Parte II: Capítulo 6: "Façade"

290 8 2
                                    

La tina del baño estaba llena hasta el tope. Inhalé profundo y me sumergí por completo intentando ahogar ese malestar que me cundía siempre el pecho. Era casi imperceptible pero latente, siempre me hacía recordarlo. Siempre me obligaba a echarle de menos. 

1460,9688 horas. 87658,128 minutos. 5259487,68 segundos.

2 meses.

Ese era el tiempo que no sufría de alucinaciones.  

Salí a la superficie por una bocanada de aire. Y vi hacia la ventana al final de mi habitación. Cerré los ojos por unos segundos y busqué frenéticamente fragmentos en mi mente de algún recuerdo suyo. Con empeño remembraba atisbos de su rostro. Asustada de no poder recordarlo abría los ojos, sin darme chance a fallar. Me sumergí por completo una vez más. Ahí estaba. Sonreí y me imaginé que me envolvía en un fuerte abrazo, que rodeaba mi cintura con firmeza sin querer soltarme jamás. Sus labios pronunciaban mi nombre una y otra vez. Tocaba mi piel forrada de agradables cosquillas, la que se erizaba al paso de las yemas de sus dedos, no quería que se detuviera. Entonces ahí fue cuando entré en calor. Su boca ya comenzaba a juntarse con la mía pero algo nos detuvo. 

Ya me comenzaba a doler la piel al sentir ese mar de fuego. Abrí los ojos para corroborar que no formaba parte de mi fantasía. Y así era. Ya que literalmente el agua de la tina estaba extremadamente caliente, tanto que burbujeaba igual que en una caldera. Ya comenzaba a quedarme sin aire, aturdida y desesperada intenté emerger pero no pude. Era como si una fuerza invisible me empujara al fondo. El agua continuaba hirviendo, me estaba quemando, sentía ampollas formarse en mi piel. Cada vez perdía más oxígeno. Pateé y moví mi cuerpo de lado a lado descontroladamente intentando desbordar la bañera. Observaba como se desaguaba pero no como se vaciaba. Al contrario mientras más agua salía más parecía estar llena. Mis pupilas ardían y el escozor era terrible. Volvía a moverme con brusquedad sin saber qué hacer. Mis músculos se contrajeron como nunca antes había sucedido. Mi corazón de un palpitar veloz y azorante que castigaba mi pecho pasó a uno nulo. El dolor no era descriptible.  

El susto me llevó a pegar un grito que inundó mis pulmones del caldeado líquido. Burbujas brotaban de mi boca mientras batalla por encontrar el inexistente aire una vez más. No me rendí con facilidad el ímpetu de supervivencia me hizo dar una última pelea pude sobrepasar la barrera invisible y asomar mi cabeza un poco. 

-¡MA…!

Otra vez sentía como algo me hundía la cabeza hacia la parte inferior de la bañera. Peleé nuevamente pero esta vez mi cuerpo comenzó a convulsionar. Eran movimientos inconscientes y violentos que me zarandeaban con fervor. 

-¡AYUDA…-solté entre otra bocanada de aire.

Algo me haló de ambas piernas, vi el agua enrojecida y luego vino la oscuridad. 

No sé cuanto pasó pero sentía que había dormido lo suficiente como para sentirme descansada las cuatro décadas siguientes. Me restregué los ojos y me revolví en la cama sintiéndola diferente, al estirar mi brazo vi unos cables salir del dorso de mi mano. Ya estaba sobresaltada y cuando el miedo me iba a atacar vi la cara de mi madre junto a mí. De inmediato tomó mi mano entre la suya con extrema cautela. Ahí fue que caí en cuenta que ambos de mis brazos estaban cubiertos por vendajes. 

-¿Mamá que pasó? ¿Por qué estoy aquí? 

-Tuvimos que traerte de emergencia al hospital, sufriste un accidente. ¿No recuerdas nada?

Imágenes nubladas se filtraban en mi mente, el baño, agua turbia, yo ahogándome en ella…

-No… no recuerdo bien lo que pasó-admití confundida. 

Amanecer de la NocheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora