Illuso x Lectora - El Reflejo de tu Amor

Abriendo los ojos

—Estás bromeando. ¿No? Deberías volver a tu cuarto y ponerte a llorar como la llorona que eres. Ja, ja...

—No es momento de lamentarme por mi salud mental. Tal vez necesite ir a terapia para superar cosas del ayer, ya que no me dejarán vivir el futuro. Sin embargo, con el paso del tiempo... alguien me dio un motivo para sonreír—Una sonrisa floreció en tu rostro junto a una mirada llena de determinación. 

—(T/N), no me digas que... ¿Vas a intentar matarla?

—Si es para proteger a quien lo ha hecho conmigo, así es. Por favor, déjame regresar un poco de todo lo que me haz dado.

—¡Ni loca dejaré que le pongas un pelo a.... ¡Ah! Mis manos, ¡¿Qué mierda es esto?!

—Puedo convertir cualquier cosa en tinta, y cuando esta entra en contacto con el agua, se dispersa y desaparece. Esa es la habilidad de Ink me up.

El cielo que pasó a estar despejado, a llenarse de nubes.

—Estás bromeando, ¿No? No serás capaz...— Lágrimas en los ojos de la pelimorada comenzaron a brotar.

Te acercaste a Illuso, quien se encontraba herido. Ambos estaban semi abrazados. 

—Lo siento, Ciliegia. No entendiste por las buenas, así que tendremos que ser drásticos contigo.

Fuera del mundo del espejo, Risotto se percató de que Melone estaba en su moto, justo a un lado del taxi, que se contraba parado por el semáforo.

—¡Oye, Melone! ¿No estabas muerto?— Exclamó Risotto, preocupado.

—Bendito Dios que no, pero estuve a punto. No importa lo que pasó, solo quiero buscar a Ciliegia para que me explique lo que pasó.

En eso, Secco se animó a soltar la sopa; —Ciliegia... ella es un demonio, ella le dijo a Cioccolata que encerrara a tus compañeros, parece que los quiere asesinar a todos... ¡Lo peor es que... luego irá por el capo!

—No lo puedo creer. Lo siento, necesito verlo con mis propios ojos. Ciliegia me ha demostrado ser buena, ¡No podría creer si mi mejor amiga hiciera algo así!

—Créeme, Melone... ¡Ella es mala, igual que Cioccolata!

—¿Cuánto falta para llegar?— Pregunta el capo.

—Dos cuadras. Es todo.

—DIsculpe, chofer, no tarde mucho en llegar.

—E-está bien...— Respondió asustado, por la conversación que acababa de escuchar.

Cuando los tres llegaron a la casa en obra negra, encontraron a Formaggio, Pesci y  Prosciutto amarrados en cuerdas... ¡Pero todos seguían con vida!

—¡Risotto, Melone!— Exclamó el Rubio—Se llevaron a Ghiaccio al segundo piso, tengo un terrible presentimiento.

—¿Ghiaccio? ¡No puede ser! Primero mi mejor amiga, y ahora mi mejor amigo... esto es horrible—Dijo Melone, quien fue corriendo al segundo piso.

Todos fueron desamarrados y comenzaron a buscar a Ghiaccio, pensando que sería el primero en morir a manos del criminal. Cuando Pesci encontró un zapato de él afuera de la puerta, con un río de sangre saliendo de la misma, gritó; —¡Su zapato! Hay sangre ahí... ¡Creo que ya lo mató!— Comenzó a llorar.

Su aniki Prosciutto, al escuchar eso. No dudó en abrir la puerta de golpe. Tomó una pistola que estaba entre los cuartos y apuntó... pero no había nada. En realidad, Cioccolata secuestró a Ghiaccio.

—No está... pero la sangre nos lleva a... ¡Mierda, una mujer!— Exclamó el joven de cabello lila, al encontrar el cadáver de una mujer completamente aleatoria.  

Ghiaccio se encontraba nervioso, pero más que eso, furioso. ¿Cómo es que pasó todo eso? El pobre seguía amarrado. 

—Necesitarás un poco de esto. Será necesario— Dijo Cioccolata, mientras inyectó algo al brazo del chico de gafas rojas.

—¡Ah! ¿Qué mierda es esto? Ni se te ocurra que me hará efecto... ah... Cioccolata— Susurró el nombre de su secuestrador, que se estaba desnudando. El hombre quedó desnudo, a excepción de su vulgar tanga color negro, que tenía un enorme bulto que crecía en él. 

—Esto te pasa por insultarme.

Volviendo al ambiente del mundo del espejo, ligeras gotas comenzaron a caer sobre la tinta que poco a poco estaba consumiendo a Ciliegia.

—Pero... yo... no puede ser—Dijo para  arrodillarse y finalmente aceptar su muerte—(T/N), solo te pido que cuides de Illuso tal y como yo quise hacerlo...

—Mirror man— Illuso invocó a su stand para pronto voltearse de espaldas— Asegúrate de que no escape. Necesito tiempo a solas con (T/N).

El hombre de coletas te toma de la mano y van a sentarse a una banca que estaba lejos de donde Ciliegia comenzó a perecer. Una chica salió de la nada para hablar con la joven.

—No tardes mucho en morir. Te necesito para que sigas trabajando.

—¿Marisa, qué haces aquí? 

—Nada, solo llamarte. Tengo mucho trabajo y no puedo sola. Muérete rápido para que vengas.

—Aunque sea déjame morir en paz, estúpida. 

—Bien, como sea. Espero que lo repugnante se quede en el libro, tu realmente no eres así. Je, je...

—Descuida, no tengas cuidado de eso...— Esas fueron las últimas palabras de Ciliegia, antes de que cerrara los ojos.

—En serio, ven rápido. En realidad nuestro único compañero varón quiere saciar su fetiche conmigo y como Mitsuki sigue de vacaciones... solo tu podrías hacerlo sin sentirse rara.

—¡Oye, estoy muerta imbécil!

—Oh, lo lamento.

Marisa se retiró, para que luego la tinta terminara de consumir su cuerpo, terminando por su rostro. Cuando comenzó a llover, la lluvia lentamente dispersaba la tinta negra que antes había sido el cuerpo de Ciliegia.

—Volvamos a casa. Ciliegia ya perdió todos sus signos de vida...— Comentó Illuso.

—Necesito curarte... solo mira cómo te dejó.

—No te preocupes, prefiero mil veces haber sido yo a verte herida. ~

Saliendo del mundo del espejo,  Illuso hace una llamada a Risotto. Este le contó sobre el secuestro de sus compañeros y de la desaparición de Ghiaccio.

—Risotto, debo hablar seriamente contigo. Es sobre Ciliegia...

—''¿Qué pasó con ella?''

—Teníamos a un enemigo entre nosotros. Pero eso te lo contaré en persona.

El capo tenía el altavoz, así que Melone escuchó esas palabras.

—Así que, realmente es verdad lo de ella... lo siento, pero en este caso no podré justificarla.

—No seas tonto, Melone— Respondió Formaggio— Si te la pasas justificando las payasadas de Ciliegia, nunca aprenderá. Es más, inclusive a ti te puede ir mal por justificar sus malos actos. 

—Aniki, creo que mojé mis pantalones cuando vi el zapato de Ghiaccio...