"Capítulo 2"

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-No puedo creer que una princesa tan linda, esté merodeando en el bosque, a estas horas de la noche, sin un adulto que la acompañe-

Escuchar esa cálida voz me cambió por completo, se trataba de mi amado Clein.

-Vamos pequeña, te llevaré de vuelta a la aldea-

Mi llanto se convirtió instantáneamente en una amplia sonrisa, y el dolor que me mataba por dentro, apenas hace unos minutos, ya no lo recordaba. Me tomó entre sus brazos y me llevó cargando hasta mi casa, a veces pensaba o sentía que de alguna forma Clein modificaba mi estado de ánimo, era extraño pero si lo hacía, realmente estaba agradecida.

-¿Quieres cenar? Apuesto que al llegar a la aldea, todas las vecinas me vieron y estarán esperando para invitarme a cenar, ¿te gustaría ser mi dama de honor esta noche?, sinceramente no quisiera ir solo, las chicas de este lugar descontrolan mis poderes, siento que me siguen demasiado y eso me asusta un poco- Me pidió con una disculpa dibujada en su sonrisa.

-Si, sería un placer- Dije muy bajito y con la cabeza gacha de la vergüenza.

-Esa es mi princesa, me has salvado, realmente no he probado bocado en todo el día, estoy famélico- Me llevó sonriendo todo el camino.

Faltaba más, ¿quién en su sano juicio despreciaría una cena con ese monumento de hombre?, aún siendo una niña era imposible resistirme a sus encantos.

Todas las señoras siempre esperaban con ansias la llegada de Clein, siempre le daban regalos hechos por ellas, como camisas, gorras o alguna planta medicinal, incluso, llegué a escuchar rumores, que algunas intentaban hechizos de amor para poder tener algo más íntimo con él, pero es casi imposible hechizar a un Liex, y por lo que yo veía, a él no le interesaba mucho la idea de mantener una relación con nadie, entonces no podía asegurar que realmente fuera algo real. Por eso me sentía tan segura a su lado, pensaba que de alguna u otra forma, solo se dedicaba a protegerme y quererme exclusivamente a mi, aunque no fuera verdad, en mi mente, ese pensamiento tan egoísta, me rescataba de la locura.

Cuando cruzamos la entrada de la aldea, todas las señoras cercanas, y aquellas no tan cercanas, estaban preparadas para bombardearlo con invitaciones, parecía que estaban presenciando la llegada de un ser único, algún ser de otra galaxia o algo por el estilo, algunas mujeres no lo invitaban a cenar, únicamente se acercaban lo suficiente para verlo o estar cerca. Podría jurar que veía a unas cuantas olfateándolo, pero no estaba segura y si lo hacían no tenía la menor idea de porque se comportaban de esa forma, a mi me daban miedo, pobre de mi Clein que tenía que lidiar con esto cada que venía.

De entre todas las invitaciones que recibió, la ganadora de la noche fue la vecina de la casa de enfrente de la mía. ¡Claro!, es que Clein era humilde, pero cuando se trataba de comida, le gustaba comer de lo mejor. Todas se fueron decepcionadas pero con la promesa que les hizo de ser las siguientes elegidas.

-Vaya que aquí las mujeres se comportan algo extraño, me alegra tanto que tu no seas así mi princesa- Me susurró cuando ya no había nadie a la vista.

-Bueno, es que soy pequeña aún, posiblemente cuando sea mayor me comporte de la misma manera, aunque si de eso se trata crecer, prefiero ser niña por siempre, esas señoras dan mucho miedo- Soltó una carcajada mostrando su blanca y perfecta sonrisa, me abrazó.

-Aunque tengas 80 años, siempre serás mi pequeña princesa- Me dijo casi tan serio que no estaba segura de si lo decía para convencerse a si mismo de lo que decía o porque temía que yo no lo creyera, no sabía que pasaba por su mente pero al pronunciar esas palabras note cierta nostalgia en su angelical rostro.

De alguna manera él era el único que me reconfortaba, era como si siempre supiera el momento exacto en el que estaba a punto de colapsar y aparecía para impedirlo, yo lo amaba como una niña ama a su padre, creo, aunque realmente no sabía de que forma se podría amar a un padre, o a nadie, porque ni siquiera podía decir que amara a mi madre, no estaba segura de lo que sentía por nadie, pero estaba profundamente agradecida con él, por ser la única persona en la tierra que estaba para mi, que en cierta manera me cuidaba y procuraba mi bienestar, sentía que se preocupaba más él, que mi propia madre, quien de hecho era tan fría, tan distante, tan seria, y que me daba la impresión de no ser de su agrado o simplemente no querer estar cerca de mi, como si le diera asco, como si me odiara.

-Yo sé que tu madre no te presta demasiada atención- ¿Qué, desde cuándo podía leer mi mente?

-¿Prestarme atención?, creo que a veces olvida que soy su hija y no una extraña-

-Lo entiendo, pero eso no es motivo para intentar suicidio, hay muchas personas que nos preocupamos por ti-

Yo estaba segura de que lo decía para que no me sintiera mal, pero a final de cuentas, todo llegaba al mismo punto, la persona que yo quería que se preocupara por mi, la única persona que en su caso debería ocuparse de todo lo correspondiente a mi bienestar, simplemente parecía que por alguna razón, no me quería cerca y no le interesaba absolutamente nada que tuviera que ver conmigo.

SashaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora