"Capítulo 1"

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"Nada es lo que parece, hasta la más hermosa rosa, guarda misterios oscuros, penetran en el alma y la tornan negra y amarga."

Solía llorar a solas cuando estaba triste, siempre he sido muy sensible, pocas veces me sorprendía odiando mi vida, pues me gustaba ser agradecida con lo que tenía, aunque a veces me encontraba preguntándome si merecía vivir, si hacía lo correcto quedándome en casa, siendo un estorbo para mi madre.

No pensaba constantemente en estas cosas pero después de lo que había pasado, mi mundo cambió por completo, y así como cambiaba mi entorno poco a poco, mis pensamientos también lo hacían al verlo cruzar el umbral. Era pequeña, no se podía esperar mucho con solo 8 años de edad, estaba desquiciada por él, y es que no era para menos, podría jurar que no había mujer en el mundo que se resistiera a su belleza.

-¡Clein! - grite emocionada, corriendo a sus cálidos y fuertes brazos.

-¡Mi hermosa princesa! - dijo alegremente mientras me cargaba y me regalaba una blanca y perfecta sonrisa.

Cuando veía resplandecer sus hermosos dientes blancos, mi corazón lanzaba mil suspiros al aire, mismos que se perdían en la inmensidad del amor oculto que le profesaba.

-Pequeña, me parece que tu fuerza comienza a sobrepasar tu edad, empiezo a sentir que mi cuello no va a resistir demasiado tu fuerte abrazo-.

Soltó una leve carcajada mientras yo moría de vergüenza y retiraba mis "fuertes brazos" de su hermoso cuerpo.

Como siempre, mi madre salió a hacer sus rondas nocturnas. Debo aclarar que nunca fue muy cariñosa conmigo y jamás me demostró algo de afecto, era fría e indiferente y no me decía a dónde o con quién salía, solo me veía a la cara sostenía una mirada penetrante de ojos espeluznantes y negros, a veces asomaban algo que yo consideraba casi odio, decía:

"-Como te atrevas a seguirme, antes de que los Goliat te atrapen, te prometo que yo misma te mataré-".

Aquella amenaza era más que suficiente para saber que mi supervivencia dependía de hacer lo que me decía y no entrometerme en donde no me llamaban, por mi absoluta seguridad.

Esa noche todo pintaba extraño. A mi madre se le pasó amenazarme como siempre y me dio algo de curiosidad que tuviera tanta prisa de irse, entonces hice lo que nunca hubiera hecho en mis cinco sentidos y fui tras ella sin que se diera cuenta.

Se suponía que iba a sus guardias pero estas no eran fuera de la aldea, y ella fue más allá de los límites, internándose en el bosque, yo intente seguirla como una sombra, una sombra que en cualquier momento se haría pipí del susto, nadie sabía que yo estaba afuera y si ella se enteraba sería mi fin. Por mi mente pasaron mil y una de cosas aterradoras, tal vez ella era una especie de ser maligno, posiblemente tenía una alianza con los Goliat, aunque también sólo era que tenía un novio o simplemente estaba dando una vuelta; pensé varias cosas, menos lo que estaba viendo.

Se detuvo bajo un gran roble, la luna llena resplandecía esplendorosa e iluminaba perfecto la escena, mi madre dio media vuelta y pensé por un momento que me había visto, pero se postró frente al árbol y comenzó a llorar, ese acto me conmovió demasiado y al mismo tiempo me confundió al extremo. ¿Se iba de sus rondas, en medio de la noche, para buscar un árbol lejos, en el que pudiera llorar? ¿Qué lógica tenía? ¿Mi madre llorando? ¿Por qué, por quién, que lo ameritaba tanto?.

No estaba segura de que se sintiera especialmente triste por mi padre porque muchas veces la escuché maldecirlo, al parecer él era humano y cuando se enteró de lo que ella era, la dejó embarazada de mi, aunque pudiera ser que lo extrañaba. Realmente no lo culpaba y mucho menos lo odiaba, después de todo, gracias a él yo estaba en este mundo, entendía que aceptar lo que somos y con su respectivo carácter de mi madre, bueno, pobre hombre, lo que hubiera sido de su vida si se quedaba con ella. Pudiera ser una posibilidad mi padre, pero ¿y si no? ¿Era acaso, que ya no soportaba verme todos los días, era una carga para ella? , posiblemente me odiaba porque le recordaba a mi padre. Pensar en eso lleno mis ojos de lágrimas y mi pecho con un nudo muy doloroso, decidí alejarme de ahí lo más pronto posible, sabía que comenzaría a llorar y si ella me escuchaba bien podía darme por muerta.

Iba corriendo entre los arbustos crecidos, me abría paso entre las ramas con mis brazos, estaba acercándome a un prado que conectaba con el bosque, cuando me percate de que alguien me seguía, sentí que mi boca se secaba, me sudaban las manos y mis piernas comenzaban a fallarme por el terror, todavía no cambiaba y estaba completamente indefensa, no llevaba ni un báculo o algún tipo de arma para defenderme, por si fuera poco, estaba segura que con el apoyo de mi madre no contaba. Recordarla en ese momento me hizo sentir aún más miedo, ¿y si era ella?. Ya no sabía a qué le tenía más miedo, si a los Goliat, que si me encontraban me matarían rápido y sin dolor, o a mi madre, que estaba totalmente segura de que me torturaría por una larga jornada hasta terminar con mi vida de la manera más dolorosa y atroz.

A pesar del horror que estaba experimentando y la adrenalina que corría por mi sangre, no dejaba de llorar desconsoladamente, solo por la estúpida idea que me había metido yo sola de ser una carga para la única persona que amaba, y es que pensar que eres un estorbo para el único ser en el mundo del que esperas recibir amor, duele hasta lo mas profundo y siendo solo una mocosa, ese pensamiento destrozó mi corazón y me fue envolviendo en una nube oscura.

Tropecé y me cubrí la cara aterrada, estoy casi segura que se me salió un gas del susto.

SashaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora