III.

10 1 3
                                    

  Sin pensarlo dos veces, salí al patio para tomar un poco de aire y poder oxigenar el cerebro para aclarar mis pensamientos.

  Cuando mis papás me habían dicho que tendría que ir con mi hermano a donde él fuera, no creí que me fuera a traer aquí: un lugar infestado de hombres, los cuales a leguas se ve que muy a penas usan el cerebro para poder hablar con coherencia sobre nada, y que además no se conocen bien entre sí.

  Cuando llegué, todos me miraban atónitos y con expresiones confusas. Jonnhy me platicaba de ellos y casi podía distinguir quien era quién debido a todas las pláticas y anécdotas que mi hermano me ha platicado de ellos.

  “Bum. ¿No que no te escuchaba, hermano?”

  Revisé la hora en mi celular y pude notar que mi mensaje de auxilio ya había sido contestado. Con solo un movimiento en mis dedos llamé a mi prima para ver si podía sacarme de aquí.

  - ¿Hola?

  - Helen. Oh, no sabes cuanto me alegra de que contestaras.

  - ¿Eli? ¿Qué pasó? ¿Te ocurrió algo? ¿Estás bien? ¿Dónde está Jonh? -Casi suelto una risilla al escucharla tan descaradamente preocupada.

  - Claro que estoy bien... bueno, no tanto -escucho cómo ahoga un pequeño grito-. Estoy en casa de los amigos de Jonh y es más que obvio que él no quiere que esté aquí, yo no quiero estar aquí y supongo que ellos tampoco lo quieren.

  Helen tarda un poco en contestarme pero puedo escuchar muchas voces al fondo y una especie de música, de esas que ponen para ambientar en un restaurante elegante.

  Después de un rato, bufa por lo bajo.

  - ¿En serio me hablaste para eso? Por favor, dime que no.

  - Pero por supuesto que es en serio, no quiero estar aquí con un montón de mastodontes apestosos.

  - Escucha, Eli, sabes que eres mi adoración y que no te rechazaría nada por más que quisiera...

  - ¿Pero...?

  - Estoy con unas amigas y no puedo escaparme así nada más. Podría pasar por ti como en una hora o dos.

  Bufo. No quiero pasar un momento más en este lugar.

  - Tengo que irme. ¿Quedamos así?

  Y antes de que pudiera decir nada, cuelga.

  Es bonito tener una prima que es mayor que tú porque puede invitarte a muchas partes, llevarte a otras y andar siempre con ella; lo malo es cuando tiene sus ocupaciones y te hace a un lado.

  Con un largo suspiro, guardo mi celular y observé las pocas plantas que tenían ahí. La mayoría eran florales y la otra parte eran enredaderas o plantitas que parecían ser comestibles.

  -Cada una de nuestras mamás nos trajeron una maceta con las plantas -dijo una voz masculina detrás de mí.

  Me giré inmediatamente para ver de quién se trataba. Mi pecho bajó cuando descubrí que se trataba del chico que estaba sentado frente a mí hace unos minutos.

  Se despega del umbral de la puerta y se acerca a mí aún viendo las flores que decoran el pequeño pero espacioso patio.

  -¿Por qué se los dieron? -pregunté para, ahora, ser yo quien rompa el hielo.

  -Porque "necesitábamos un toque femenino. Sin importar cuantos hombres vivan aquí, una casa debe tener un toque agradable y, ¿cuál es ese? Las macetas con florecillas relajantes" -dijo él fingiendo la voz de una mujer. Lo cual casi hace que suelte una carcajada debido a que su voz es grave y no le salga bien la imitación, pero mi orgullo hace que me muerda el labio y me trague la risa.

Cuando cedí mi TronoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora