¿Dónde Estás?
No puedo creer que un resfrío me haya jodido hoy viernes, se suponía que a esta hora estaría saliendo de clases rumbo a encontrarme con Madara.
¡Maldito resfrío, malditas vacunas que no ayudan en nada! Joder, que mal me siento, la garganta me duele, tengo los ojos llorosos y cada cierto tiempo ando estornudando.
Siento que la vida me odia y mi cuerpo también.
Con mucho esfuerzo me levante y haciendo acopio de toda mi fuerza de voluntad me di una buena ducha con agua tibia para bajar lo que se suponía que sería un principio de fiebre. Luego junte todos los pañuelos que tenía en toda la cama y los tire a la basura, cambie las sabanas por otras más limpias y abrí la ventana que daba a la calle entre tanto me ponía un saco y me sentaba a contemplar las personas que iban de arriba abajo, hasta que mi celular comenzó a sonar estrepitosamente por lo que lo tome en mi mano derecha mientras con la otra mano me limpiaba las lágrimas que se escurrían de mis ojos.
—Hola
—Sakura, ¿cómo te sientes? —sonreí al escuchar su voz.
—Bien. Y lo siento por no haber pasado a verte es que
Ring Ring.
A quien se le ocurre estar tocando el timbre en este momento.
—Me esperas un poco Mad —le dije mientras iba hacia la planta baja en donde no dejaban de tocar el timbre.
—No hay problema —murmuro este tras la línea.
—Hola señorita. ¿Usted es Haruno Sakura, verdad? —un pequeño niño sostenía un ramo de flores mientras sonreía abiertamente demostrando que le faltaban dos dientitos, sus ojitos marrones brillaban y su cabello chocolate se escondía tras una gorra azul.
—La misma —baje el celular y fije mi vista nuevamente en el ramo el cual el niño me daba.
—Entrega especial para la señorita —me ruborice cuando el muy sonriente me guiño un ojo y luego saco una tarjeta de su bolsillo—. ¡Espero que te mejores y que tengas un lindo fin de semana! Las flores son una especie de intermediario entre tú y yo. Siento ser tan cobarde.
Mi mente quedo en blanco y solo atine a sonríele al niño que luego dejo la tarjeta entre las flores y salió corriendo sin dejar que mis pensamientos se organizaran para preguntarle si no se había equivocado.
Cierto, esta mi nombre ahí en esas flores. Pensé.
Me fije en las flores pero entonces mi mirada se fue hacia el celular el cual vibraba. Madara, pensé antes de atenderle nuevamente.
—Hola
—Tienes un admirador —aseguro él.
—No lo creo —dije mas para mí que para él—, supongo que debe de ser Ino, la tonta de las flores.
—Pensé que no te gustaban las flores —dijo él a lo que no supe que decir.
En si me gustan verlas de lejos o en un jardín, pero lo que veo de recibir flores es que estas se te secan y entonces tenés que tirarlas, por lo que alguna vez le dije que no me gustaban.
—No le podía decir al niño que no me gustaban —murmure antes de ver a papá llegar a casa.
—Ahora ya lo sé para otra vez.
— ¿Ah?
—Hija que haces afuera —dijo papá antes de pasar por mi lado lleno de bolsas y darle una mirada de reojo a las flores en mis brazos, y a mi celular.
—Estaba esperando a Ino —le sonreí y cerré la puerta tras nosotros.
—Está bien, igual trata de no andar en la vuelta porque te hará mal, además Rin quedo de venir a estudiar con algunas de sus amigas a la casa.
—Rin no se va a enfermar solo porque yo este enferma —murmure antes de subir a mi habitación y cerrar fuertemente la puerta tras de mí.
Mire las flores y me fije en el celular.
—Lo siento Mad, tengo que cortar. Nos vemos el lunes —acto seguido apague el celular y lo deje bajo la almohada. Puse las flores a un lado y me acosté nuevamente tratando de que el sueño volviera a mí rápidamente.
—ra... Sakura —abrí mis parpados solo para encontrarme a Rin a un lado de la cama mientras en sus manos sostenía una bandeja con un emparedado y una taza.
— ¿Qué quieres? —pregunte entre tanto comenzaba a desperezarme y veía la hora, dándome cuenta de que había dormido cuatro horas.
—Te traje esto ya que hoy no bajaste a comer nada. Pensé que podrías estar con hambre y ya que estoy con mis amigas abajo sé que no bajarías, además como estas tomando
—Sí, si lo que digas —agarre la bandeja y la deje en la mesa de luz para luego sonreírle y darme vuelta para seguir durmiendo.
—Que te mejores —dijo ella antes de irse.
Me quede unos minutos acostada y luego agarre la bandeja y la puse sobre mis piernas. A parte de un emparedado había algunas galletitas y en la taza había un café con leche bastante calentito.
Sonreí inconscientemente.
(...)
Me desperté con más energías que ayer.
Estaba un poco mejor, tantos remedios habían ayudado pero no era que estuviera cien por ciento bien.
Desayune sola, ya que mis padres no estaban y Rin supongo que aun estaría durmiendo.
Mientras desayunaba escuche el timbre, pero hice caso omiso y seguí mordisqueando unas galletitas mientras navegaba por Instagram, pero entonces un movimiento a mi derecha me llamo la atención, me quede estática cuando escuche una voz conocida en la puerta de entrada, deje lo que estaba haciendo y me encamine hacia allí y entonces vi a Rin frente a alguien, me estaba dando la vuelta para volver a la cocina cuando oí mi nombre.
—Oh, Sakura. No hay necesidad de que te vayas —me dijo Rin antes de moverse un poco dejándome ver a la persona tras la puerta, quien no era más nadie que Madara—, te vinieron a ver —dijo ella, para luego alejarse de allí e ir hacia arriba.
Con algo de lentitud me fui acercando hasta la puerta, al llegar a estar lo bastante cerca él me dio una mirada de pies a cabeza antes de agarrarme de la cintura y darme un beso.
— ¿Estás bien? —me pregunto aun sin soltarme.
Lleve mis brazos hasta su espalda y me agarre de su saco.
—Sí —afirmé—. Ahora estoy mejor. ¿Qué te paso que no me contestabas los mensajes, ni las llamadas?
—Tuve muchos problemas a donde fui.
—Oh, bueno. No importa —murmure aun recordando que tanto Sasuke como Itachi habían hablado algo de España.
— ¿Tienes planes para hoy? —me separe algunos centímetros de él y asentí.
—Quede de salir con los chicos —su mirada se mantuvo en mis ojos para luego sonreír de medio lado antes de que su celular comenzara a sonar.
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|Por Una Apuesta| Finalizada
Fanfic¿Es malo querer que tus padres te noten? No lo sé, aunque supongo que sí. Pero qué hacer, cuando te sientes la oveja negra de la familia. Tengo una hermana, mejor dicho una melliza, ella se llama Rin y yo me llamo Sakura. Ambas tenemos 24 años, sol...