Con juguetes

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Narrador omnisciente:

Yuuichirou era un hombre curioso por naturaleza, y eso era algo que Mikaela sabía demasiado bien.

Mikaela era consciente de que a su novio le gustaba saber, experimentar y descubrir a través de la experiencia lo que le gustaba y lo que no. A Yuu no se le daba bien el hecho de aprender a través de vivencias de otros; fuera bueno o malo, delicioso o amargo, él necesitaba vivirlo para comprenderlo.

Una verdad indiscutible, era que Mikaela conocía muy bien —tal vez demasiado—, al de ojos esmeraldas; después de todo, eran pareja desde la escuela secundaria, y tenían viviendo juntos cerca de dos años, por lo que el rubio podía ampliamente presumir que sabía lo que su Yuu-chan quería, con sólo una mirada.

De modo que, cuando encontró a su lindo novio sentado en la sala, escuchando atentamente lo que su mejor amiga le contaba sobre el uso de juguetes durante el sexo, su ser entero empezó a temblar.

Ante la escena, tuvo que tragar en seco y morderse el labio inferior, para contener sus intensas ganas de gritarle a aquella enana todos los insultos que conocía. ¿Cómo se atrevía a seguir corrompiendo a su dulce Yuu-chan con sus perversiones?

Y es que, en realidad... a Mikaela no le molestaba que su novio le pidiera intentar ciertas cosas en la cama. Él estaba dispuesto a todo para complacer a su chico, mientras fueran sólo ellos en la habitación, pero preferiría que fueran ideas de suyas, y no algo impuesto por aquella de cabellos púrpuras; la única persona en el mundo con la que el rubio tenía dos emociones contradictorias al mismo nivel: odio y agradecimiento.

— ¡Vivan las relaciones sexuales ilícitas! —Fue lo último que Mika escuchó por parte de Shinoa antes de cerrarle la puerta en la cara.

Soltando un gruñido de frustración al tener que lidiar con aquella chica tan... entrometida, el oji-zafiro regresó junto a su amado, y la escena que encontró, fue la que su mente predijo en cuanto escuchó el término: plug.

Una pequeña sonrisa, las mejillas sonrojadas, sus ojos tímidamente clavados en el suelo, y los nervios marcados en el jugueteo con sus dedos. Supo de inmediato, que su lindo azabache estaba por pedirle que probaran, al menos algunas, de aquellas maravillas que le habían contado.

La sorpresa se reflejó en el rostro de Yuuichirou cuando se percató de que las palabras serían algo innecesario; Mikaela llegó a él dando un par de grandes zancadas y juntó sus labios con lujuria y necesidad, haciendo que sus piernas temblaran al recibir su húmeda lengua en su lengua, antes de ceder sobre aquella leve presión sobre él hasta dejarlo recostado sobre el sillón.

Los besos fueron bajando lentamente por su cuello, su camisa se abrió y la humedad del tacto siguió su camino hasta sus clavículas. Un fuerte jadeo escapó de su boca al sentir los colmillos de su novio haciendo presión sobre su piel hasta dejarla amoratada.

El mayor regresó lentamente a la zona de sus labios, sólo para admirar cuán rojos y carnosos eran, antes de susurrar con goce y voz ronca: la verdad es, que desde hace tiempo me muero por probar contigo un par de juguetes que encontré mientras navegaba en internet.

Yuuichirou sólo sonrió victorioso; lamentablemente el deleite del triunfo le duró poco.

Su conciencia se le escapaba como arena entre los dedos al sentir aquellas vibraciones en su trasero, y la forma tan exquisita en que su miembro se erguía una vez más ante la constante estimulación de su glande.

Las sensaciones eran intensas, pero pronto empezó a considerar que tal vez eran demasiado para él. El objeto en su trasero y el que se enroscaba en la punta de su miembro... ¿por qué diablos Shinoa no le había prevenido al respecto? Se suponía que generaban el mismo tipo de deleite, pero Yuu lo sentía como dos placeres totalmente diferentes.

A ƒ r σ ∂ ι ѕ ι α c σ  「30 Díαѕ мιĸαуυυ」Donde viven las historias. Descúbrelo ahora