Capítulo 14: "Fatum"

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Necesitaba silencio e irónicamente ese era el único lugar que lo proporcionaba. Mis pisadas resonaron en la loza y tomé asiento en el primer banquillo, frente al Jesús crucificado, al cual miré como siempre, con esa mezcla de espanto e insesante curiosidad. Sin idea de lo que hacía me persigné, agaché la cabeza e intenté rezar.

-No soy la más religiosa, como ni la más creyente…-comencé a balbucear.

-Lo bueno de la casa de Dios, es que siempre está abierta para todo el mundo.

Fruncí el ceño. ¿Será que la voz de Dios adopta la forma de aquellos que amas? Porque de ser así entonces mi Dios tenía exactamente el timbre de…-Lucas.-Nombré esbozando una tímida sonrisa. Sentí el calor de sus manos, escuchando como me pedía que abriera los ojos. Al verle lo abracé con fuerza, queriendo impregnarme de su aroma. -¡No sabes como me alegra tenerte a mi lado! ¡Estás bien!- No lo dejaba ni hablar, besaba sus mejillas, sus labios, su frente…-Pero… ¿Cómo saliste?

-Es una larga historia, que prometo contarte luego.

-Bien, tórtolos el tiempo se agota, momento de irnos.

Por el pasillo, una chica muy atractiva se adueñaba del espacio como si de una pasarela se tratara. Su estilo era impecable, al igual que la sensualidad que sin esfuerzo le brotaba por los poros.

-Con que un uniforme de colegiala era lo que me hacía falta para conquistare, ¿eh?-bromeó, dandole un pequeño toque juguetón con su codo a Lucas.

Eso no me gustó.

-Pero que maleducada esta gárgola tuya. Me llamo Elena.

Extendió su mano para estrecharla y yo atontada hice lo mismo junto con un penoso murmullo casi naudible tratando de pronunciar mi nombre.

-Descuida, se quien eres. Scarlett, el amor humano de Lucas.-Aseguraba con movimientos enérgicos de cabeza.

-¿Humano? Asumo que tú…

-Soy una súcubo-admitía con anormal naturalidad.

¿Gárgolas, súcubos…? Ya comenzaba a dolerme la cabeza. Lucas se percató de lo díficil que se me estaba poniendo el asimilar todo aquello, y dando una mirada regañona a Elena, quien se encojía de hombros aparentando ingenuidad me ayudó a ponerne de pie.

-Scarlett, cariño… debemos marcharnos. Estamos cortos de tiempo y en peligro.

Sin entender ni un rábano de lo que acontecía, me puse de pie esperando que Lucas me sacara de allí, pensando en que el peligro era representado por los Exterminadores y que ahora no era el momento adecuado para más interrogatorios, sino de seguir la prima ambición de sobrevivir. Lucas agarró de mi mano fuertemente y comenzamos a andar presurosamente. Elena quien al parecer nos había dejado a solas regresaba con el semblante lleno de agobio.

-Hay Exterminadores en las afueras, ya dieron con nosotros. No deben estar para nada feliz por la explosión de ayer…-aseguraba mordiendo su labio inferior.

-¿Ustedes fueron los que reventaron el Departamento de la Policía?

-Ustedes es mucha gente, fue la loca esta-Lucas acusaba a Elena estrujándose los cabellos.

-¡Deja de llorar como una niñita y más bien idea algo para zafarnos de ellos!

El comentario de Elena me enojó y no necesariamete por su tono sexista sino por la complicidad con la que ella y Lucas se trataban. ¿Desde hace cuánto se conocen? Los celos crujieron y no pude evitar tensar mi cuello, el malestar era mucho pero inservible dada las circunstancias, por lo que me lo tragué a la fuerza.

Amanecer de la NocheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora