Capítulo 3

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Habían transcurrido alrededor de treinta minutos de aquel combate

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Habían transcurrido alrededor de treinta minutos de aquel combate. Ambos contrincantes estaban dando sus mejores golpes, y no, no lo hacían por dar una simple demostración, ese combate ya se había vuelto algo personal entre los dos; ¿la razón? Muy fácil, querían demostrar quién era el más fuerte de ahí.

—Ríndete, Hange. No podrás conmigo —la joven soltó una carcajada después de escucharlo decir esas palabras—. ¿De qué demonios te estás riendo?

—Por favor, Erwin, no seas ridículo. No me digas que lo olvidaste —con su brazo limpió el sudor que tenía en su frente—, ¿quién recibía las palizas en los entrenamientos?

Todos se sorprendieron ante las palabras de Hange. Si bien ella era fuerte, no la veían capaz de derribar a Erwin...¿o acaso sí podría hacerlo?

—No llevar puestas tus gafas te afecta la vista, ¿cierto? ¿En dónde las dejaste?

—Qué comentario tan malo —suspiró—. Se las dejé a Moblit, no quisiera que terminaran más rotas de lo que ya están. Ahora, ven por mí, Erwin.

El mencionado se dirigió hacia ella para lanzarle múltiples golpes que Hange evadía con astucia, pero Erwin fue más listo. Mientras Hange estaba distraída esquivando los golpes, Erwin aprovechó para meterle el pie y ocasionar que se tropezara; justo en el momento en el que Hange trataba de mantener el equilibrio para evitar caer, Erwin le soltó una bofetada tan fuerte que se escuchó en todo el cuartel, dejando a los reclutas e instructores impactados, incluyéndolo a él mismo, pues aquel golpe le había roto el labio inferior a Hange.

—Ya veo —pasó su lengua por aquella herida que se había formado y después con su mano limpió la sangre que había brotado. Alzó la mirada hacia su oponente quien sintió escalofríos al ver la furia que había en sus ojos—. Erwin —sonrió—, ahora es mi turno.

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—El comandante retrocedió varios pasos. Ella tomó impulso y fue corriendo hacia donde estaba para abalanzarse sobre él.

—Fue tan ágil que un abrir y cerrar de ojos ella se había subido a su espalda y con sus piernas le aplicó una llave alrededor de su cuello.

—El comandante trató de liberarse, pero al ver que era inútil, se dejó caer hacia atrás haciendo que la señorita Hange se golpeara la cabeza contra el piso tras el impacto.

—Aprovechando que estaba aturdida, el comandante se liberó de su agarre y se colocó encima de ella para propiciarles otros golpes.

—Pero no contaba con que ella reaccionara tan rápido, así que antes de que el comandante lanzara el primer golpe, ella le dio una patada en donde el sol no le llega.

—Empujó al comandante para que se quitara encima suyo y, mientras él se retorcía de dolor, se puso de pie y se colocó frente a él.

—Antes de que el comandante pudiera hacer algo, ella dio una vuelta lanzándole una patada en el rostro para dejarlo inconciente.

Mi líder de escuadrónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora