Estoy en mi casa. Han pasado tantos años que ya no puedo contarlos.
Han llegado a mí las canas y arrugas, pero no el castigo.
He vivido un infierno cada día.
Ahora me doy cuenta de que todos estos años han sido mi castigo.
Cada día, he pensado que van a venir; pero nunca han llegado.
Mi perro ya ha muerto.
He sufrido durante décadas, pero nunca me han molestado.
La culpa me consume cada día.
Incluso pensé en ir a entregarme, pero mi cuerpo nunca se movió.
Ahora mi cuerpo ya no se mueve por sí solo, ya no puedo caminar. Los años han sido demasiados.
Una agradable chica viene a cuidarme cada día.
Pero hoy es un día diferente. Hoy por fin he tenido la certeza de que nunca van a venir.
Al fin he podido respirar tranquila la brisa marina.
Le he pedido a la chica que me lleve a la playa. He reído como una niña.
Y me he dado cuenta de que todos estos años he vivido encerrada en mi misma, como una vieja. Por primera vez en años, me siento joven, aunque ya no lo soy.
Ha llegado la noche y siento paz.
La chica ya se ha ido. Estoy sola, viendo por la ventana de mi habitación las estrellas. Veo el mar y la arena.
Me doy cuenta de cuán hermosa es la vista.
Antes de saber por qué ya estoy llorando.
Siento que algo pesado y frío viene a mí. Me pone triste saberlo, pero lo tomo con calma.
Me deslizo en la cama, hasta que estoy acostada.
Tengo frío.
Entonces cierro los ojos.
Pasa el tiempo mientras una gran oscuridad se cerne sobre mí. No me resisto.
Poco a poco van pasando imágenes por mi mente. Todas son de nuestros años felices, de nuestros años juntos.
De la dicha de saber que puedes dar vida.
De la pena de saber que no.
Las risas, los llantos. Los gritos, las caricias mudas.
Miro todo eso en un instante, y al mismo tiempo no miro nada.
Sé que la oscuridad ya está demasiado cerca, así que, deslizo mi mano, en busca de la suya; pero sólo hallo vacío a mi lado.
Me cuesta respirar.
Recuerdo su rostro, su voz. Su risa, su llanto arrepentido. Recuerdo las mentiras, los golpes. Recuerdo su mirada profunda.
Las imágenes se desvanecen.
Tengo frío.
Nos miro, jóvenes. Yo con el abdomen hinchado, alvergando vida. Él con su rostro, orgulloso y amoroso: no hacia mí, sino hacia el niño que había allí adentro.
Me doy cuenta de que me arrepiento de todo; y de que no me arrepiento de nada.
Lo amé con locura durante toda mi vida. Amé a esos niños que no pude concebir.
El tiempo realmente desgasta todo.
Desgastó nuestro amor, nuestras promesas, nuestras vidas.
Pronto ya no habrá nada.
Sonrío en la oscuridad y entonces dejo que pase.
No hay dolor. No hay culpa. Sólo paz.
Me permito expulsar el aire de mis pulmones por última vez.
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Entre Las Grietas
Short StoryAmelia Walters, una chica solitaria. Una chica que cayó en manos del hombre equivocado. Una chica que siempre se ha encerrado a sí misma en una caja mental, que la protege. Una caja que se está rompiendo. Una chica que se está escurriendo entre las...