-Muy buenas tardes, ¿qué puedo ofrecerte, amigo?
"Estúpidas, inútiles y patéticas políticas de la maldita empresa en la que trabajo".
Saludé al cliente que tenía frente a mí, mostrando mi más linda y cálida sonrisa para obtener mi miseria, digo, generosa propina al entregar el pedido.
Al principio, este empleo me parecía genial porque podía convivir con chicos de mi edad y atendía a todo tipo de clientes. Es uno de los típicos empleos con los que inicia alguien para obtener experiencia laboral y ganarte un dinerito mientras estudias, sin que afecte tu vida académica.
Pero si me hubieran dicho "Bárbara, en este empleo te encontrarás con todo tipo de gente, incluso con los papanatas que le están tirando la onda a tu prima y los mismos vagos que se juntan con tu primito", definitivamente habría rechazado la oferta del empleo. Sin dudarlo.
-¿Cuál es el combo del día? -preguntó el chico frente a mí, achicando los ojos mientras veía el gran menú detrás de mí en busca de algún combo del día.
-Desgraciadamente, no somos un local que cuente con dicho combo, amigo -mi sonrisa comenzaba a hacerse una cínica.
Preferiría limpiar los baños a atender a estos extraños sujetos. Dios, ¿por qué?
-¡¿Qué clase de servicio es este?! -preguntó otro de ellos, este tenía gorra.
-Uno que no cuenta con combos diarios. Somos un local de café, frío o caliente, no somos un local de hamburguesas o cualquier otra comida rápida. Lo siento.
-La otra vez fui a una de sus sucursales y me ofrecieron una promoción muy interesante y atractiva, ¿por qué dices que no hay combos?
"Señor, dame más paciencia."
-Son promociones o ediciones limitadas que salen cada ciertas temporadas, y no es algo que suelen sacar a cada rato.
-No lo sé... Como que ya no me convenció el café, Byron. Iré a ver en otros locales -dijo el chico de gorra mientras se daba la media vuelta y caminaba hacia otro chico que estaba parado junto a la puerta y que desde hace un rato no dejaba de lanzarme miraditas.
-¿Sí gustas salirte un momento de la fila en lo que te decides por qué café vas a ordenar? Hay más gente esperando atrás de ti y que necesita hacer su pedido... Amigo.
Siempre, en mis veintidós años de vida, me han dicho que mi característica número uno es la paciencia y siempre estoy presumiendo de ella; como si siempre portase una medalla o un papelito que diga "ey, soy la chica más paciente del mundo. Envídiame".
Por desgracia, muchas personas abusan de esta paciencia y me hacen dudar de si esta virtud es en realidad lo mío o no.-Ya que somos tan amigos, como lo dices, ¿qué tal si me haces un favor? -dijo esto inclinándose más hacia mí, casi trepándose al monitor de la computadora- ¿Podría verte durante tu descanso?
"Este tipo llegó al límite".
Borré la boba sonrisa que intenté mantener todo este tiempo y que, al parecer, comenzó a desvanecerse desde que el otro sujeto se marchó por su combo del día.
-En primer lugar: no soy tu amiga; si te llamo "amigo" es porque al firmar mi contrato firmé mi condena a llamar a todos, incluso a los sujetos como tú, "amigo". En segundo lugar: tengo el derecho de negarte la información de mi trabajo y, por ende, no quiero verte cerca de mí cuando esté descansando.
-Pero...
-Y en tercera: si en verdad no vas a ordenar algo, entonces te pediré gentilmente y que por favor salgas de la fila. Los demás clientes esperan -dije esto último con mi sonrisa más amplia.

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Cuando cedí mi Trono
Historia CortaCreí que sólo eramos amigos. Creí que lo que crecía entre nosotros era amistad. Creí que no duraría. Creí que no me afectaría. Pero siempre es "creí"... agradezco que todo lo que creía fuera mentira.