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Temo.







Las clases pasaron aburridas para mi. Ahora estábamos en la biblioteca buscando libros para una tarea en equipo. Solo una clase más y regresábamos a casa.

—Temo, te vas a caer —me dijo, Aristoteles, sosteniendo la escalera.

—Claro que no —busque los libros que necesitábamos. Tomé un par y miré abajo para dárselos a, Aristoteles y poder tomar más. Pero ni siquiera me estaba poniendo atención, estaba hablando con la zorra esa.

—Aristoteles, sostén esto —paté su hombro haciendo que volviera a mirarme. Rodó los ojos con el ceño fruncido y tomó los libros que le di.

Sara, no quitaba sus manos de los brazos de, Ari, ni tampoco dejaba de insinuarse mientras jugaba con su cabello, creyendo que así se veía bonita.

Rodé los ojos con fastidio, y seguí con lo que hacía, me incline un poco más, intentando alcanzar el último libro del estante, mi pie resbalo y caí de la escalera, cerré los ojos esperando el impacto que nunca llegó.

—¿Estas bien? —pregunto sosteniendome con fuerza.

—¿¡Mierda, no se supone que estabas cuidando la escalera!? —grite enojado.

—Perdón.

—Oye, no la hables así —dijo la voz irritante de la zorra.

—¡Le hablo como me venga en gana!.

—Temo, déjala, ella no hizo nada —abrí mi boca con indignación, la esta defendiendo.

Lo mire enojado.

—Vaya, además de estúpido, también eres descuidado —dijo, Mateo, quien también estaba en la biblioteca con su compañero, buscando libros al igual que nosotros.

Aristoteles, estaba apunto de caminar hacia el, dispuesto a golpearlo, lo tome del brazo y negué con la cabeza para que no lo hiciera.

—Mateo, no empieces, por favor.

—Ay, Temo, tan lindo, siempre intentando remediar el desastre que hace tu amiguito, y bien pudiste haberte lastimado.

—¿Y eso te molesta?, ¿Te molesta que me prefiera a mi antes que a ti? —lo miro enojado.

Yo sostenía su mano, no quería que pelearán, y mucho menos en la biblioteca.

—Vámonos, Aristoteles.

Jale, su mano salió de la biblioteca. Yo estaba enojado, pero no lo dejaría ahí para que peleará.

—¿Por qué siempre se tiene que meter en todo? —refunfuño enojado.

—Solo ignorarlo, es todo, además no fue el único metiche.

Seguimos caminado, y me detuvo al darse cuenta de que íbamos hacia la salida de la universidad.

—Aun tenemos una clase.

—Lo se, pero quiero ir a casa.

—Pero.....

—Dije que vamos a casa, ¿entendido? —asintió y no dijo nada más.

Caminamos en silencio hasta llegar a casa. Ya después le explicaría a, Diego, el porque nos fuimos.

Apenas entre al departamento, lo acorrale contra la puerta.

—¿Por qué esa zorra siempre intenta algo contigo? —pregunté rozando nuestros labios sin mirarlo a los ojos.

—¿Por qué, Simansky siempre tiene que decirte "lindo"? —contra atacó, poniendo sus manos en mi trasero. Alzandome para caminar a la habitación sentadose conmigo encima, en la cama.

Amigos Con ¿Derechos? [Aristemo] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora