Secretos

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 –¡Alexander!– gritó Tamara mientras se acercaba junto con el chofer luego de que éste le llevara los dos paraguas.– Ya nos vamos. ¿Querés que te dejemos en el orfanato?

Ese grito lo devolvió a la realidad, totalmente alejada de lo que acababa de sentir.

Alexander soltó a Amanda y miró a los ataúdes por unos segundos más. Le dedicó un gesto afirmativo a Tamara. Sin decir una palabra se acercó a ella, mojándose con la lluvia, ignorando los llamados de su amiga. La asistente social le ofreció un paraguas ya abierto, y él lo tomó. Caminaron juntos hasta donde habían dejado estacionado el automóvil. El joven parecía no tener fuerzas. Una vez que todos se subieron al vehículo, el chofer arrancó.

Cuando llegaron al orfanato la lluvia ya había cesado. Alexander se bajó del automóvil y le explicó a Tamara que se cambiaría en ese momento y le devolvería el traje. Ella dijo que no se preocupara, pero ante la insistencia del joven se quedó a esperar a que se cambiara de ropa.

Alexander subió hasta su habitación desganado. Abrió la puerta y notó que Julio no estaba allí. Se cambió tranquilo, dejó la ropa prestada en la bolsa de papel y se la entregó a Tamara, que esperaba en el automóvil.

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Cuando fue la hora del almuerzo sólo comió medio plato. Después de eso volvió a ir al patio central. No pudo pensar tranquilamente debido a que había un torneo de basquetbol entre los huérfanos y los gritos de los espectadores lo distraían.

Sin embargo permaneció allí, recostado en el mismo banquito de siempre con los ojos cerrados. Pensaba en que acababa de estar en el entierro de sus padres. Pero no había estado en el entierro de sus padres biológicos, al menos no recordaba haberlo hecho. Sintió una repentina curiosidad por su propio pasado, desconocido para él.

Escuchó sin querer la charla entre dos amigas que caminaban cerca de él. Hablaban sobre ir a la sala de computación dentro del Orfanato. Alexander se sentó y observó con detenimiento a dónde se dirigían. Las siguió hasta una sala ubicada en el primer piso, en frente del salón de juegos. Allí había mucho silencio. No se oía mas que el motor del aire acondicionado y los golpeteos en los teclados y los click con los mouses. Habían 20 computadoras allí, de las cuales 15 estaban ocupadas. Se sentó en una vacía y empezó a pensar qué buscaría.

«Catorce años en el pasado – pensó.– Tercera semana de Julio»

Entró al sitio web del diario local El Tribunal. Colocó la fecha estimada: 21 de Julio, catorce años en el pasado; y comenzó a leer los titulares en busca de la información que necesitaba. No le llevó tanto tiempo encontrar un artículo interesante, publicado el lunes 23 a la mañana.

«Curioso incendio en una casa a las afueras de la ciudad: Fallecieron tres personas a causa de las llamas»

El título llamó su atención. Continuó leyendo:

«El miembro más joven de la familia fue el único sobreviviente.»

«El incendio tuvo lugar en una casa a 45 minutos de la capital. Las pruebas indican que el matrimonio y su hija mayor fueron reducidos a cenizas. Por fortuna el pequeño bebé de tan sólo dos años sobrevivió a tal macabro incidente»

A continuación Alexander vio una foto de una familia conformada por cuatro personas. Una mujer sostenía en brazos a un bebé; a su lado un hombre la sujetaba a ella de la cintura y apoyaba su mano izquierda en el hombro de una niña. Todos miraban a la cámara. Detrás suyo podía verse un gran lago.

Alexander se desconcertó. Por un momento creyó reconocer la cara del hombre pero no fue así. Siguió bajando y continuó leyendo el artículo hasta que llegó al final, donde decía que los tíos del sobreviviente se harían cargo de los cuidados del bebe. Además, estaba abierta una convocatoria de donaciones para ayudarlos.

Elmentoru: DespertarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora