PARTE II

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Logan llevaba media hora aporreando un piano que reproducía sonidos de animales cuando Finn, seguro de que terminaría por estampar el endemoniado juguete contra la pared si escuchaba una vez más a un caballo relinchar decidió que había llegado la hora de quitárselo.

Su sobrino enseguida se removió tratando de alcanzarlo, pero tan pronto como le entregó el peluche con forma de sonajero que Millie le había comprado, pareció olvidarse del piano.

Sonrió satisfecho.

Al menos hasta que logan lo agitó y el sonido irritante que produjo le golpeó de lleno. Lanzó un gruñido de protesta y volteó hacia Millie al tiempo que hablaba ― ¿Es realmente necesario que todos los juguetes infantiles tengan que ser tan-?

Dejó la frase a medio terminar al darse cuenta que se había quedado dormida.

Suspiró al tiempo que la contemplaba frunciendo los labios en un gesto mezcla de un puchero y una sonrisa, luego lo hipnotizó el mechón de pelo que había caído sobre su rostro, cubriéndolo parcialmente. Sin dudarlo un segundo, se lo colocó tras la oreja para luego recoger del suelo la manta que minutos atrás Logan había tirado después de sacudirla a placer.

La extendió sobre el cuerpo inmóvil de una Millie que lanzó un suspiro satisfecho.

―Ta, ta, ta, ta, ta.

Sus atenciones regresaron a Logan. Lo aupó para poder mirarlo a la cara cuando le hablase―. No, no, renacuajo. Es tía, pero casi―. Logan se limitó a sonreír al tiempo que se metía el puño en la boca.

Finn rodó los ojos.

― ¿Qué te parece si nos vamos a la cocina a prepararte el biberón y dejamos dormir tranquila a la tía Millie?

Su sobrino sacó el puño de su boca y un hilo de baba se le deslizó por el mentón.

― Me tomaré eso como un sí.

Durante la media hora siguiente, se encargó de prepararle el biberón a Logan, de dárselo y de hacer que eructara y, todavía con el trapo encima del hombro comenzó a darle palmadas en la espalda, paseándose de un lado a otro al tiempo que lo mecía para ver si conseguía dormirlo.

Aunque estaba seguro de que era muy posible que no estuviera para nada cansado teniendo en cuenta que se había echado un buen par de siestas.

Pero deseaba que su sobrino durmiera otro poco más para así poder tomarse un respiro.

Finn realmente lo adoraba, pero en ese momento envidiaba a Millie como nunca pensó que lo haría y todo por una jodida siesta, miró hacia el reloj de la cocina para calcular cuánto tiempo faltaba para que su madre regresara y así poder descansar, aunque sólo fuera por un par de horas.

Sin apenas ser consciente de ello, pero tal vez lo suficientemente desesperado como para hacerlo, comenzó a tararear mientras seguía moviéndose de un lado a otro, en ese momento posó la mirada en los diferentes adornos que Millie tenía en el salón, se sorprendió al percatarse que cada año que pasaba había más y más fotografías, inclusos algunas habían ido sustituyendo a artilugios que no sabía en qué momento habían desaparecido.

Con una sonrisa cálida se acercó para poder verlas desde más cerca, era increíble que en la mayoría de ella estuviera él, ya fuera sólo con Millie o ambas en compañía de más gente.

Incluso había una en la que ella ni siquiera salía, sino que estaba la familia de Finn, Charlie y Paige sentados en torno a la mesa del comedor disfrutando de la cena navideña. El canadiense sonrió aún más al recordar que Millie había sacado la foto desde la cocina, mientras pedía que saludaran a la cámara.

Cuidando a mi SobrinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora