Sasuke Uchiha One-Shots

#10

Boruto

—Mamá, ¿cuándo volverá papá?— Preguntó mi hijo más pequeño.

—No debe tardar en llegar.— Le respondí mientras cepillaba el cabello de Sarada.

—Eso has dicho todo el día.— La niña, casi adolescente, dijo entre dientes.

Guardé silencio pues ya no supe qué responder. Era cierto, aunque la única acostumbrada a que Sasuke no estuviera en casa por largos lapsos de tiempo era yo.

—Él dijo que volverá hoy. Y dijo que traería una sorpresa para ustedes.— Les recordé con una sonrisa, intentando levantarles el ánimo.
—Terminé.— Le informé a mi hija.

Se levantó de su lugar y se dirigió al sillón para poder ver televisión. Daisuke se sentó en mis piernas, contento al escuchar de nuevo sobre la sorpresa de la que su padre había hablado en la carta que envió.

Los tres estuvimos varias horas viendo televisión hasta que se escuchó la puerta abrirse. Supuse que era él pero aún así intenté comprobarlo.

—¡Usuraton!— Grité nuestra versión de 'marco polo'.

—Kachi.— Me respondió él con un tono más moderado que el mío, pero con una ligera sonrisa.

—¡Sasuke!— Me levanté con mi niño en brazos para poder ir a abrazarlo.

Pero me detuvo antes de que pudiera acercarme mucho.
—Cuidado. Arruinarás la sorpresa.

Quedé confundida a lo que me dijo pero después entendí lo que significaban sus palabras pues comenzó a desabrochar su capa, por lo que comprendí que la sorpresa de la que tanto habíamos hablado estaba debajo de ella.

Puse en el suelo a Daisuke y le hablé a Sarada para que se acercara a nosotros. Ella a refunfuñones se acercó pero su semblante cambió al ver el esperado regalo.

—¡Un gato!— Gritaron ambos niños al unísono.

Sarada tomó al pequeño gatito negro de la mano de su padre para poder apreciarlo mejor. Después se puso en cuclillas para que su hermano también pudiera verlo.

—¿Cómo lo conseguiste, Sasuke?— Le pregunté a mi esposo, viendo a los niños jugar con su nueva mascota.

—Lo encontré en mi viaje. Le di agua y algo de mi comida y simplemente no dejó de seguirme.— Dijo colgando su capa en el perchero.

Sarada se giró a vernos con una sonrisa.
—Lo llamaremos Itachi.

Y juraría que el gato sonrió al escuchar su nuevo nombre.