que se tiene de frente… ¿Cómo poder amar sin saber quién eres? Para Scarlett Blunt, sus dieciséis primaveras han sido tan banales...