Capítulo 9.

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  Capítulo 9.


  Crowley no comprende cómo carajos el príncipe y los duques del infierno se enteraron de su relación - no tan confirmada - con su ángel; apenas llegar Hastur y Ligur lo recibieron con una paliza dolorosa que le hizo creer en entrada que esos imbéciles descubrieron su engaño, sin embargo apenas lo arrastraron frente a Belcebú, misma que le sonrió felicitando su modo de operar y como está corrompiendo al ángel mediante manipulaciones, las cuales ella también implementa con un arcángel, supo que era algo peor: Saben sobre él y su amado, saben que se aman, aunque si bien no es del todo cierto, ya que son unos infelices que ven maldad donde no la hay. Todo esto lo inclina a correr contra el tiempo para permanecer al lado de su querido ángel, impidiendo a si mismo averiguar quién lo acusó, porque a ciegas sabe que de haberlo hecho no sólo lo mataría, de eso seguro.

  Apenas reaparece en la librería nota que está cerrada, lo cual es extraño teniendo en cuenta que es una mañana hermosa y laboral para Azirafel. Tal como si su existencia fuera arrancada se adentra brusco a la tienda, buscando o queriendo percibir la presencia del ser celestial; remueve cada pieza de ese sitio, busca en los rincones, detrás de los estantes, y nada, y pierde la cabeza, evocando la reminiscencia del día en que la librería ardió en llamas.

  — ¡¡Azirafel!! ¡¡¿D-dónde rayo estás?!! — Su voz se entrecorta aplastado por la angustia, pensando si alguien le hizo daño a su ángel, jurando que el desgraciado pagará caro; se tambalea en el turbador silencio irregular — ¡¡Azirafel!! ¡A...! Oh Azirafel.

  Su alma regresa a su cuerpo al entrar a la modesta habitación de su ángel y notar que el aroma de su amor impregna cada pared, cada centímetro de los iluminados aposentos; su corazón abandona el paso agitado remontando uno más calmado, así mismo percibiendo del baño la ducha funcionar, como las gotas seguro impactan y se deslizan en la nivea piel de su cariño. Se recuesta a la par de las almohadas olfateando a gusto el perfume natural de Azirafel a la vez que quita sus zapatos; envuelve su cuerpo en las sábanas asentando sus ojos en el techo.

  Despierta asombrado con la facilidad en que concilió el sueño; sonríe afirmando sus iris sobre la puerta cerrada, a los segundos su semblante apacible cambia a uno alterado. El cuarto de baño está cerrado y la ducha aún se escucha. Eso no es normal, más cuando la luna ríe en el exterior.

  De un salto se arrima y llama insistente al ángel, apoyando la oreja con la finalidad de captar algo más que no sea la regadera.

  Azirafel en el interior permite que el agua caliente sane y elimine la suciedad en la que su cuerpo fue obligado a participar; sus alas empapadas lo rodean como un capullo pálido echado sobre las baldosas color hueso y sus ojos lloran lágrimas mudas. Alza la cabeza y estira su brazo para impedir que el agua no caiga más sobre sus plumas resentidas. Tembloroso se pone en pie recién notando como zonas de sus piernas y cuello permanecen rojizas, afectadas y adoloridas por la temperatura del agua, las acaricia omitiendo la voz del demonio que le tienta a responder, a correr para no alejarse más de él.

  ¿Y si lo sabe? Si sabe que alguien más lo tocó, marcó e incluso arrebató parte de su pureza a la fuerza. Si Crowley supiera que sólo pudo esperar a que acabase, imposible de luchar más de lo que pudo.

  ¿Y si Crowley enfurece? ¿Si no cree que él no quería?

  Solloza tapando su cara, absorbe los mocos lastimero.

°•. six thousand ineffable years .•° Cactus_03Donde viven las historias. Descúbrelo ahora