𝙎𝙪𝙞𝙘𝙞𝙙𝙚 𝙗𝙧𝙞𝙙𝙜𝙚; 𝙫𝙠𝙤𝙤𝙠.

03

DOS AÑOS DESPUÉS

Era un día lluvioso y Jeongguk salió corriendo de esa casa espantosa donde estuvo viviendo desde que nació, o eso era lo que él pensaba. Había estado planeando algo semanas antes para poder escapar de allí ya que se sentía horrible viviendo allí. Se sentía como si fuera un prisionero, no lo dejaban hacer nada y no tenía a nadie con quien hablar, simplemente siempre estaba solo. Siempre. Aunque solo salía de su casa a la universidad y de esta de regreso a casa, era al único lugar donde su hermano le había permitido asistir desde hace unos meses atrás.

Corrió hacia cualquier lado solo para alejarse lo más posible de allí, estaba agradecido de haber salido con un suéter que tuviera gorro, se lo puso solo al salir, ya estaba empapado de pies a cabeza. Antes de haber salido se llevó el dinero que su hermano le había dado para ahorrar y con eso podría vivir unos días. Era lo que pensaba.

Corrió por las oscuras y frías calles de Seúl sin ningún rumbo en particular, sólo quería irse a un lugar lejos de él. Tiempo antes se había dado cuenta de que todo el dinero que ganaba su hermano era dinero mal ganado, su hermano era un narcotraficante, en pocas palabras, vendía droga. Además asesinaba a gente, bueno no, él no era el que lo hacía, pero mandaba a asesinar a las personas solo por gusto propio. El estaba demasiado decepcionado de su hermano, y no quería seguir allí porque no le gustaría convertirse en una persona como su hyung.

Llegó al puente Mapo de Seúl, empezó a caminar bajo la lluvia por el sendero de peatones con lentitud y mientras lo hacía comenzó a ver los escritos en las barras del puente. No te desanimes. Sigue adelante. La vida es una, vívela a tu manera. No te des por vencido. Aprovecha. Sigue en pie. No te dejes derribar. El suicidio no es la mejor opción. Tú vida vale más que nada. Mira hacia adelante. No dejes que te hagan caer. No mires atrás. El pasado es pasado. Camina hacia el futuro. Si te caes, vuelve a levantarte. Minutos después se encontraba frente a una caja de teléfono de esos que parecían a los que debes meterle monedas para que funcionen. Como un público.

En ella estaba escrito: SOS, línea de prevención de suicidios. Si tienes algo que decir, nosotros te escuchamos.

Jeongguk nada más por simple curiosidad descolgó el teléfono y lo llevó a su oreja. Sus lágrimas se perdían con las gotas de agua que caían en sus mejillas.

-Hola, línea de prevención de suicidios.

-Hola, mmm. Estoy en el puente Mapo, en esta noche fría y lluviosa.

-De acuerdo, continúa.

-Hay un chico aquí, que qué... creo que quiere suicidarse. Creo que va a saltar al río en cualquier momento. Puedo entender por qué el quiere hacerlo, porque el se siente así. Es porque el mundo no es hermoso, no es color de rosa como dicen. Dígame algo, ¿usted cree que el mundo es hermoso?

-Acaso, ¿tú eres el chico que quiere suicidarse?

-¿Puedo hacerle una pregunta?

-Si claro, dime.

-Tengo 22 años... ¿No se supone que debería disfrutar de mi juventud? ¿Porqué mi vida es tan mala? Si es cierto que Dios existe me gustaría preguntarle esto: ¿que tienes planeado para mi? Acaso, ¿no me trajiste a este mundo por alguna razón en particular?

Segundos después de haber terminado esa oración luces rojas y azules acompañadas de la sirena conocida por patrulla de la policía se escuchó. Jeongguk apartó el teléfono móvil de su oreja, volteó a ver tras suyo, efectivamente, había una patrulla de policía frente a él y una ambulancia atrás de esta.

—Joven por favor espere, cálmese. Pasaré a ese lado en un momento, no se mueva de ahí. -habló el oficial frente a él muy angustiado por la vida de Jeongguk.