『𝙿𝚛𝚘́𝚕𝚘𝚐𝚘』

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Por supuesto que estaba confundido. Tenía miedo, no sabía qué estaba pasando, su mente intentaba procesar lo que sucedía a su alrededor pero su corazón no quería escuchar razones.

No le importó que Astrid lo llamara repetidas veces, con ese terror en la voz que todos aquellos que eran atrapados en el acto de algo malo tenían. No podía reaccionar, no podía voltear, solo sabía que tenía que irse a casa, que allí no lo necesitaban.

—¡Hiccup, espera! —Astrid gritó con desesperación, bajando con rapidez las escaleras de complejo de apartamos que dejaban atrás.

El muchacho no se detuvo bajo ninguna circunstancia, ignoró por completo la voz de su ahora ex novia y mantuvo la cabeza baja, caminando a paso constante hacia su destino.

No fue hasta que sintió una mano en su hombro que lo hizo detenerse que su mente lo dejó salir del estado automático en el que había estado en los últimos minutos, donde pudo encarar finalmente a Astrid, que la mirada aterrada.

—H-Hiccup... —le tembló la voz al decir su nombre, el castaño lo notó inmediatamente.

—Me engañaste —fue lo único que salió de su boca, y Astrid se vio más afectada que él en ese momento.

—Lo lamento, oh dioses, lo lamento tanto, Hicc, no era mi intención, no sabía qué era lo que había, yo...

—Me engañaste... —repitió, con la cabeza todavía en las nubes, en ese estado de estupor donde estaba presente pero no captaba del todo las cosas a su alrededor—. Con Snotlout.

Snotlout era, literalmente, un patán. Se creía la gran cosa, no tenía personalidad, era un imbécil con la mayoría de las personas y, un detalla posiblemente importante, detestaba a Hiccup. Más que detestar, le agradaba mucho dejarlo en ridículo, hacerlo de menos, recibir más atención que él. Hiccup había dejado de intentar comprender cuál era el problema que Snotlout tenía con él, pues había dado por sentado que se trataba de un caso perdido.

Sin embargo, esto...

—Quiero decir... sé que no soy el mejor novio, no soy atractivo y tampoco tengo muchos dotes —comenzó a decir Hiccup, y Astrid no pudo evitar sollozar ante el hecho de que Hiccup se estaba llamando poca cosa cuando no era así—. Pero, ¿engañarme con Snotlout? ¿De entre todas las posibilidades? ¿En serio?

—No, no, no es lo que parece —dijo la rubia negando energéticamente con la cabeza, pero en su voz y en su mirada estaba presente la duda.

Ella tampoco estaba segura de lo que decía.

—¿No lo es? ¿De verdad? —cuestionó Hiccup con voz vacía—. Astrid, ya no importa. Se acabó.

La rubia aspiró aire, atónita y entrando en pánico.

—¡No...!

—Es lo mejor, tú puedes ir con él, y yo... yo solamente quiero estar solo.

Hiccup le dio la espalda mientras se envolvía a sí mismo con sus brazos, y cuando escuchó que Astrid lo llamaba de nuevo y lo seguía nuevamente, sacó su lado más violento contra su voluntad.

—¡No te me acerques, Astrid! —le gritó. La voz se le rompió un poco debido a que él no quería gritar, no quería sentir adrenalina porque de esa manera despertaría y su estado de trance se rompería, y él perdería el inestable control que mantenía a duras penas—. No te me vuelvas a acercar, ¿oíste?

Su amenaza le pareció demasiado violenta, pero ya no había nada que pudiera hacer. Astrid lo miraba con los ojos muy abiertos y con lágrimas que salían de ellos sin control, resbalando lentamente por sus mejillas, en un llanto silencioso que ella no se atrevió a hacer sonoro.

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⏰ Última actualización: Nov 14, 2019 ⏰

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