Después de la desagradable escena de la tarde, mis amigas se pusieron de acuerdo para acompañarme a la puerta del centro comercial. Por desgracia, el gerente ocupó a una de ellas para hacer tiempo extra, ya que le tocaba a ella esta semana y la otra tuvo que salir antes de emergencia, al parecer iba a ser tía por primera vez y se puso muy nerviosa al recibir la noticia de que su hermana ya estaba en el hospital.
Por fortuna, Alejandro me acompañó a unos metros del local para que no me fuera totalmente sola.
-No te veías muy asustada cuando ese cliente se te acercó.
-Sólo guardé un poco la calma -mentí, en parte-. Además, ya había estado anteriormente con ese sujeto y sus amigos. Son "amigos" de mi primo.
-¿Sabes qué fue lo que más me sorprendió de ellos? -dijo muy curioso y, por un segundo, temí que fuera a pensar que yo también me juntaba con ellos-. Me sorprendió que ninguno de ellos supiera que aquí no contamos con "combos del día".
Suspiré de alivio.
-No lo sé, yo creo que no suelen ir a sitios como estos. En realidad se ven como personas que no salen mucho a este tipo de lugares -solté una pequeña risita.
-No quería escucharme muy mezquino diciendo eso, Barbie -estuve a punto de borrar mi sonrisa-, pero sí, no se venían como ese tipo de clientes.
Soltó una carcajada y colocó su mano en mi cabeza. Siempre hace eso, como burlándose de mi baja estatura o sacando provecho de su altura.
-Bueno, no creo que vuelvan a aparecer por aquí. En verdad espero que no lo hagan.
Es fácil intimidarme. Conozco mis fortalezas y debilidades; no creo que estos tipos sean malas personas, pero lo que sí sé es que no me dan buena confianza.
Trato de parecer decidida y segura cuando estoy frente a ellos a pesar de que sea muy difícil para mí. La noche de aquella vez, en la fiesta, fue fácil actuar "normal" porque mi primito estaba presente, confiaba en que él me protegería si algo raro llegase a pasar entre ellos. Lo que no esperaba era que me separaran de Eliza, ella sí que me da valor y me hace sentir segura. Es como mi guardespaldas personal y yo la de ella.Sin darnos cuenta, Alejandro me terminó acompañando hasta la puerta trasera del centro comercial. Yo avancé tres pasos más para despedirme de él.
-Esperemos que no; pero quiero que sepas, Barbie, que si vuelven no los atenderás otra vez, ¿está bien? Si ves que vuelven, llámame inmediatamente, yo me encargaré de atenderlos -hizo una sonrisa medio rara y me guiñó el ojo.
Qué tierno. No sé qué clase de personas se imagina que son estos sujetos, pero me parece adorable que quiera protegerme de ellos.
Sonreí y me despedí con la mano.
-Gracias, Alex, ten por seguro que te tomaré la palabra.
Siguió sonriendo y se dio media vuelta para regresar al local. Me agrada mucho este chico.
"Lástima que todavía seas menor de edad, amiguito".
Abrí la puerta y me apresuré a llegar a mi auto para marcharme y llegar rápido a mi casa. Dejando de lado lo sucedido en el café, fue un día cansado y ocupado. No quiero imaginarme cómo estará el día de mañana que inicia el fin de semana.
Mientras iba caminando iba buscando mis llaves y revisaba mi celular para ver la hora y mis mensajes pendientes. No soy muy social, pero de vez en cuando mi mamá me pide hacer mandados antes de llegar a casa.
Cuando estuve a punto de llegar a mi carro, un chico se acercó a mí, asustándome como nunca en la vida y provocando que casi le disparara un chorro de gas pimienta.
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Cuando cedí mi Trono
Short StoryCreí que sólo eramos amigos. Creí que lo que crecía entre nosotros era amistad. Creí que no duraría. Creí que no me afectaría. Pero siempre es "creí"... agradezco que todo lo que creía fuera mentira.