Sin pensarlo dos veces, salí al patio para tomar un poco de aire y poder oxigenar el cerebro para aclarar mis pensamientos.
Cuando mis papás me habían dicho que tendría que ir con mi hermano a donde él fuera, no creí que me fuera a traer aquí: un lugar infestado de hombres, los cuales a leguas se ve que muy a penas usan el cerebro para poder hablar con coherencia sobre nada, y que además no se conocen bien entre sí.
Cuando llegué, todos me miraban atónitos y con expresiones confusas. Jonnhy me platicaba de ellos y casi podía distinguir quien era quién debido a todas las pláticas y anécdotas que mi hermano me ha platicado de ellos.
“Bum. ¿No que no te escuchaba, hermano?”
Revisé la hora en mi celular y pude notar que mi mensaje de auxilio ya había sido contestado. Con solo un movimiento en mis dedos llamé a mi prima para ver si podía sacarme de aquí.
- ¿Hola?
- Helen. Oh, no sabes cuanto me alegra de que contestaras.
- ¿Eli? ¿Qué pasó? ¿Te ocurrió algo? ¿Estás bien? ¿Dónde está Jonh? -Casi suelto una risilla al escucharla tan descaradamente preocupada.
- Claro que estoy bien... bueno, no tanto -escucho cómo ahoga un pequeño grito-. Estoy en casa de los amigos de Jonh y es más que obvio que él no quiere que esté aquí, yo no quiero estar aquí y supongo que ellos tampoco lo quieren.
Helen tarda un poco en contestarme pero puedo escuchar muchas voces al fondo y una especie de música, de esas que ponen para ambientar en un restaurante elegante.
Después de un rato, bufa por lo bajo.
- ¿En serio me hablaste para eso? Por favor, dime que no.
- Pero por supuesto que es en serio, no quiero estar aquí con un montón de mastodontes apestosos.
- Escucha, Eli, sabes que eres mi adoración y que no te rechazaría nada por más que quisiera...
- ¿Pero...?
- Estoy con unas amigas y no puedo escaparme así nada más. Podría pasar por ti como en una hora o dos.
Bufo. No quiero pasar un momento más en este lugar.
- Tengo que irme. ¿Quedamos así?
Y antes de que pudiera decir nada, cuelga.
Es bonito tener una prima que es mayor que tú porque puede invitarte a muchas partes, llevarte a otras y andar siempre con ella; lo malo es cuando tiene sus ocupaciones y te hace a un lado.
Con un largo suspiro, guardo mi celular y observé las pocas plantas que tenían ahí. La mayoría eran florales y la otra parte eran enredaderas o plantitas que parecían ser comestibles.
-Cada una de nuestras mamás nos trajeron una maceta con las plantas -dijo una voz masculina detrás de mí.
Me giré inmediatamente para ver de quién se trataba. Mi pecho bajó cuando descubrí que se trataba del chico que estaba sentado frente a mí hace unos minutos.
Se despega del umbral de la puerta y se acerca a mí aún viendo las flores que decoran el pequeño pero espacioso patio.
-¿Por qué se los dieron? -pregunté para, ahora, ser yo quien rompa el hielo.
-Porque "necesitábamos un toque femenino. Sin importar cuantos hombres vivan aquí, una casa debe tener un toque agradable y, ¿cuál es ese? Las macetas con florecillas relajantes" -dijo él fingiendo la voz de una mujer. Lo cual casi hace que suelte una carcajada debido a que su voz es grave y no le salga bien la imitación, pero mi orgullo hace que me muerda el labio y me trague la risa.

ESTÁS LEYENDO
Cuando cedí mi Trono
Short StoryCreí que sólo eramos amigos. Creí que lo que crecía entre nosotros era amistad. Creí que no duraría. Creí que no me afectaría. Pero siempre es "creí"... agradezco que todo lo que creía fuera mentira.